일곱

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Geonhak se cruzó de brazos y se apoyó contra la pata de la cama- pruébalo

Dongju frunció el ceño profundamente. En realidad no había mucho que pudiera hacer para probar su historia. Ni siquiera era capaz de hacer milagros en el cielo, mucho menos en la Tierra. Desesperadamente esperaba que Hwanwoong de repente apareciera y lo ayudara a probarlo, pero no tenía tanta suerte.

- No sé cómo puedo probarlo. Tú dime cómo hacer para que me creas.

- No lo sé. Tú eres el ser celestial -las palabras de Geonhak goteaban en el sarcasmo y agito su mano furiosamente.- Pide una guía divina. Diablos... saca tus alas y vuela por la maldita habitación.

- ¿Por qué estás tan enojado? -Dongju preguntó con un gran puchero,- ¡no puedo evitar lo que soy!

- ¿Entonces por qué estás haciendo este estúpido cuento? te dije que no me importa lo que eres, o incluso lo que hayas sido. Pero no... No me mientas. -Geonhak dijo, su voz se quebró un poco al final.

- ¡Ya te dije lo que soy. Simplemente no me crees!

- ¿Me dices que eres un ángel y luego esperas que te crea? -Geonhak se pasó una mano por el pelo y camino hacia el frente de la cama.- ¡Dios, eso es ostentoso!

Dongju le dio a Geonhak esa mirada - la que decía más que las palabras que el mayor le había dicho.- No me sorprende que utilices esa frase.

Geonhak se congeló.- ¿Qué tiene de malo?

- ¿Quieres que te responda eso? ¿Honestamente? -Dongju lamentó las palabras tan pronto como salieron de su boca. El chico angelical sabía que si iba por este camino, no había vuelta atrás. Si comenzaba la lista de las faltas de Geonhak las cosas se pondrían feas. Toda la frustración, toda la confusión, todo lo que el más joven sentía, saldría. Dongju nunca fue bueno en ocultar sus emociones, y él sabía que no podría aunque lo intentara.

- Eres el ángel -Geonhak escucho la crueldad en su propia risa,- Tú dímelo.

- Está bien. Quieres la verdad, te voy a decir la verdad. La dolorosa verdad. Tú piensas sólo en términos de dinero. ¡Todo es dinero para ti! Me ofreces dinero para escucharte, para entrar en tu coche. Tratas de comprar todo. A todos.

Geonhak se quedó allí, viendo a Dongju, escuchando al pequeño decirle cosas que no le importaba escuchar, sobre todo de él.

- Ni siquiera me puedes dar un cumplido, Leedo. Dijiste '¿Dongju, te ves precioso?' No. Tú dijiste 'Luces la riqueza bellamente'

Hizo sonar a Geonhak increíblemente presuntuoso.

- ¿No sabes que hay cosas más importantes que el dinero o el oro?

Geonhak estaba rígidamente silencioso, pero profundamente en su interior se estremeció ante la sinceridad en la voz de Dongju. Era como si el chico pequeño estuviera diciendo estas cosas porque se preocupaba verdaderamente por Geonhak - porque realmente se preocupaba por él.

- ¿Es tan difícil que entiendas, Leedo? La gente no debería ser comprada. Deben ser respetados. Incluso la persona más harapienta y pobre en Seúl sigue siendo un ser humano. ¿No puedes encontrar en tu corazón el ayudarlos, incluso a uno de ellos, por tu cuenta?

Geonhak se quedó en silencio, con la mandíbula apretada, y el mentón levantado.

- Y mira tu casa -continuó Dongju.

- ¿Qué hay de malo en mi casa? -Geonhak le preguntó, por fin encontrando su voz una vez más.

- Coleccionas cosas.

𝐶𝑎𝑑𝑎 𝑣𝑒𝑧 𝑞𝑢𝑒 𝑆𝑢𝑒𝑛𝑎 𝑢𝑛𝑎 𝐶𝑎𝑚𝑝𝑎𝑛𝑎 || 𝘓𝘦𝘦𝘰𝘯Donde viven las historias. Descúbrelo ahora