Fanfiction en el Universo de Harry Potter.
Libro I
Años 40, en el mundo mágico, la Segunda Guerra Mundial está en curso entre los muggles pero en el mundo mágico tienen sus propios problemas.
Esta no es la historia de un héroe, quizás tan siquiera d...
El local de variedades Sunken Ship no era el más lujoso, ni el más prestigioso ni mucho menos al que uno debería ir pero aquella extraña noche la fortuna dirigió nuestros pasos hacia allá. Las luces estaban bajas cuando bajamos por las escaleras hacia el local de subsuelo. Morgana caminaba un paso delante mía, donde pudiera tenerla siempre vigilada. Ambos íbamos en un cómodo silencio aderezado por la intuición de una noche que no sería una más.
Un presentimiento.
Una voz se oyó amortiguada desde el fondo tras la puerta del final del pasillo que ocultaba el ruido. Cuando esta se abrió la luz y el color y todo el local quedó eclipsado por aquella voz en el escenario. Morgana y yo quedamos parados en la entrada un segundo antes de dirigirnos cual tigres que calibran una zona de caza nos dirigiéramos hacia la barra. Nos sentamos los dos dando la espalda a esta y mirando al escenario. Pedí dos firewhiskeys mientras ella no apartaba la vista del escenario y de quien estaba sobre él.
—Tiene ojos tristes. —Dijo tomando el vaso sin apartar la mirada.
—Tiene tu misma mirada. —respondí bebiendo de mi vaso a la vez que también miraba. —Tenía una intuición de este lugar... Ahora sé por qué hemos venido hasta aquí...
El local parecía silencioso mientras quien ocupaba el escenario cantaba, atentos, hipnotizados por una sirena que los había hundido hasta el fondo del mar. Al fondo del local había alguien de pie mirando y hablando con dos tipos que me sonaban, creía que eran matones de Birmingham. ¿Qué hacían allí? Con el que hablaba parecía alguien en aquel lugar, alternaban lo que hablaban con sus miradas al cantante.
—Parece el dueño del local.— dije haciendo que ella asintiera.
—Me fijaba más en esa escoria de Birmingham—masculló molesta.— No sé qué hacen aquí pero... No me gustan sus miradas.
Sonreí mostrando los dientes blancos y los colmillos un poco más prominentes
—Mejor. Hace días que no combatimos...—susurré sonriendo. —¿No se supone que tu eres mi freno?
Sonrió Morgana mientras me miraba con los ojos brillantes por el ansia. Yo le devolví la sonrisa y me reí bajo, gutural.
—Quizás lo fui en otra vida— repliqué.— No en esta. Mis ojos recorrieron la distancia entre ellos hacia el cantante.—Veremos que nos depara esta noche.
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Muchas personas se subían al escenario del Sunken Ship a lo largo de la noche. Había una actuación que era mitad espectáculo de ilusión y malabares, que entretenía al público unos pocos minutos con anticuados trucos de baraja sólo porque su novia, que le hacía de ayudante, salía a escena con una falda muy corta. El resto de la noche se encargaban de atender la barra y llevar copas a las mesas. Uno de los atractivos del local era precisamente el talento que aportaba ella, que añadía a las bebidas algunas gotas de filtros anímicos a petición de los clientes.
