Cuatro

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Las luces neón eran las protagonistas en el ambiente, pintando todo de colores centelleantes, ocultando la apariencia repugnante del lugar, que si ponías real atención podrías darte cuenta de su verdadera apariencia

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Las luces neón eran las protagonistas en el ambiente, pintando todo de colores centelleantes, ocultando la apariencia repugnante del lugar, que si ponías real atención podrías darte cuenta de su verdadera apariencia.

El pequeño Omega pelirosa camino por aquel pasillo que había aprendido a conocer con los años.

Haciendo todo lo posible para disimular el pequeño temblor de su cuerpo.

Caminaba sigilosamente hacia la oficina del jefe.

Pasando frente a las habitaciones podía escuchar muchas cosas horribles, palabras y sonidos de situaciones obscenas, gemidos extasiados de alfas y omegas tanto como gritos de dolor y súplicas de ya no más.

Un espasmo lo atravesó con esto último, y es que esa era su realidad, una de la que no podía escapar.

El "pase" desde atrás de la puerta casi lo hizo llorar. En lo profundo de su ser estaba rezando para que por una vez no estuviera en el lugar, pero parece que sus súplicas no fueron escuchadas.

Camino con la cabeza gacha, recibiendo miradas morbosas de los guardias al pasar a su lado.

—Siéntate, Kitty. —ordenó autoritario.

De pie y dándole la espalda, el estar sentado solo lo hacía sentir más pequeño e indefenso de lo que ya estaba. —Si estás aquí es por algo, ¿No?. Debo suponer que lo conseguiste.

—S-si —Titubeo, tragando saliva intentando calmar el temblor de su voz.

Extendió el fajo de billetes a través del escritorio malgastado, viendo al hombre tomarlo y contar uno por uno.

El silencio le resultaba terriblemente abrumador, solo quería que ya todo terminara.

—Tenías un día para lograrlo, omega. Sabes lo que pasaría si no.

Su voz sonaba amenazante, algo andaba mal.

Su lobito se encogía en su interior asustado, no quería estar ahí.

—A-ahí está todo, cumplí co-con mi palabra.

El alfa golpeó el escritorio con fuerza, disfrutando ver al Omega encogerse en su lugar asustado.

JiMin retuvo el sollozo que quería escapar de sus labios.

El contrario suspiró con cansancio.

—Pasaron dos días, Kitty. —Le aclaro, sonando un poco enojado. —El plazo terminó. No creí que fueras tan ingenuo.

Camino hasta encontrarse frente a él.

Con una sola mano tomó su rostro con fuerza, obligándolo a levantar la mirada.

Presionó sus ojos asustado, intentando retener las lágrimas y no queriendo ver al hombre frente a él. El motivo de su sufrimiento.

»—¿En serio creíste que te dejaría ir?. Los clientes pagan más por ti que por cualquier otro Omega. —acercó su rostro peligrosamente al de JiMin, al punto en que podía sentir el aliento del contrario.

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⏰ Última actualización: Apr 13 ⏰

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