━━ xiii. la última mckinnon

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Octubre 1981

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Octubre 1981

Marlene sabía que había dejado a su hija en buenas manos. Andrómeda y Ted la cuidarían hasta que ella o Sirius fueran por su hija.

El bosque estaba helado, no se oía ningún ruido salvo el de los búhos que ululaban. Casi podía escuchar la voz de Sirius diciéndole lo estúpida que era por estar ahí sola. 

Su única compañía era ese pedazo de madera que llevaba firmemente y las estrellas. Al verlas pensó en Sirius, y a pesar que no tenía ningún afecto por Walburga Black, no pudo escoger mejor nombre para él, porque Sirius era para Marlene, la estrella más brillante en el cielo.

Desde donde estaba se podía observar la mansión McKinnon y se quedó parada unos instantes observándola, fue el tiempo necesario para distinguir una luz verde iluminarse en el cielo, dejando ver una figura visible a kilómetros de distancia.

Se mareó. No podía pensar. No podía moverse. Llegó a la entrada y empujó la puerta. Notó su respiración acelerada, avanzaba a tientas, sin mirar a ningún lado solo al frente ignorando el fuerte olor que emanaba la casa pero aun así llegó a la sala, y supo que no había marcha atrás.

Bellatrix Lestrange la estaba esperando.

A pesar del miedo que corría en sus venas, su voz salió fuerte.

—¿Dónde están?

—Vaya vaya, nuestra querida Marlene ha venido a rescatar a su familia — dijo con ese tono maniático que la caracterizaba. — Que pena que no los hayas escuchado gritar y pedir piedad.

Miró a su alrededor, tratando de enfocar todo lo que había a su alrededor de aquella habitación. Y hubiese deseado no hacerlo. Su padre y su madre yacían en un rincón, pudriéndose como si de escoria se tratarán.

Ni siquiera fue consciente del hechizo que la noqueó. Pudo escuchar la carcajada de Bellatrix.

—¿Dónde están los Potter?

—Púdrete.

Más gritos y hechizos siguieron bombardeando el cuerpo de Marlene. Por más que la torturaran no iba a delatar a sus amigos.

Después de un tiempo, Marlene escuchó un crack. Alguien se había aparecido y al escucharlo hablar su piel se erizo al reconocer aquella voz.

—Se donde están. —dijo Peter tratando de no ver a Marlene.

—¡Traidor! — gritó la rubia a Peter — ¡Nosotros hubiéramos dado la vida por ti!

Marlene dejó escapar una risa sarcástica mientras las lágrimas comenzaban a salir. Lily, James y Harry habían sido descubiertos por la persona en la que habían depositado toda su confianza. Pensó en Sirius en cómo reaccionaría cuando lo descubriera y en cómo su hija iba a crecer sin su madre. Le consolaba la idea de que Sirius cuidaría de ambos, que estarían bien.

Parece que Bellatrix leyó sus pensamientos.

—Dime, ¿ya estás cansada? — su tono era burlón —¿cómo está tu pequeña hija? ¿Cómo se llama? ¿Alya?

Marlene no contestó, no le daría esa satisfacción.

—La encontraré — se agachó para ver a la rubia a los ojos— La encontré y le enviaré su cuerpecito a Sirius. Y después me encargaré de él.

Sabía que Bellatrix ya se había divertido lo suficiente con ella, ahora le llegaba el fin, sentía como el dolor la superaba.

Cerró los ojos y buscó su rostro, con esa sonrisa divertida y sus expresivos ojos que siempre coqueteaban con los suyos. Ella solo quería decirle cuánto lo amaba.

Le estaba diciendo adiós.

Una luz verde la golpeó y todo terminó.

SEMPITERNAL ↠ SIRIUS BLACKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora