Capítulo treinta

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Frío.

Estaba frío... y duro.

La bruma de la inconsciencia comenzaba a desaparecer de su sistema con pereza. 

Agudizando el oído, frunció su nariz y su ceño cuando percibió el cantar de un par de pájaros.

... ¿Pájaros?

Entonces, reaccionó.

Abrió sus ojos con pereza parpadeando un par de veces para acostumbrarse a la iluminación del lugar. Se sorprendió al encontrarse en el suelo lleno de tierra del parque de su infancia.

Mareado, tomó asiento con ayuda de todas las fuerzas que lograron darle sus brazos. Su mano derecha fue directo a su cien palpando la zona con cuidado, pues su cabeza dolía a mares.

Divisó su celular a menos de un metro de distancia de él, y dispuesto a tomarlo, se estiró. Sin embargo, un llamado hizo eco en sus oídos.

—¡Jimin!

Miró en dirección al sonido encontrándose con el ángel sin alas que le entregaba felicidad con su existencia.

Hobi hyung...

—Hy-hyung— gimoteó mientras observaba al mayor acercarse preocupado a él. Jimin puchereó recordando todo lo que había sucedido antes de que se desmayara y de sus ojos brotaron lágrimas involuntarias.

—¡Aigo! ¿Estás bien?— Hoseok se agachó a su altura y se aferró a él con fuerza al ver el estado vulnerable del menor. —Está bien, estoy aquí, pequeño— él se arrepintió de inmediato del apodo por el que había llamado al menor, pero no lo dio a notar al no recibir respuesta contraria.

Pasaron muchos minutos antes de que Jimin comenzara a calmarse de a poco. El mayor hizo el amago de levantarlo del suelo y él solo se dejó hacer, exhausto. Hoseok los dirigió hacia una de las viejas y desgastadas bancas del viejo establecimiento en el que se hallaban y se sentaron sin romper el abrazo que compartían.

—¿Estás mejor?— preguntó bajito, sin querer romper la atmósfera de calma que tenían.

—S-sí, lo siento.— sorbió su nariz.

El castaño se separó un poco de él para limpiar sus lágrimas y, de paso, la mínima cantidad de suciedad que había quedado en su rostro al momento de desmayarse.

—No te disculpes— negó con la cabeza —¿Quieres hablar?

—Uhm— Jimin titubeó un poco —Creo que Jihyun me odia.

—¿Qué?

—Yo...— su voz tembló. Si llegaba a hablarle a Hoseok sobre lo que le había estado ocultando a su hermano respecto a su padre, tendría que conocer a fuerza toda la historia para entender mejor el contexto.

El rubio confiaba en él, por supuesto que lo hacía. Quizás tanto que se llegaba a aterrar en cierto punto, pero el mayor siempre le había mostrado una sonrisa cuando estaba con él. El problema era que temía que se alejase de él al conocer su pasado, desde su autoestima completamente destruido, hasta el grueso caparazón de fingida valentía que portaba todo el tiempo; no estaba dispuesto a dejar de ver el cariño de amigos con el que Hoseok lo trataba.

—Puedes hablar conmigo— habló el castaño como si pudiese leer su mente —Sé que no te conozco tanto, pero me encantaría que me permitieras llegar al fondo de tu corazón.— Sus mejillas se iluminaron, al oírse decir tales palabras y al notar la mirada sorprendida del menor sobre él, por lo que se corrigió inmediatamente —Me refiero a que si vamos a ser buenos amigos, debemos conocernos bien, ¿no?

☄Muéstrame Tu Talento☄ [ʜᴏᴘᴇᴍɪɴ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora