the other woman | chaelisa

004

Hoy llegaba Jennie.

Lisa daba vueltas por la casa, la mantenía aseada y oliendo a rosas recién cortadas. El humo del horno también ayudaba con el olor a chocolate que desprendía.

Solo habían pasado dos días desde que Chaeyoung llegó al vecindario y todas ya habían establecido una amistad con ella. Chaeyoung siempre trataba de buscar a Lisa y encontrar las palabras adecuadas para invitarla a salir.

Pero lamentablemente Lisa siempre estaría enamorada de Jennie. ¿O no?

—Las cuatro en punto, está por llegar —se acomodaba su vestido esperando a que el timbre sonara.

'Ding Dong'

—¡Jennie! —sus brazos recorrieron su espalda para atraerla hacia ella.

—Mi Lili, déjame verte... —la alejó y la tomó de las manos para darle una vuelta— Hermosa como siempre —susurró en su oído, erizando su piel.

—¿Cómo te fue? —la pregunta rutinaria salía como siempre, esperando por la misma respuesta.

—Bien, emocionada por verte y estar contigo —fueron hasta el sofá, sentó a Lisa en sus piernas y la acercó a ella, comenzando a besarla.

Lisa paró el beso, comenzaba a hartarse de la misma mierda.

—No, pero cuéntame ¿qué hiciste? Yo te hice un pastel de bienvenida, está en el horno pero ya casi sale —recargo la palma de sus manos en el pecho de Jennie.

La mayor bufó ante su comportamiento.

—Sabes muy bien cuál es la mejor bienvenida para dar —la forzó a besarla de nuevo, a lo que Lisa se separó bruscamente.

—Jennie, no. Quiero hablar primero.

La mayor reviró sus ojos y bajó a la menor de su regazo.

—¿Qué quieres que te diga? No creo que te guste escuchar lo que hice con Jisoo, pero si quieres hablamos de eso... Cuando llegamos su madre nos hizo una comida, al día siguiente salimos a pasear Jisoo, los niños y yo, fuimos a la cama y- —Lisa la interrumpió.

—De acuerdo, ya entiendo —se levantó del sofá y fué hasta la cocina.

—Cariño, tú me lo pediste —habló con ironía siguiéndole el paso.

—¿Siempre tienes que cagarla, Kim? —preguntó dándole a entender lo harta qué estaba. Su mirada estaba pérdida y vacía. Al no escuchar respuesta, sonrió sarcásticamente y tiró las cosas que se encontraban en la mesa— ¡Maldición! —gritó.

—Tranquilizate, Lisa. Sabes que no lo hago a propósito, ven siéntate —la llevó hasta una silla y recogió todo—. Lo siento, ¿sí? Sabes que me pone de mal humor ver a mis suegros.

—No es para que te desquites conmigo —se cruzó de brazos—. Te había hecho un tonto pastel para que lo comieras y tú a lo único que vienes es a tener sexo, si eso es lo que quieres hay demasiados prostíbulos allá afuera —declaró aún con molestia.

—¡Lalisa! —estaba a punto de gritar, pero se contuvo y soltó un suspiro—. Probemos ese pastel.

—No, ya no. Gracias...

Y después de una tonta pelea por pastel, Lisa le terminó sirviendo una porción.

—Quería darte esto, pero comenzaste a pelear y no había oportunidad —saco de su bolsillo una pequeña caja algo larga. Al abrirlo, dejó a la vista un lindo collar dorado.

—J-jennie —tartamudeo mientras veía aquel collar.

La mayor se levantó de su asiento y fue hasta ella. Despejó su cuello y puso cuidadosamente el collar. Lisa se sobresalto al sentir el frío del material rozar con su piel.

—Te queda precioso —la abrazó por detrás.

[...]

Después de esa tarde, Jennie salía de la casa casi al anochecer.

—Te amo, descansa —se despidió, dejando un beso en el cuello de la menor.

—Hasta mañana, Jennie.

Cuando al fin Kim estuvo fuera suspiró fuertemente.

—Me va a volver loca —hablaba para sí. Sin notar la presencia de Sorn—. Hasta mañana, Sajakul —se despidió sin siquiera voltear a verla.

—Idiota —musitó Sorn, entrando finalmente a su casa.

Pero nadie se dió cuenta que del otro lado se encontraba Chaeyoung viendo desde su patio.

Jennie cruzó miradas con la rubia cuando iba en su auto.

—Esa es —murmuró con una cara de pocos amigos—... Máldita sea —dió un golpe al volante y agitó su cabeza, tenía miedo de que Lisa se fijara en alguién más. Eso dañaría por completo su ego.

Chaeyoung no se sintió intimidada ante Jennie, sintió repudio por ella. Chaeyoung sabía perfectamente qué pasaba y no se quedaría con los brazos cruzados.