10. Te tengo.

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"Si me deshiciera de mis demonios, perdería a mis ángeles."

Tennessee Williams.

Rafael observó a Uriel dar un soplo con su aliento, aquello calmó a la gente, reanimó a aquellos que perecian y avivó el espíritu de aquellos que ya habían perdido la esperanza.

Por último, rodeó el lugar con una estela de fuego divino, este no se consumía ni se apagaba con el agua o por ausencia de aire, tampoco quemaba las cosas ni las dañaba. Parecía que su única función era dar luz, calor y protección.

Una vez hecho esto, el arcángel se irguió y destello en luz, de repente la gente a su alrededor quedó anonada y en un estado adormecido, muchos de ellos no recordaban lo que sucedió en los últimos minutos o recordaban haber visto al ángel.

Uriel se reunió con su ejército y siguieron su camino alrededor del mundo. El ejército estaba conformado por coches estilo romano, tirados por grandes caballos de fuego con un carácter fiero.

Los caballos no podían ser tirados por otra raza que no fuera la celestial. Nadie sabía como domarlos, ellos solo sabían de guerra.

-¿A dónde, señor?-preguntó un general.

Uriel meditó, escuchó un aleteo a su espalda. Giró un poco para ver una figura humanoide de fuego, su semblante duro se suavizó.

-Hermano -Uriel extendió los brazos para abrazar a Gabriel-, aquel que haya osado matarte morirá.

Gabriel se materializó en forma humana, era un poco más bajo que Uriel.

-He traído noticias de las puertas de Abadom -dijo después de soltarse del abrazo.-:Por el momento todo esta bajó control.

Uriel asintió.

-... Pero -suspiró-, Behemot no ha podido ser controlado. El dragón quema las cosechas y Leviatán está amargando el agua.

Uriel suspiró.

-¿Qué hay sobre los caídos?-preguntó.

Gabriel se irguió.

-Ellos se mueven rápido, está mañana estaban por las tierras que los humanos llaman Canada. Pero ahora están por el medio Oriente.

-Mm... los llama la guerra y el dolor. Pero no solo eso, quieren encontrar a los caídos más antiguos.

Gabriel apretó los dientes.

-No saben en donde están -musito-. Nunca fue...

Al quedarse en silencio, el arcángel más grande miró al rubio que se había quedado sin voz.

-La espada trisquel -expresó, se llevó una mano a la cabeza-. Buscan al portador original.

Uriel posó su mano sobre el hombro de Gabriel.

-Ellos no pueden romper las cadenas. Nadie puede a menos que se nos dé el poder para hacerlo.

-Pero la espada...

-La espada no funcionará con nadie que no lo merezca. Conocés la inscripción gravada a fuego en ella.

"Empuñame con nobleza o no me empuñes.
Úsame con justicia o no me uses.
Porque mi ataque cumple el objetivo de tu corazón, pero hallarás aflicción. "

Gabriel se sabía de memoria las palabras inscritas en la espada. Igual que los demás objetos celestiales, todos traían una advertencia.

Uriel tomó las riendas de los caballos y las agitó un poco.

-Los rebeldes perecerán lo mismo que los caídos -informó-. Sabes que nosotros no recibimos el mismo perdón que los humanos.

Mi Ángel GuerreroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora