Chapter V

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"En el mundo animal pasan las cosas más bellas de la vida."

Gloria Fuertes






















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Capítulo cinco:
El comienzo de una historia.



























Realmente no lograba comprender el mundo exterior, la simpleza de los movimientos aleatorios que daba su entorno para estar equilibrado y comprensivo, el como la tierra podía girar sobre su eje con tanta calma y el espeso cielo azul como permanecía libre después de todo rastro feroz impregnado en lágrimas lluviosas. Le tenía confundida el como todo podía ir tan bien y que no encajara jamás por más que lo intentare en ese ciclo vicioso de paz.

Todo estaba dando vueltas, estaba todo lleno de confusión y no era un momento en que su lucidez funcionara de forma correcta. Realmente maldecía el momento de haber aceptado aquel encuentro con su glotona amiga de mirada ámbar que no se había asomado ni un poco a ver de ella.

Las palmas de sus mano ardían ante el tacto del asfalto contra su tacto, podía jurar que se había dañado la piel de las mismas o que se había irritado por poder detener el descenso de su caída. Aunque no servía de nada, igual estaba tirada sobre el suelo.

Dolía.

Bam. Bam. Bam.

El eco continuó de los latidos furiosos de su corazón sobre sus tímpanos se volvió soportable por unos segundos, a medida de que el color ambiguo del dolor cesante que permanecía sobre su trasero disminuía pero no desaparecería de un todo, contagiando a su cerebro de poder provocar pequeñas lágrimas en los orbes semiabiertos suyos, que ante dicha caída se había vuelto todo muy lejano.

Solo fue una pequeña caída y sentía que moriría. Una vez más, maldijo a sus adentros ser tan débil. 

El aire en sus pulmones se había terminado extendiendo por el lugar para mezclarse con los soplidos del viento, envolviéndola en un nervioso paradigma al que sintiendo la sensación de asfixia consumirla, provocando también que sus mejillas tomarán calor de inmediato en cuanto un insoportable peso sobre su pequeño cuerpo le causara aún más incomodidad. Realmente estaba inquieta y necesitaba salir de ahí.

"Necesito salir de aquí, ¡Ya!"

Abrió su boca dispuesta a poder decir algo, por lo menos a poder gritar para poder calmarse, pero simplemente sus vueltas vocales se negaban a aceptar aquel pedido, dándole aún más pánico no poder exclamar maldiciones diestras y siniestras.

"Mierda, mierda, mierda"

Su mente daba muchas vueltas para cuando abrió por completo sus ojos de sopetón, dejando así que sus grises se recompusieran por lo sucedido, pese a que no fue muy grave, sin embargo, visualizó primero una mata de cabellos castaños desordenados en largas ondas atrayentes que podría perderse en ellas, denotando así como su atención iba poco a poco bajando hasta notar como aquellos mechones apenas cubrían las facciones masculinas del chico frente suyo. Su respiracion se había cortado de forma bruta apenas sus onix se encontraron con los ojos aguamarina de aquel muchacho moreno. Sí bien había pasado su adolescencia rodeada de hombres por parte de su familia y mejor amigo, Mikasa sintió su mundo pequeño por pura casualidad. Era realmente precioso.

Estaba fascinada con la belleza varonil de aquel hombre, incluso podría decir que cada facción suya era tallada de forma perfecta, delicada y merecedora ante los ojos del mundo. Desde la poca lejanía que había entre ambos ella pudo apreciar las pestañas negras y largas de aquel chico, también como sus ojos verdes tenían un suave color azul que los hacía ver realmente magníficos como únicos, dándole la bienvenida a sus cejas pobladas oscuras con la tonalidad morena de su piel que hacía contraste con el castaño de sus cabellos. Sus ojos bajaron lentamente por sus facciones ante la vergüenza de ser descubierta para observar sus labios, tragando saliva aún más por lo terriblemente atractivos que eran. Los pequeños mechones desparramados no evitaron que ella viera cada trozo de su rostro sin vergüenza alguna, memorizado cada peca, cada gesto y color de su mirada, haciéndola sentir desnuda de la nada e intimidada. Nuevamente elevó sus onix en busca de los suyos para poder soltar una exclamación que se perdió en el aire, ver cómo el muchacho le observaba con tanta intensidad a sus ojos sin apartar la mirada de los mismos, como sí estuviera viendo frente a él algo único en su especie última en su especie, y no sabia sí era porque sus rasgos eran muy buenos para ver o sí simplemente estaba siendo muy obvia con sus acciones. Pese a eso, aun el recordatorio de lo sucedido concluyó por su pequeña anatomía cuando notó que el grande cuerpo ajeno estaba aprisionando el suyo, quedando en una posición tan comprometedora para los ojos expectadores de tan bochornoso momento que se asomaron.

A little BIG problemDonde viven las historias. Descúbrelo ahora