Capítulo 5.

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POV Anastasia.

Paseaba sosegada por delante de los boxes, con la cámara en mano haciendo mi trabajo y con una bolsa de tela negra colgada en mi hombro en el que guardaba baterías y tarjetas de memoria de repuesto, así como dos o tres objetivos de diferentes milímetros para ir cambiándolos en función del tipo de fotografía que deseaba hacer. Con lentitud, me acercaba al interior de los boxes para fotografiar el coche y, en ocasiones, a los pilotos. Llamaba la atención allá por donde pasaba, ganándome la mirada de los trabajadores, quienes permanecían inmóviles ante mi presencia y analizaban quién era y qué estaba haciendo allí, pero con tan solo observar la credencial que llevaba colgada en el cuello, así como la cámara réflex, entendían con rapidez la situación y hallaban ellos solitos la respuesta a sus propias cuestiones.

Había pasado ya por el box de Lotus, el de McLaren, el de Red Bull... y el siguiente iba a ser uno pintado de rojo hasta el más mínimo rincón, uno cuyo logo era el de un cavallino rampante de color negro reconocido a nivel mundial.

Con la misma naturalidad mostrada anteriormente, me acerqué al box de la escudería italiana a realizar fotos de aquello que más me gustaba, hasta que una presencia conocida llamó mi atención y provocó que me sobresaltara sorprendida.

- ¡Toni!- grité al percatarme de su persona a escasos metros de mí; Toni es un buen amigo de mi padre, y es casi como de la familia. Lo reconocí por ese pelo canoso estilo George Clooney que siempre luce, así como por el tatuaje de unas alas de ángel que lleva en la nuca. No solo me gané la mirada de éste, sino de otros muchos mecánicos que permanecían a su alrededor, lo cual me puso algo nerviosa.

- ¡Ana! - y se acercó apresurado hacia mí para darme un par de besos en las mejillas - ¡qué gusto me da verte! - y sonreí al escucharlo - estas bellísima - espetó aquel hombre de mediana edad vestido de rojo.

- Gracias Toni - contesté - ¿qué haces aquí?, no me digas que trabajas para la escudería - dije al borde de la incredulidad.

- Sí, soy mecánico de Ferrari.

- ¿En serio? - pregunté perpleja - ¿desde cuándo?, ¿y por qué no sabía nada?, ¿y tu taller, qué ha pasado con él?

Toni abrió la boca con la intención de responderme a todas y cada una de esas cuestiones, pero un grupo de 6 o 7 mecánicos se hicieron presentes detrás suyo y permanecieron todos ellos sonrientes mientras depositaban sus miradas en mí. Me resultó una escena muy cómica. A todo esto me di cuenta de otra persona que me miraba a lo lejos... no podía ser, ese era... ¿Sebastian Vettel?, dios mío, sí, es él, no puedo creer que me encuentre tan cerca del piloto alemán, le he visto tantísmas veces por televisión que me parecía del todo irreal lo que estaban viendo a través de mis ojos, y ahora verlo en persona me provoca una ilusión tremenda; además, en un pensamiento fugaz, consideré que se veía incluso más guapo en persona. Con rapidez, desvió la mirada hacia un costado y yo me centré en esa muchedumbre de personas interesadas en hablar conmigo.

- Tu eres Anastasia, ¿verdad? - interrogó un hombre sonriente y con la misma vestimenta que Toni.

Reí por lo bajo.

- Sí, soy yo - afirmé serena mientras apagaba la cámara en un solo movimiento.

- ¡Qué suerte vamos a tener estos días de tener a un bellezón como tú rondando por el circuito!

Me sorprendí ante la espontaneidad de otro de los mecánicos que hasta ahora no había hablado, y no pude evitar ponerme algo inquieta. ¿Acaso vienen a ligar conmigo?

- Pero, ¿cómo saben ustedes...? - y dirigí mi mirada a Toni, quien probablemente debía saber de mi visita al circuito y se lo debió contar a los compañeros. Éste giró la cabeza molesto y dirigió sus palabras a todos los compañeros que tenía detrás.

Fernweh: a tu lado (by your side) | Sebastian VettelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora