Las Mascaras

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Anastasia POV

Quien quiera que fuera mis captores, aunque todo apuntaba a aquel hombre que me abordo en la salida de la editorial, me trataban bien, si es que, que te secuestren, se le puede llamar así.

Una cosa si tenía clara me querían viva, de lo contrario no me darían de comer, y aunque la comida no era como la de la señora jones no estaba nada mal, aparte no podía de dejar de comer, mi pequeño Bip tenía que alimentarse.

Desde el tiempo que llevo aquí, que la verdad no sé cuánto es, no he visto a ninguno de los hombres, solo cuando me dan la comida y suele llevar una especie de mascara para cubrir sus cara, tal vez porque podría reconocerlo, tendría que ser algún antiguo socio de Christian, o algún dueño de una empresa de la que Christian compro, ya sabemos cómo es Christian con los negocios.

Deseaba tanto volver a los brazos de Christian, poder respirar su aroma, joder hasta echaba de menos estar en el cuarto rojo, y sé que ahora estará frustrado por no saber dónde estoy, pero estoy segura que estará moviendo cielo y tierra para encontrarme , y ojala lo haga cada vez me siento más cansada y sin fuerza. Si no busco una salida es porque 1 no la hay y 2 no quiero poner en riesgo mi vida o la de mi hijo.

Normalmente después de comer, venia alguien, le ponía la bandeja por la puerta y se iba, pero esta vez no vino nadie, bueno al menos no a recoger la bandeja.

Estaba en un rincón de la fría habitación echada, sobre una cama, mientras le hablaba a bip, cuando la puerta se abrió. Mi cuerpo empezó a temblar, no es porque los hombres fueran feo, que no los veía por la máscara, sino porque la presencia del que supuse que era el jefe, me ponía los pelos como escarpia.

-Buenas tardes Señorita Anastasia. Qué tal se encuentra?.

- Usted no será imbécil verdad? Como quiere que este, estoy secuestrada, no sé cuánto tiempo llevo aquí, ni siquiera sé dónde estoy. Y me pregunta cómo estoy?

- Tiene valor la señorita, ya me lo avisaron. Tranquila, de momento no le haremos nada ni a ti, ni a tu hijo. Quiero que el señor Grey sufra un poco más.

- Como sabe usted lo de mi hijo? Y por qué quiere ver sufrir a Christian? Quién es usted? Es el hombre que me abordo en la salida de la editorial? Si es dinero lo que quiere, Christian le dará lo que sea.

- Shhhh aquí las preguntas las hago yo, respecto a lo de si quiero ver sufrir a tu marido, sí, quiero que se hunda en la miseria como el me hizo a mí. Lo de su hijo, bueno…aún sigo teniendo algún que otro contacto. Claro que quiero dinero, quiero todo lo que ese mal nacido , me robo, pero no es solo cuestión de dinero, sino también de venganza, quiero verlo suplicar de rodilla por tu vida y la de su hijo, quiero verlo humillado, igual que me paso a mí.

- Pero que es lo que te hizo? Christian no haría nada, que tú no te merecieses. Y donde estamos, seguimos en Seattle?

- Eso nunca lo sabrás, porque nunca saldrás de aquí, además ya me canse de que escucharte, pero antes de cerrarte la boca, necesito que hagas algo por mí, llamaras a Christian y le dirás exactamente lo que te diga. Porque si no lo haces, te juro Anastasia que será lo último que hagas. Lo has entendido.

- Si, si claro.

- Buena chica y ahora llamemos a tu chico

- Christian!! Por favor ayúdame!! Sabe de lo Bip!! Por favor, ayúdame!!

- Muy bien, ahora dejaremos que la mente de él, se empiece a imaginar lo peor. Le daremos tiempo, para que sus hombres localicen la llamada, y así podrá dar con tu paradero, pero no sabrá que es una trampa, estaremos esperándolo, para poder matarlo y que desaparezca del mapa.

Dicho esto los hombres se marcharon, no sin antes uno de ellos, darme una bofetada, la amenaza era muy real, ojala Christian supiera lo que está planeando, u ojala no diera con mi paradero, pero sé que lo hará y vendrá a buscarme en persona y será su final…

Después de que trajera de nuevo la cena, mientras comía, recordé que en la bandeja venia un cuchillo, decidí guárdalo entre mi cuerpo y la ropa, por si tuviera que defenderme. Aún no había intentado tocarme, pero con estas personas no podría saberse.

Cuando me comí la cena, me hice un ovillo en la cama, intentando proteger a mi pequeño, diciéndolo que nada malo le pasaría. Sentía mis parpados más pesados, que de costumbre, así que poco a poco, me dormir.

Al día siguiente me desperté atada a la cama y con una mordaza en la boca, se ve que no le gustó mucho que preguntara tanto, genial Ana, ahora estoy atada y sin poderme mover. Si Christian estuviera aquí, me hubiera dicho algo de mi boca viperina.

Al menos los nudos no eran tan profesionales como los que me hacia él, cuando íbamos al cuarto rojo. Tal vez como un poco de tiempo y astucia podría liberarme.

La Venganza de Christian GreyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora