Capítulo cinco: Extrañas palabras y acciones engañosas.

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Capítulo cinco: Extrañas palabras y acciones engañosas.

Por alguna razón, mi cabeza da tantas vueltas que creo que estoy dando giros dentro de un carrusel en movimiento. Aún con los ojos cerrados, mi cuerpo está tan débil que siento miles de rocas dentro de mí que me hunden en la cama. No hay luz, eso es seguro, pero mi cerebro parece que va a explotar si me muevo un milímetro más.

La puerta se abre de un portazo, haciendo que mis oídos lo capten y envíen ondulaciones molestas y dolorosas a mis neuronas, y escucho a alguien entrar a paso rápido. Me cubro los oídos con las palmas de las manos y me llevo la manta hasta la cabeza.

—¡Levántate! —me ordena una voz, muy parecida a la de Jack, pero está es más firme.

Me quita la manta del cuerpo y abre las cortinas descaradamente. Mis ojos se adaptan a la molestia de la luz, que evita que mire con claridad, así que me es imposible ver a la persona que está haciendo esto. Tampoco puedo saber en dónde estoy y cómo llegué aquí, pero esa no es la mayor de mis preocupaciones. Ahora, todo mi ser está concentrado en los dolores musculares, cerebrales y de sentidos que estoy teniendo.

—Tienes suerte de que tú padre no esté en casa, pero no puedo cubrirte más —dice, y ahora sí que estoy seguro que es Jack—. Le mandé un mensaje diciendo que estabas bien y que yo me quedaría contigo, pero va a llegar en cualquier momento así que levántate.

No puedo hablar o no quiero hablar, simplemente quiero que se vallan estos dolores estúpidos. Pero, aparentemente Jack no me entiende (aunque no estoy hablando pero se supone que debería ver mí cara para saber que no estoy bien) y me sacude con ferocidad. De repente, me sube la bilis a la garganta y hago un gran esfuerzo para no vomitar en la cara de Jack, tragando los jugos gástricos que me suben y bajan sin cesar.

 —Hipo, levántate —dice, pero esta vez es muy suave.

—No me siento bien —balbuceo. La verdad es que eso quise decir pero no sé si de verdad lo dije o le pensé.

—No me sorprende —responde Jack, y me hace entender que sí comprendió lo que balbuceé, tartamudeé o le que sea—. Dime, ¿acaso debería estar feliz de que no te inyectaste heroína o consumiste marihuana?

Está enojado. Se le nota en el tono de voz, sin llegar al grito pero siendo frío y firme. Intimida y aún más sabiendo que estás en problemas. Sin duda, esa arma será de gran ayuda cuando se case y tenga hijos… Obviamente sin mí.

—Mhh… —es lo único que me digno a decir correctamente. No sé que responderle a Jack, aunque debería decirle que no pensaba drogarme. Pero, tampoco pensaba tomar alcohol y, aún así, lo hice. Supongo que es mejor no decir nada.

—Tu papá me llamó anoche —continua diciendo Jack más tranquilo—. Me preguntó cómo estabas y si ya estabas en casa. Dijo que él no estaría porque pasó algo con tu tío, pero que no era grave. —Se sienta a mi lado en la cama y me acaricia la cabeza, sacando de mi cara unos mechones rebeldes que caen  por mi mal tratada cara—. Tuve que mentirle diciendo que todo estaba bien, mientras te encontrabas vomitando y riendo en el baño. Agradece que no tuviera una cámara cerca, porque te iba a transformar en la portada del diario escolar.

—Lo siento —murmuro y me remuevo inquieto. Jack no deja de acariciarme mientras afloja la mirada.

—No hay problema. —Me besa la frente—. Creo que tienes fiebre. Cuando estés más lucido, vamos a tener una larga charla. Ahora, debes bañarte.

Me levanta y yo no opongo resistencia alguna. Me apoya sobre su hombre y mi cabeza rueda hasta quedar frente al cuello pálido de Jack. Por muy increíble que parezca, tiene el mismo perfume que ayer. Ahora que lo pienso, sigue igual de vestido que en la fiesta, lo que quiere decir que no se cambió y durmió así.

Ciudades de mentira [Frostcupp/Hijack]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora