Capitulo 4

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¿Conoceis esa sensación de venirse arriba, que te sube la adrenalina y podrías derrivar hasta un toro? Bien, pues eso era justo lo contrario de como estaba ahora mismo.

-¡Vamos Collins!- los gritos de Parker se oían a través de todo el campo.

Miré la pelota que sostenía en mis manos temblorosas y adivinad, sí, se me cayó..

-Creo que no estoy preparada.- Murmuré.

Y por supuesto, el gracioso tenía que reírse. Que raro.

-¿Y si pruebas antes con un placaje?-

Lo miré de arriba abajo.

-¿No te haré daño?-

Me miró con una sonrisa cerrada.

-¿Daño? ¿Tú? No me hagas reír.-

La verdad es que con mi 1.70 y mis 57 kilos no podría derrivar ni a un mosquito.

-Vamos mastodonte, ataca.-

Me coloqué en posición de salida, estaba ya preparada, pero... No estaba inspirada.

-Venga pequeña ratita, yo sé que puedes.-

¡Ohhhhhh! Él sabía tan bien como el resto del instituto que no me gusta NADA que me llamen así. Es una larga historia digna de contar, pero lo haré más tarde, estoy demasiado ocupada derribando al pijo.

Corrí hacia él lo más rápido que mis piernas pudieron y con toda la furia del mundo le di un pequeño golpe y revoté en su pecho. Caí al suelo casi incosciente por el golpe y con un GRAN chichón.

***********

-¿Alexandra?- Una tenue voz me hizo volver en sí. Todo estaba borroso hasta despues de unos minutos lo pude ver todo con claridad.

¿Alexandra, estás bien?- En seguida pude ver a la enfermera Clarisse en una silla junto a mí.

-¿Dónde estoy?- pregunté un poco desorientada.

-Te has dado un buen golpe en el campo de fútbol, deberías tener más cuidado- Se levantó y continuó rellenando unos papeles en su escritorio.

Me levanté lentamente de la incómoda camilla improvisada de la enfermería y me sostube el hielo que llevaba en la cabeza.

-En una hora podrás volver a clase, ahora da un paseo para que te de el aire.-

-¿Cuántas horas he perdido de clase?-

Clarisse sonrió dulcemente.

-No te preocupes, solo has perdido una.-

Mierda, solo una...

Me despedí de la enfermera y salí un poco mareada de la enfermería. Todos los pasillos estaban desiertos, y salí al jardín de atrás de la escuela. Allí el sol era sofocante pero las vistas eran estupendas.

-¡Vamos muchachos, seguid, seguid, seguid!-

El entrenador Frank como siempre estaba gritándoles a los chicos para que fueran más eficaces y agresivos. La verdad es que si un mono depilado me estubiese gritando y dando glpes todo el rato, de seguro sacaba a mi leona interior.

Todo iba de perlas, yo ya me había recuperado por completo y me estaba entreteniendo bastante viendo a tíos sin camiseta practicar uno de mis deportes favoritos. Hasta que apareció él.

-Hey entrenador Frank, creo que tiene una admiradora.-

De repente todos se quedaron mirandome a lo lejos, yo no sabía lo que habían dicho ni por qué me miraban, yo solo me levanté lo más rápido que pude, pero era demasiado tarde...

-¡Señorita!- El entrenador me estaba gritando desde el campo. Lo pude oír perfectamente.

Yo por supuesto salí corriendo, aunque digamos que una tortuga correría más que yo.

-Vaya a por ella y tráigala-

Y sin saber todavía por qué, tenía a un chico del equipo corriendo detrás mía por todo el pasilo. Dejé mis tacones a mi paso para ir más rápido y de pronto vi una esquina, me escondí y parecía que todo estaba otra vez en calma. Parecía. Cuando me di la vuelta para salir de mi escondite, me di un golpe con el perseguidor y caí al suelo. Muy raro en mí ¿no creen?

-¿Estas bien?- Un chico pálido de ojos azules me miró con una sonrisa.

-Que va, acabo de darme un golpe, estoy genial- contesté irónica.

Me estendió la mano para ayudar a levantarme y pude verlo un poco mas de cerca.

-¿Eres James? ¿James Levinson?-

Sí, en efecto era él. James Levinson, más conocido por todas como el "enamorado". Lleva detrás de Britney desde primaria, y justo la semana pasada cuando la consigue, ella le deja al día siguiente. Sí, el pobre se quedó destrozado y todas las chicas quieren ser su nueva "enamorada". Yo la verdad es que no me creo todo ese cuento cursi, pero es mono.

-Sí, soy yo. Y tu debes de ser Alexandra ¿no?-

-Alex, y sí esa soy yo-

Los dos nos dirigimos al campo de fútbol.

-¿Qué me vais a hacer? ¿He hecho algo malo?-

Me miró chistoso.

-Del entrenador Frank te puedes esperar cualquier cosa.- Finalizó.

Llegamos finalmente al campo con todos esperándonos. Y los típicos bobos embobados con mi demasiado corta falda.

-Y tu eres....- El entrenador no sabía mi nombre a pesar de que me había estado dando clases de rugby por 2 años.

-Alexandra, soy Alexandra Collins entrenador ¿no se acuerda de mi?-

La verdad es que el entrenador me cogió bastante cariño de los entrenamientos y decía que era bastante buena. No es por alardear ni nada de eso.

-¿Alexandra?- Dijo mientras se acordaba de todo.

-¡Alexandra!- me dio un abrazo (no muy agradable) y me sacudió un poco. Imagino que todos los chicos estarían estupefactos por la reacción de Frank.

-¡Cuanto tiempo! Como has cambiado- Me miró de arriba a abajo y me colocó mirando a los chicos.

Adivinad quien se estaba partiendo de la risa, sí , lo habéis adivinado.

-Chicos, esta es la chica más buena y fuerte a la que he entrenado, aprended de ella un poco y no seáis tan holgazanes.-

Todos me miraban, dios que pánico, todos esos buenorros mirándome, a mi.

-Gracias gracias, entrenador ¿me puedo ir ya?- supliqué.

-Claro que sí Alexandra- Me dio una palmita en el hombro y yo toda decidida a irme de allí y no volver en la vida ocurrió.

-Entrenador, ¿podría hacernos la señorita Collins una demostración de placaje?-

DIOS, esta era la gota que colma el vaso, no le iba a dejar pasar ni una. Primero me saca del comedor a sus espaldas, me amenaza para que juegue al futbol, me golpea en la cabeza y ahora encima esto. No, ya no le iba a aguantar más.

Corrí con toda la furia plasmada en mi cara, esta vez sí que estaba decidida. Cogí todo el impulso que pude y me abalancé fuertemente contra él, que cayó al suelo de un gran golpe.

-Que bien sienta esto- digo mientras me levanto de encima del pijo y me alejo dejando a todos patidifusos en medio del campo.

InténtaloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora