¿Cómo es la vida de un dragón que no tiene que temer por los demás y que puede incendiar cuanto quiera? Divertida. Problemática. Y caótica. Muy caótica.
Los siguientes meses fueron un trasiego de fechorías de un lado a otro. La familia Clevens, nobles aristócratas galeses de una línea de sangre pura de magia, hacía ya más de un siglo que habían visto que sus negocios podían ser mucho más rentables si mezclaban sus contactos con actividades quizás no tan bien vistas. Ahí es cuando nació "La espada y el dragón" o los "Pendragón", una rama del negocio familiar que controlaba bajo cuerda todo lo que estaba fuera de la ley.
Porque la nobleza a la familia Clevens no le era suficiente.
Los Pendragón estaban muy implantados en la capital londinese ya que hacían grandes negocios allí y todo el dinero sucio que ganaban lo sacaban para blanquearlo en el banco de Gales propiedad de la familia, la actividad legal clásica a la que se le atribuía su enorme fortuna.
Morgana solía decir <<Se trata de saber qué hacer>>. Ella, como futura sucesora de la familia se ocupaba de hacer toda clase de negocios ilegales pero no inmorales. Lo inmoral era algo que ella lo hacía gratis, por mero placer, como los duelos a muerte.
Los dedos de la Pendragón estaban sobre mi cuello, apretados, mientras la miraba con ojos extasiados viendo la belleza de su cuerpo moviéndose cual olas uno contra el otro, chocando en un acantilado lleno de picos, en subidas y bajadas.
Estaba perdido en aquella mirada cuando mordió mi cuello hasta que la sangre acudió a esta. Me reí.
—Hoy estás especialmente agresiva. ¿Vamos a buscar problemas? Tan siquiera es de noche.
—Todo depende de las energías que me dejes, cuervo. Asegúrate de hacer que sobrevivamos una noche más... —respondió esta con unos ojos cargados de electricidad, de fuego contenido.
—Qué tienes pensando hacer esta noche.
Ella había apartado su mirada de la mía y se había ido por la ventana que ahora contemplaba. Ya no estaba allí.
—Vamos a ir a donde cantan las sirenas...
Musitó.
Así habían sido aquellos meses. Nos dejábamos caer sin previo aviso por el Sunken Ship para ver cómo iba la inversión en el silencio y la sumisión del señor Blackburn. Y cada vez que llegábamos aquel tatuaje doloroso que Morgana le había dejado de "regalo" lo alertaba y le cruzaba una punzada de dolor por el fuego por todo el cuerpo que le recordaba el precio de su traición.
Nos sentábamos en su mesa, sin él, y veíamos cantar a Siren. Nada más. Luego nos levantábamos y nos íbamos. Por supuesto a la bebida invitaba la casa.
—Está más delgado.—dijo aquella noche que habíamos aparecido de pronto mientras nos sentábamos y le veíamos en la tarima.
Yo le observé y asentí despacio sacando un pitillo.
—No sólo eso.—aspiré fuerte la calada.— Puedo oler desde aquí un conjuro de maquillaje...
Esbocé una expresión de dientes apretados e ira contenida, pero no hacia el cantante sino buscando con mi mirada a Blackburn. Pero no pude encontrarle porque antes que lo hiciera Morgana jaló de mi corbata para hacer le mirase.
—Quieto.— ordenó.— No. Aún no. Al final él lo hará.
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Cenizas
FanfictionFanfiction en el Universo de Harry Potter. Libro I Años 40, en el mundo mágico, la Segunda Guerra Mundial está en curso entre los muggles pero en el mundo mágico tienen sus propios problemas. Esta no es la historia de un héroe, quizás tan siquiera d...