Prólogo.

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"A lo largo de nuestra existencia se nos enseña que la vida, en ocasiones, puede ser increíble, y en otras, un verdadero desastre; que a veces, ésta se puede resumir en una mirada que expresa todo lo que no logramos decir, y en otras, en un suspiro que entristece el alma. Sea como sea, quienes nos dan lecciones de moralidad se olvidan de contarnos que, por encima de todo, la vida es efímera. Y esa es una verdad absoluta de la que el ser humano nunca será capaz de hacer frente. Jamás podremos evitar el inexorable paso del tiempo, y cuando queramos darnos cuenta, en un abrir y cerrar de ojos, en un pestañeo, toda la vida nos habrá pasado por delante. Es evidente que no podemos parar el tiempo... pero podemos hacer el amago, inmortalizándolo en una fotografía, una porción rectangular de papel que alberga las emociones de un momento vivido y del que no queremos olvidar por nada del mundo. Los más audaces aseguran que pueden llegar a ser mágicas, que te permiten viajar a ese viejo recuerdo que en el pasado experimentaste en tus propias carnes, manteniendo vivo tu espíritu y tus anhelos.

La fotografía es, en esencia, algo más complejo que la acción de presionar un simple botón. Es ese arte que permite vencer, en cierta manera, las leyes invariables del tiempo; que permite, a los más soñadores, atrapar en una sola imagen todo lo que el mundo, a veces, no es capaz de transmitirnos.

Es felicidad para algunos, como para mí".

Escribí de forma apaciguada y acompañada de la luz lunar que se colaba por los finos huecos de la persiana. Tras una breve revisión de lo escrito, procedí a publicar el artículo con satisfacción y cerré el portátil de un movimiento. Lo dejé en la mesilla de noche y me metí por completo en mi cama. Cerré los ojos lentamente y el campo de visión empezó a tornarse oscuro hasta que lo hizo por completo. 

Fernweh: a tu lado (by your side) | Sebastian VettelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora