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La culpa de lo que hice llegó con más fuerza el día siguiente

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La culpa de lo que hice llegó con más fuerza el día siguiente.

Me desperté pasado el medio día, mi padre llamó a la puerta para avisarme que el almuerzo estaba listo y a penas tome asiento en mi cama, sentí que todo mi mundo se derrumbaba.

Realmente no podía creer lo que había hecho. Si bien la mayoría de las personas que me conocían sabían que yo era una canalla, jamás había sobrepasado el límite con lo ilegal - dejando de lado la marihuana, claro-. Pero no era eso lo que me sentaba tan mal, sino el haberlo hecho con Jennie.

Ella era importante para mi aunque no lo supiera, y yo jamás lo haya admitido en voz alta. Tenía una debilidad por ella que mayormente parecía englobarse en lo físico. O al menos era lo que yo creía. Anoche finalmente entendí que esto iba mucho más lejos.

Me arrastre de la cama, sujetandome de las paredes llegué al cuarto de baño y me paré debajo de la ducha. El agua tibia no pudo contra la resaca y mucho menos contra la culpa.

Cuando me senté en la mesa junto a mis padres y Panpriya, sentí que mi estómago se negaba a sentir apetito. Mi garganta pareció cerrarse por completo, sin dejarme pasar tan sólo un bocado. Desistí del almuerzo.

La semana que siguió, fue exactamente igual. La carga de mis actos aplastó la mayor parte de mi humor, ni siquiera podía usar mi máscara habitual de disgusto, porque mis ánimos estaban por el suelo y  en lugar de parecer la Girl crush parecía una gótica al borde del suicidio. Al menos eso fue lo que dijo Rosé.

Cuando el viernes llegó, y sentía que estaba a punto de desmayarme en clases por la falta de descanso y alimentación, Rosé me llevo hacía afuera e insistió hasta que le confesé todo lo que había sucedido - obviamente, omitiendo mis sentimientos hacía Jennie-. Ella me tiro la mierda en mi cara, no literalmente.

Me trato como idiota que era y básicamente me obligó que pidiera disculpas a Jennie. Sobre todo, porque era mejor hacerlo con anticipación.

- Si Jennie une los cabos y descubre que fuiste tu, mierda, vas a estar muy jodida.

Claro que lo sabía, estaba consciente de ello. No importaba cuanto la quisiera, Jennie no merecía aquello. Y pedirle una disculpa ni siquiera llegaba a lo mínimo, en mi cabeza yo podía imaginarme de rodillas pidiéndole perdón. Pero decirlo era mucho más sencillo que hacerlo. No estaba lista para ver su rostro enfadado. No estaba lista para las consecuencias, sobre todo si eso implicaba el odio de Jennie hacía mi.

Pero debía hacerlo.

Porque no podía soportar las náuseas que me invadian cuando la cruzaba en los pasillos, y recordaba lo que había sucedido. Siempre había querido sentir su piel en mis manos, había fantaseado tantas veces con besarla apasionadamente y fundirme con ella. Y cuando finalmente sucedió, lo único que podía sentir era vergüenza hacía mi misma.

"LIGHTS OFF" | JenLisa G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora