Aliados del pasado

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Nota: Este capítulo ha sido corregido y he incluido escenas que no escribí en el original.

CAPÍTULO 4

Un día había pasado desde que Yumiko salió a cumplir con lo que Sesshōmaru le había encomendado, había llegado a una aldea lejana y gracias a que poseía una extraordinaria velocidad podía llegar en la mitad del tiempo que alguien normal tardaría, se encontraba algo desesperada, buscaba con el olfato como tratando de encontrar un rastro...

"Hermano...¿En dónde te habrás metido?"

Atravesando un bosque se encontró con una especie de choza más grande de lo normal, esta se hayaba en lo profundo, los rayos del sol casi no entraban ya que la vegetación era demasiado densa, su olfato la había guiado hasta ese lugar, poco a poco comenzó a acercarse a la choza, abrió la puerta pero la encontró vacía, había sólo ropas viejas y bastante deterioradas, el aroma que había seguido aún estaba impregnado fuertemente.

Salió del lugar mirando hacia todos lados, de pronto un ruido extraño entre la maleza la puso alerta, a lo lejos un gran rugido se escuchaba, el corazón de la Yōkai latió con rapidez, su cuerpo comenzó a desprender unas flamas azuladas, sus ojos violeta se transformaron en los de un felino, enormes colmillos salieron de su boca, y su dócil cuerpo de mujer cambio por completo para transformarse en una hermosa tigresa blanca, esta corrió internándose aún más en el bosque hasta donde los rugidos seguían escuchándose, pronto se topó cara a cara con otro tigre muy parecido a ella, de tamaño un poco más grande, este tenía en una de sus patas un listón color carmín, el combate no se hizo esperar, la tigresa se defendió atacando también a su oponente, sus enormes patas golpeaban el cuerpo del otro, por algunos segundos que parecieron minutos los dos enormes tigres pelearon hasta que viéndose uno al otro sus cuerpos comenzaron a transformarse tomando una figura humana.

Yumiko: ¡Kento...hermano!

La Yōkai se lanzó a los brazos de un apuesto hombre de ojos violeta, su cabello era largo de color azul el cual estaba peinado con una coleta alta, su cuerpo era musculoso, la piel blanca, vestía una especie de kimono masculino de color negro, un obi de color azul marino con algunos dibujos circulares, sobre su pecho una armadura, el listón carmín que antes había estado en su pata cuando este era un enorme tigre ahora rodeaba la muñeca de aquel hombre y a cada lado de su cuerpo un par de Sai.

Kento: Hermana ¿Qué haces aquí?
Yumiko: Me han mandado a buscarte y a los demás también.
Kento: ¿Ha vuelto?
Yumiko: Sí, hace apenas unos días, viene con su sirviente Jaken y con su mujer.
Kento: ¿Su mujer? ¿la conozco?
Yumiko: No, ella es...ella es humana.
Le dijo a su hermano conteniendo una risita.
Kento: Vamos hermana no bromeés conmigo, Sesshōmaru jamás seguiria los pasos de su padre, el detesta a los humanos.
Yumiko: No es broma, al parecer conoció a la chica hace más de diez años cuando aún era pequeña, por lo que ella me contó la dejó en una aldea humana para que ella aprendiera las costumbres de estos, en fin, ella creció, se convirtió en una mujer muy linda por cierto, y él pese a su orgullo fue por ella, y desde entonces la volvió su mujer, y eso no es todo, resulta que la aldea en donde la dejó vive nada mas y nada menos que Inuyasha con su mujer que es una sacerdotisa.

El Yōkai de cabellera azul no daba crédito a lo que escuchaba...

Kento: ¿Inuyasha? ¿su medio hermano?
Yumiko: Así es, al parecer lucharon juntos para derrotar a un tal Naraku.
Kento: De verdad no puedo creerlo, ha hecho todo lo que juro no hacer, todo lo que criticó en su padre y por lo cual le guardaba rencor.
Yumiko: Lo lleva en la sangre, ¿No crees? Además nadie puede huir de su destino, a decir verdad a mi me parece que su cambio vino desde que conoció a la ama Rin.
Kento: ¿Sma? Creo que también se ha ganado tu afecto.
Yumiko: Tú sabes que yo aprendí a apreciar a los humanos gracias a nuestro pasado y al amo Inu no Taishō, él fue el que incluso nos enseñó cómo protegerlos.
Kento: Lo recuerdo bien, pero sabes que nunca estuve completamente de acuerdo, la convivencia entre ellos y nosotros nunca termina bien, ¿Ya te olvidaste de Izayoi? Hubo muchas cosas en contra desde un principio, hay humanos que jamás nos aceptarán porque le temen a lo desconocido, y por otra parte nosotros no nos debemos permitir que nuestra sangre se mezcle con la de alguien más débil.
Yumiko: ¿Ya te olvidaste de...? La demonesa bajó la mirada con trusteza.
Entiendo tu punto hermano, pero creo firmemente que mientras se pueda proteger ese vínculo vale la pena conservarlo.
Kento: Bueno tenemos puntos de vista distintos hermanita, en fin, no has terminado de explicarme a qué has venido.
Yumiko: ¡Cierto! Bueno el amo Sesshōmaru me ha enviado a buscarlos, sobre todo a ti, quiere tener a los antiguos compañeros de su padre junto a él.
Kento: No entiendo porqué, siempre dijo que no necesitaba a nadie, no veo porqué ahora nos quiere reunir.
Yumiko: Al principio tal vez porque pensaba manejar la casa como su padre, seríamos guardianes del lugar cuando él no estuviera, pero ahora la cosa ha cambiado, él apareció y ha mandado un mensajero para amenazar a la ama Rin.
Kento: ¡¿Qué?!
Su tono era de sorpresa y molestia al mismo tiempo.
Ese bastardo ha reaparecido...
Yumiko: Así es, por eso el amo nos quiere cerca, lo más seguro es que una batalla sea inminente, obviamente él irá a derrotarlo y nosotros protegeremos a su mujer ya que ella no podrá estar a su lado, ¿Qué dices Kento, vendrás conmigo?
Kento: Preferiría que tú también te alejaras de todo ese problema, pero como sé que no lo harás e intentarás proteger a esa mujer, no tengo más remedio que ir contigo.
Yumiko: ¡Oh hermano muchas gracias!, ahora sólo tenemos que buscar a los demás e ir de regreso con los amos.

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