Aquel ala fue como adentrarme en un templo pero no sólo de manera física, entiendo nada más que pongo un pie dentro que estoy adentrándome en él; en sus obsesiones, en sus gustos, en sus carencias, en sus deseos más ocultos... Mis curiosos ojos descubren aquellos objetos y destapan preguntas, sobre budas que no parecen estar en paz, sobre amuletos atrapa sueños del folklore shinto, sobre las tablillas de rezos a dioses y demonios, sobre las máscaras de diablo que con la boca abierta me observan... y sobre aquel enorme cuadro... aquel por el cual se quema incienso...
Pero todo aquello queda acallado en mi cabeza, todas esas preguntas, todas esas dudas que empezaban a surgir en torno a detalles que antes no me importaban; todo en cuando le vi sentado fumando.
Entonces, cual tigre, salté contra él.
Y cuando lo hice... no se movió.
Sus ojos negros estaban llenos de una tristeza que no podía ni mirar y que me ahogó en una respiración entrecortada que hizo que cuando salté contra él apuñalase más abajo de donde quería o deseaba al inicio.
Sobre él, apuñalé su hombro, notando cómo la carne cedía y cómo la sangre manaba y manchaba mu mano. Nunca antes había atacado a otra persona. En todo caso en el colegio, en prácticas de duelo más o menos supervisadas, pero nunca físicamente. Tenía algo íntimo pasional y muy visceral, como un repentino torrente de adrenalina... y de pronto sus ojos ahí parados me hicieron titubear un segundo y fallar el ataque.
La aguja penetró su carne limpiamente hasta hacer tope en mi mano pero no en el lugar que había planeado, no en el lugar que hubiera podido acabar con mis problemas. Estaba seguro de que iba a acertar, ¿por qué me había desviado en el último instante?
Todavía tenía una oportunidad si alcanzaba la segunda aguja pero... Me tomó la otra mano para que no pudiera sacar nada más de mi obi como si supiera que iba armado, como si oliera mi miedo y mi ira.
Karasu tenía los ojos alzados a los míos pero no me miraban con odio por haberle apuñalado, en ellos había una profunda desesperación. Una desesperación que me propulsó años atrás, a una casa vacía, a un padre muerto, a una madre que nunca conocí, a las calles, al frío, a la soledad. Aquellos ojos me retenían.
¿Por qué veía mi pasado en ellos? ¿Acaso é...?
Tras varios segundos en aquella posición me empujó hacia atrás haciendo que callera de culo al suelo y tomando mis brazos con tan sólo una mano, agarrándome desde las muñecas, me tumbó en el suelo sentándose en mi estómago para inmovilizarme.
Cayó sin que tuviese que hacer un gran esfuerzo, demasiado angustiado con los sentimientos que creía encerrados y de pronto volvían a llenarme el pecho sin dejar espacio para nada más, como si pretendieran hacérmelo estallar. ¿Había atravesado esa aguja su hombro o mi corazón?
Karasu miró su hombro, que sangraba, con el alfiler de pelo en este aún clavado y su mirada lentamente cambió a la vez que se abría una sonrisa ladina en sus labios, pero había algo más una vez más en aquella expresión... un tinte de absurdez, de cansancio, de pesar... Se inclinó hacia mi haciendo que la sangre corriera por la aguja y gotease mientras tomaba el candado. Sintiendo propias cada una de las gotas que me acababan empapando la ropa.
—Si querías haberme matado...
Cogió la aguja y se la sacó haciendo que la sangre salpicara. La imagen del hombre sin cabeza volvió fugazmente, por un instante, cuando se arrancó la aguja y la sangre salió despedida, rojo sobre blanco. Por un instante temí que fuera a usarla para arrebatarme la vida y, en vez de eso, me ofreció una segunda oportunidad para acabar la suya.
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Cenizas
FanficFanfiction en el Universo de Harry Potter. Libro I Años 40, en el mundo mágico, la Segunda Guerra Mundial está en curso entre los muggles pero en el mundo mágico tienen sus propios problemas. Esta no es la historia de un héroe, quizás tan siquiera d...