Capítulo 41 -𝘔𝘢𝘵𝘦-

1.1K 123 7
                                    

Abro lentamente mis ojos acostumbrándome a la luz que hay en el lugar, y vaya que hay mucha

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Abro lentamente mis ojos acostumbrándome a la luz que hay en el lugar, y vaya que hay mucha.

Observo todo a mi alrededor y mis cejas se alzan recordando que ya había estado aquí. Volteo a mi derecha y confirmo mi teoría.

Mutare se encuentra dormida a mi lado.

Observo una enorme flor de cristal cerca de ella, no es por presumir, pero mi loba de verdad que es bella. Me levanto de mi sitio y comienzo a analizar el lugar, sigue justo como lo recuerdo. ¿Estaré soñando o esto es real?

—Querida Dynthea

Casi rompo mi cuello de lo rápido que gire a ver a la mujer. La cual sigue igual a la ultima vez que la vi. Ese perfecto cabello grisáceo, con un vestido flojo que se movía con el viento. Sencillamente hermosa.

—Diosa— Me inclino ante ella y escucho una melodiosa risa.

—Tranquila mi niña, no tienes que ser tan formal.

Me levanto con las mejillas rojas y asiento.

—Vamos linda, acompáñame a dar un paseo.

Comenzamos a caminar en el hermoso patio de tonos celestes y blancos.

—Cuéntame que ha pasado últimamente.

—Creí que lo veías todo— Y el color vuelve a invadir mi cara. Mierda, que descortés.

—Lo hago, pero me gustaría que alguien que lo vivió, me lo cuente.

—Bueno, ganamos la guerra gracias a Marge, degollé a Regina y desde entonces soy reina. Lunae se ha recuperado rápidamente y ya.

Una suave risa se vuelve a escuchar.

—Vaya, eso si fue un buen resumen.

Bajo mi cabeza. MALDITA VERGÜENZA.

—Sabía que lo lograrían. Pero hay algo que me preocupa querida.

—¿Qué es?

Ella para su caminar y la imito de inmediato.

—¿Qué es? — Repito.

—Lo que te dije sobre el amor, ¿porqué aun no lo dejas entrar a tu  vida?

¿Habla de Stefan?

—Bueno, intenté enamorarme de Stefan, pero las cosas no salieron bien. Pero no se preocupe, ahora somos buenos amigos.

—No me refería a él, linda.

¿Eh?

—¿Entonces a quién?

—A tu mate, por supuesto.

Esa palabra entra letra por letra a mi sistema. Mi boca se seca y me quedo petrificada.

¿De qué habla?

—P-Pero las Reinas no tenemos mates, tú así nos creaste— Digo rápidamente tropezándome con mis propias palabras.

Rebel AlphaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora