Prologo

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Era una noche tal cual como otras pero muy diferente a la vez, yo estaba en la melancolía pasajera por la desaparición de mi querida madre la cual no había dejado ni tan solo un rastro en este miserable mundo, se había buscado de ella por cielo, tierra y mar en las montañas más inhóspitas, en desiertos desoladores y entre las escandalosas ciudades pero sin éxito alguno, con el paso de los días eran menos la cantidad de personas buscando hasta que finalmente todos se habían rendidos ya muchos simplemente creían que se fue con otro hombre dejando a su hijo y esposo abandonados y desoladas, palabras que tanto mi padre como yo ya creíamos verdad.

Día tras día, sollozábamos por la mujer que nos abandonó, preguntándonos constantemente ¿Por qué lo hiciste? y ¿Por qué nos has dejado?, los días pasaban al igual que mi dolor, parecía que podría volver a mi vida cotidiana sin lamentos y tristeza alguna y cambiarla por alegría y felicidad, lo cual deseaba más que nada en este mundo, o eso creía hasta que llego esa noche que nunca he de olvidar.

" ¿Hijo... estas despierto? " Mi padre que había sido el que más sufrió por mi madre, que incontables días y noches lloro por ella, hasta el grado de abandonar su trabajo y quedar en el limbo de la miseria, él había entrado en mi cuarto, fácilmente le pude ver su cara, demacrada y roja con el sufrimiento más grande que podría verse en este mundo.

"Si... padre " le respondí sin animo alguno, al ver su cara pude contemplar que esta destellaba en rojo, sus ojos comidos en ojeras, seguramente por los días incontables llorando por mi madre, la cual me hicieron recordar el peor sentimiento que sucede en este cruel mundo, el ser abandonado por aquellos que sentías como tu sagrada familia.

Ante mis palabras simplemente pude ver que los ojos de mi padre se transformaban de valles secos en cataratas que me desgarraban en lo más profundo de mí ser, logrando estremecerme y que callera en el llanto, seguramente al ver el dolor que poseía su propio hijo no decidió quedarse simplemente así y decidió abrazar y gritar de dolor junto a mí, en ese instante, en ese pequeño instante pude sentir bajo todos esos gritos que por fin podría acabar con todo los que nos carcomía y que podríamos volver a vivir.

"Recuerda estas palabras hijo, nunca confíes en nadie.... "esas palabras que en ese instante no pude entender pero que siempre marcaria mi vida, aquellas que me tomarían años poder entenderlas. Bajo nuestros sollozos al fin nos dormimos y caímos tal como lo hacen los osos en el invierno.

Al llegar el amanecer en mi cuerpo sentí la mayor alegría, por fin había olvidado aquella mujer y ahora podría seguir, al levantarme lleno de vida y energía lo primero que hice fue tomar aire hasta parecer un pavo y soltarlo en gritos exclamando "!ESCUCHAME MADRE DONDE SEAS QUE ESTES, HOY YO HE DESPERTADO Y LO SIGUIENTE QUE HARE ES IR HASTA LA GRANDEZA PARA EL DIA QUE ESCUCHES MI NOMBRE SIENTAS LOS MISMO LAMENTOS QUE NOS HAS HECHO SUFRIR¡" palabras que a mi parecer eran demasiado ostentosas para un pequeño niño como lo era en ese tiempo, acto siguiente de exclamar aquellas palabras salí despavorido de mi cuarto y me lance hacia las escalaras, unas hermosas y antiguas al igual que toda mi casa, en muchas ocasiones he logrado escuchar a mi padre que esta casa siendo un regalo de mi difunta abuela poseía más de 150 años.

Al bajar de las hermosas y destellantes escaleras me fui al único lugar de la casa que podríamos llamar modernidad, la cocina, ya hace un par de años bajo los nervios de mi madre por si esta alguna día llegase explotar le exclamo a mi padre que si no la remodelaba nunca habría de hacer uno de los deliciosas tartas que lo enviaban al paraíso al tan solo meterlas en su boca, mi padre bajo los nervios de si volvería a probar nuevamente una de ellas, dio la orden para una remodelación completa comprando los artilugios más modernos que existían, pero consumiendo casi la mayor parte del dinero que estos poseían. Al entrar a la brillante y reluciente cocina lo primero que hice fue tomar unos pedazos de pan y colocarlos en la tostadora también corte en rodajas un delicioso tomate que tenía el tamaño de una pelota beisbol, mientras esperaba que los panes se calentaran decidí buscar la edición más vieja de la pequeña montaña de periódicos, para leer la sesión de caricaturas que tanto adoro y no había podido disfrutar desde hace más de 3 meses, ya que al estar tanto mi padre y yo bajo los efectos de la melancolía no habíamos hecho más nada que comer y derrumbarnos todo el día en nuestras camas llorando hasta la fatiga.

Una vez conseguido la edición más vieja me puse a comer y leer mi preciada caricatura "Jajajaja, ahora si la hiciste gato perezoso al menos moved la cola" exclame con fervor y risa a mi preciada lectura, una ver termine de comer decidí ir a la habitación de mi padre para ver como yacía, bajo mis pensamientos suponía que debería de sentirse como yo.

*Tock, Tock* toque una vez esperando respuesta de mi padre cosa que no hizo y me intrigaba ya que solía responderme sin importar como se sintiera.

*Tock, Tock, Tock* "Padre estas despierto" al ver que no respondía mis constante llamados decidí entrar.

Al entrar lo primero que contemple fue su cama, que estaba en excelentes condiciones y al igual que casi toda la casa era una reliquia antigua, me acerque más para verla mejor y pude notar que no tenía ningún dobles y estaba perfectamente acomodada como si nadie hubiera dormido en ella, busque por todo el cuarto y no encontré rastro alguno de él, decidí salir y buscar por toda la casa, desde el ático, los distintos cuartos que poseía, la sala de invitados y hasta el sótano, busque por cada rincón de la casa y no logre encontrar ni tan solo un rastro de mi padre.

En ese instante pensé que mi padre había decidido arreglar el jardín que se había vuelto un desastre en comparaciones apocalípticas en los 3 meses que no había tenido tan solo un cuidado, decidí embarcarme hasta el patio hasta que me encontré con la hermosa puerta, podría decir que de todas la partes de la casa esta era la que más me gustaba, la gran e imponente puerta que poseía se veía tan detallada como lo hacía en aquellas épocas, hasta un niño como lo era en aquel entonces podría identificar que era muy valiosa, uno de sus detalles más resaltantes era un símbolo de una flor, si no me equivoco su nombre era Tulipán Rojo, la cual era conocida como "Flor del Amor Eterno". Pero lo que me mantenía con curiosidad no era la reluciente puerta sino que en ella había una carta, bajo mis sentidos de curiosidad infantil decidí agarrarla y abrirla, dentro de ella encontraría el texto que derrumbaría la gran emoción que tenía dentro.

"Perdóname hijo mío por lo que te he hecho, yo seguiré amándote más que nada en este mundo pero siempre recuerda estas palabras, Nunca confíes en nadie, nunca abras tu corazón a menos de estés seguro y así evitaras morir en pena como tu padre, adiós y perdóname.

Ese fue el último recuerdo que tuve de mi padre, después de aquella noche nunca lo he vuelto a ver, primero perdí a mi madre y luego a él, hasta el día de hoy nunca he logrado saber que paso con mi padre y por qué mi madre desapareció, aún sigo sin entender cómo se atrevieron a abandonar a su propio hijo, acaso la sangre no es más fuerte que nada en este mundo y que eran esas palabras de mi padre, son preguntas que hasta el de hoy no he logrado responderme.

Tulipán Rojo - Lo que nunca habrá de Borrarse.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora