Chapter III

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“La mariposa recordará por siempre que fue gusano.”


Mario Benedetti



























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Capítulo tres:
¿Se podría ser feliz algún día?



















Tic.

Un pequeño movimiento de pies.

Tac.

Un suspiro ahogado.

Tic.

Otro suspiro perdido entre el viento.

Tac.

Un golpe fue suficiente para poder abrir sus ojos de golpe al momento que su cuerpo se levantaba de sopetón debido a la sorpresa, sintiendo su corazón golpear con insistencia su caja torácica a medida de que el aire volvía a el con violencia en un ritmo alocado. Permitió que sus orbes agua marina se acostumbraran a la fuerte luz del día que lo envolvía, recibiendo un cesante dolor en su espalda ante el recordatorio de quedarse dormido en la corteza de un árbol a las afueras de los muros. Echó un vistazo ante el panorama que lo embargaba a medida de que su respirar se volvía más lento cada vez más recordaba la razón de la cual yacia ahí solo.

El ruido en sus oídos lo aturdían de sobremanera, sin contar que sentía su garganta seca como si hubiera dormido años sin beber un poco de agua. Su estómago dolía horrores y vibraba de forma molesta ante el hambre que sentía. Sus ojos una vez más se dispusieron a buscar la razón por la cual fue despertado de forma brusca, pero al no ver más que solo pasto verde rodearlo y unos cuantos árboles, el castaño llevó sus largos dedos hasta su rostro, restregando del mismo contra sus palmas a medida de que sentía su cabeza explotar.

— Maldición —

Con su tono de voz rasposo se mantuvo en su lugar unos minutos más, buscando desde lo más profundo de su memoria algún rastro de recuerdos que le ayudasen a saber el porqué de su paradero ahí.

Pero no obtuvo nada.

Blanco.

Nada.

Absolutamente nada.

Para cuándo estuvo dispuesto a levantarse de su lugar para volver con su madre y seguramente recibir de su parte unos cuantos gritos, el joven moreno de ojos claros recibió una serie de flashbacks veloces, abriendo sus ojos de sopetón para poder quedarse estático, consumido en su asombro.

Tenía que ser una broma.

Rápidamente sus facciones se endurecieron ante la molestia de sus pensamientos, mirando sus pies descalzos y sus piernas desnudas libres de todo rastro de pantalones. Rápidamente tocó su torso y solo sintió ante su tacto el desnudo de su cuerpo y solo como unos cuantos bichos había dejado algunas picaduras que tendría que sanar.

— ¡Vete al diablo, Ymir! —




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A little BIG problemDonde viven las historias. Descúbrelo ahora