Habían pasado tres días desde que Alysa llegó a la manada de Evan. Desde entonces no se habían vuelto a cruzar o hablar.
Alysa estaba instalada en la habitación de Evan, lo sabía porque había motas de su olor por todas partes.
Mientras que Evan entraba y salía de su despacho. No tenía descanso desde que trajo a la pequeña Omega a su hogar.
Tenía que custodiar sus fronteras, era un baño de sangre cada vez que salía. Los Alfas que asistieron al cortejo, estaban molestos porque Voulgaris se había llevado el botín, querían deshacerse de él antes que se hiciera con el poder de la manada Stavrou. Si las unia serían más que poderosos. La manada más grande, junto a la manada más fuerte.
Era peligroso para todos, ya que todos conocían al Alfa Evan, despiado y temible, con un mal genio y caracter. Era conocido por su poca paciencia y sabían que casi nunca hacía tratados con externos. Era un peligro inminente. Que solo velaba por él y su manada.
Mientras que Evan solo podía pensar en la pequeña Alysa durmiendo en su cama, en sus sábanas, solo de pensarlo desde hace 3 días tenía su entrepierna molestandole, ardiendole y sin poder desahogarse como quisiera. Su cuerpo estaba casi hecho fuego.
-¿Y bien? -hablo el Alfa cuando la curandera y su Beta entraban a su despacho.
-Alfa Evan, por lo que entiendo, es que la Omega ha retenido su olor por mucho años y... -explicaba la anciana
-¿Y? -el alfa perdia la paciencia con cada palabra, quizá él no hubiese pasado tanto tiempo solo si su Omega no se hubiera reprimido así.
Además que aún si se mantenia encerrada, su esencia estaba desbordanse por toda la gran casa. Lo que tenía inquietos hasta la servidumbre por el dulce olor que emitía la Omega.
-Al parecer su fuerte esencia se debe a su sangre-dio un asentimiento para que continuará-al ser descendiente, de Alfas pura sangre, aun si nació Omega, puede doblegar y aún más por su condición de Omega.
-Pero ella no sabe controlarlo. -sentenció Evan molesto, o ahora no tendría que lidiar con los lobos cachondos en sus fronteras.-su cuerpo-prosiguió diciendo-no parece el de una Omega.
La longeva mujer se detuvo a pensar unos minutos, no había visto a la Omega y por el carácter del Alfa, nadie la veria hasta no encontrar una solución.
-Temo que eso puede deberse a usted mi señor. -el alfa frunció el ceño sin comprender sus palabras.
-Se clara curandera. Me estas culpando. Mas vale que cuides tus palabras o lo siguiente será tu sangre ensuciando mi piso. -negando la anciana quizo explicarse pero no sabia si en el proceso, el alfa cumpliría su palabra.
-Calmate Evan-le dijo su amigo Thomas, Evan lo miro más molesto.
-Quiero decir, ¿La Omega se ve apta para tener cachorros? -los ojos de Evan se oscurecieron ante la ridícula pregunta.
-Claro que puede tener a mis cachorros-hablo orgulloso.
Thomas que si entendió la pregunta de la mujer negó, obteniendo la mirada asesina de su amigo y Alfa. Pero aclaró sus pensamientos antes de que su cabeza rodará.
-La Omega es pequeña señora, delgada carece de la compleccio.. -sentía cuchillas atravesar su cuerpo-quiero decir, no esta desarrollada. Pero se ve muy capas-un gruñido lo sobresalto-muy capas para tener los cachorros de nuestro alfa por supuesto.
Evan asintió, curvando sus labios en una sonrisa.
-Bien no se alarme Alfa, su Omega solo necesita la presencia de usted, sentirse protegida quizá su desarrollo aún no culmina, cuando quede encinta vera que su cuerpo cambiara y será como un loto tardío-sonrió la anciana, Evan asintió repetidas veces-Y por su esencia solo necesita marcarla, y eso ahuyentara a los lobos, más no pasará desapercibida.
ESTÁS LEYENDO
La Pequeña Omega.
Lupi mannariLa pequeña Alysa Stavrou parecía una humana sin gracia alguna, de complexión delgada casi desnutrida, careciente de un gran busto o un voluptuoso trasero, era todo lo contrario a lo que debía ser. Tan poco atractiva que si dijera que en realidad era...