Capítulo 3: Indiferencia.

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***Narrador Omnisciente***

Desde hace una semana había ocurrido ese candente incidente. Y desde ese mismo día no volvió a saber de ese Alfa que jugo con ella.

A los tres días del suceso Charlotte y Viktor Stavrou, se dignaron a llamar a su hija. Habían pasado 2 años desde la ultima vez.

No preguntaron por su vida, si comía, si le iba bien en la universidad o si le hacia falta dinero. Nada.

Solo llamaron para exigirle asistir a una estúpida fiesta, recién en ese momento recordaron que tenían hija. ¿Pero para que?. Ellos habían borrado hasta su registro de nacimiento. Conservaba el apellido si. A petición de su abuelo, pero cuantos Stavrou no habían en el mundo, muchos, solo con eso sus padres desistieron de hasta quitarle lo único que tenia, su identidad. 

Cuando Alysa llego a la gran mansión, solo su abuelo salió a recibirla. Aun en su vejez su abuelo daba miedo, era un gran y respetado Alfa pura sangre. Pero con su pequeña nieta era un ángel.

—Así que mi querida Alysa.—la pequeña frunció el ceño, su abuelo había estado algo callado—¿Aun no encuentras a tu pareja?¿Cierto?

La sola pregunta le revolvió el estomago. La fruta que comía en ese instante le supo agria.

—No abuelo, sabes que para mi es imposible...además aun estoy en la universidad—la Omega cubrió su rostro carmín con su cabello al recordar que casi se deja deshacer por un desconocido.

Su abuelo la analizaba, quería ver a través de ella como siempre lo hacia, pero esta vez no cedería. Seria otra vergüenza mas a la familia saber que fue utilizada y desechada. 

—Conseguiré novio...mmh un h-humano.-eso era mejor que nada pensó Alysa.

—¡Tontearías Alysa! Una Stavrou y Omega es una bendición, necesito nietos Alysa.—oh no pensó la chica, era por eso que la hicieron venir. Se levanto de golpe negando. Planchando su vestido nerviosa como si tuviera mil arrugas.

—Abuelo, he faltado mucho a clases...mama y papa.—no pudo terminar cuando sus padres entraron con su semblante frio a la sala.

—Padre, ¿Ya se lo dijiste a esta mugrosa?—sin mirarla, Viktor ignorando como se sentía su hija escupio esas palabras.

—¡Viktor! mas respeto, es mi única nieta.—le contesto el Alfa mayor.

—Ya pero no era necesario que pusiera un pie en nuestra casa.—su madre la miraba con asco—Por la Diosa, si la gente se entera de este engendro, nuestra reputación—decía negando la loba sin escrúpulos.

Alysa se sintió aun mas pequeña, su mecanismo de defensa se activo y dejo de escuchar, veía como abrían y cerraban la boca. Charlotte tiro un florero. ¿Qué culpa tenían las flores?¿Que culpa tenia ella? No era su culpa no cumplir sus expectativas. No salir una Alfa de sangre pura como todos sus ancestros. Era la primera Omega en generaciones de la familia Stavrou.

Cuando nació y se supo que era Omega pensaron que la Diosa Luna los bendijo, pues solo daban a luz a un cachorro por generación. Pero a medida que Alysa crecía su cuerpo no se desarrollo, era aun mas débil aun siendo Omega. No servía ni para procrear a los ojos de sus padres.

Cuando fue alejada, tomo vitaminas, suplementos, comía hasta el triple pero nada le servía. No creció mas del promedio, sus caderas no se ensancharon sus pechos no crecieron, ¿Cómo amamantaría a sus cachorros? Alysa se había resignado.

—Alysa, Alysa...—su abuelo sostuvo su rostro con sus grandes manos, le sonreía con ternura.

—¿si?.—su padre gruño y salió del salón, y tras el su madre.

La Pequeña Omega.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora