Capítulo ocho: Como antes.

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Capítulo ocho: Como antes.

Mi papá creyó que me habían robado... o incluso algo peor. Salió de la casa porque escuchaba sollozos y me vio tendido allí, en la fría nieve, como si me hubiesen amenazado de muerte. Estaba tan asustado que me llevó adentro de la casa y me revisó de pies a cabeza. Después de cerciorarse de que estaba en perfectas condiciones (físicamente, por su puesto), me condujo arriba, llenó la bañera con agua caliente y me dejó un rato para tranquilizarme. No sé si temblaba del frío o eran secuelas del llanto.

Cuando me acosté, mi papá se quedó a mi lado hasta que me quedé dormido. Todo para ver si estaba bien, si necesitaba algo, si quería contarle qué había pasado... Y no, no quería hablar del tema. No quiero hablar del tema. Me pongo a llorar de solo pensarlo. Parecía un niño pequeño que tenía miedo del mundo de las sombras y necesitaba a su padre más que nunca.

En la mañana, ya entré en calor. No veo a papá por ninguno de los rincones de mi habitación. Es un alivio no verlo por aquí, me da tiempo para estar solo, cosa que no he disfrutado mucho desde que llegué a casa. Miro todas mis cosas: mis libros, mis cuadros, mi computadora, mis muebles. Todo en perfecto orden, como si el tiempo no hubiese transcurrido.

Como si la noche pasada todavía no sucede.

Talvez así tuvo que pasar. Quizá, de un modo u otro, todo iba a terminar con este desenlace. ¿Qué nos llevó a mentirnos, a distanciarnos, a desconfiar el uno del otro? Yo no tengo muchos secretos con él y digamos que decirle lo mucho que me gusta no es un secreto digno de ser dicho. ¿Por qué no me quiere decir las cosas? Quiero que sepa que me atormento cada día por dejar que las cosas pasaran así.

Recibo una llamada de Astrid al mediodía. Como me rehusé a desayunar (porque tengo un nudo en el estómago que evita la ingestión de alimentos) mi papá me obliga a comer el almuerzo: carne azada con puré de patatas. En el ínterin entre poner la mesa y servirme la comida, suena el teléfono. Mi papá atiende, se queda quieto un minuto y me da el teléfono.

-Es para ti -dice.

Por un momento me imagino que es Jack. Sueño que me llama para disculparse, para comentarme qué le sucede realmente y para suplicarme que volvamos a ser amigos. Obviamente que le diría que sí, aún si todavía estoy enojado y triste.

Escucho la voz de Astrid a lo lejos.

-¿Hola?

-¡Hipo! -escucho pronunciar a Astrid del otro lado-. Prometiste que me llamarías antes de las vacaciones de invierno.

-Yo... -Miro a mi papá quien me clava una mirada interrogativa. No es costumbre que alguien (que no sea Jack) me llame a casa, más aún si es una chica. Y, debido a la situación de anoche, mi papá quiere saber lo que me pasa y puedo leer en su mente que creer que es debido a Astrid. Me levanto de mi asiento, le hago una seña de que todo está bien, y me voy a hablar al pasillo, dejando a mi papá lejos en la cocina-. Lo siento, Astrid.

-No hay problema -dice de repente. Se mantiene callada unos segundos y, por alguna razón, no quiero interrumpirla-. Hipo, ¿estás bien?

Cuando pronuncia eso, siento muchas ganas de llorar. Hago un esfuerzo sobrehumano para contener un sollozo estruendoso, sobretodo ahora que mi papá debe de estar controlándome con el oído pegado a la pared. No la quiero preocupar a ella también, así que me trago una respiración profunda y digo:

-Me peleé con Jack.

-Entiendo -responde-. Pero los mejores amigos siempre se pelean y vuelven a reconciliarse. Seguramente les ha pasado millones de veces. ¿Realmente es eso lo que te tiene mal?

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⏰ Última actualización: Jan 14, 2016 ⏰

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Ciudades de mentira [Frostcupp/Hijack]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora