Prefacio

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— ¡Joder, llego tarde! —

Con un pie sobre el asfalto del estacionamiento central de la tan reconocida universidad en la ciudad de Sina, la joven Ackerman no hizo más que soltar un gruñido en desesperación. El terrible sol caía despampanante sobre ella misma pero la brisa era tan helada como contradictoria al gran cielo, haciendo de ella aún su humor más fuerte de lo que solía serlo usualmente.

Podía echar un vistazo a su enorme entorno y así mismo podría darse de cuenta incluso que ella era la única que tenía la suerte de perder sus planes al querer llegar puntualmente a sus clases, no había ni un alma que le acompañase en su pena, nada, ni un maldito bicho que le interrumpa su preciado día. Incluso podría llegar a ser sombrío el hecho de verse tan sola a tales horas de un mes tan favorable como ese. Con el tacón de sus zapatos resonando contra cada paso pesado de la fémina, la joven no tardó mucho en extender su muñeca y fijar su mirada sobre su reloj de mano, notando en si que solo faltaban cinco minutos para que la clase empezara a ser dictada, y por más que quisiera ver el visto bueno, todo su tiempo estaba siendo evaporado como el humo sobre el aire.

— Dios, ¡Tendré que correr! —

Ya sin prestar mucha atención, la azabache no hizo más que tomar su bolso de un solo lado sobre su hombro y partir a correr una vez sintió pequeñas gotas humedecer su ropa, contaba con la notoria actitud de que el lugar no contaba con un techo en la entrada, pero estaba cerca, ya muy cerca de estar en las puertas de la universidad, solo debía correr un poco más...

Pero si algo era conciente la menor de los Ackerman, es que ella no podría tener todo tan fácil.

Tan pronto como la pequeña voz alentadora de su mente le exigía que solo falta unos cuantos metros para llegar, un fuerte chirrido alteró su concentración, provocando que guiara su mirada oscura como la noche sobre lo sucedido para fijarse que lo que había sido presenciado por sus oídos no fue más que un desliz de unos neumáticos de bicicleta y luego un fuerte impacto contra ella, provocando que el golpe de su cuerpo al caer contra el suelo fuera lo siguiente al mismo tiempo que un quejido dolorido abandonado sus labios, cerrando sus ojos por pura voluntad y permitiendo que sus sentidos fueran activados.

"Mierda, ¿Es en serio?, ¿Justo ahora?"

El dolor sobre su pie era soportable pero molesto, podía resistir eso, claro que sí, solo debía levantarse y correr lo más rápido, y pensar una escusa pronto.

— Estúpida chica, ¿Es que acaso no ves que me estás atrasando? —

Apenas pudo oír en cuanto abrió sus ojos de sopetón, reconociendo aquella voz tan irritante y molesta que escuchó durante dos años seguidos para su mala fortuna. Soltó un gruñido desesperada ignorando las palabras del cabellos chocolate, antes de hacer lo más costoso para sacar su cuerpo debajo de la bicicleta y quejarse en el intento, levantándose para mirar su propio cuerpo y así fijarse que su pantalón ceñido petróleo que había comprado recién ayer ahora tenía un pequeño agujero en la cual denotaba su piel raspada, su camisa blanca estaba levemente sucia y sus zapatos estaban de buen estado, por lo menos su cabello era por encima de sus hombros y no tendría mala presentación, rogaba a la diosa Ymir que su maquillaje no se hubiera regado por la suave lluvia.

— ¡Callate, idiota! —

Aún así, ignorando lo sucedido, se arrodilló sobre el duro suelo para recoger las pocas cosas que habían terminado cayendo, y con la fuerza que carecía, se levantó con el dolor molestando para echarse a correr, escuchando de fondo como la campana de la primera hora de hacía sentir y las puertas se iban cerrando poco a poco.

A little BIG problemDonde viven las historias. Descúbrelo ahora