Prólogo

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                                          PRÓLOGO  

Alex se rompió la pierna hace un par de días. ¿Cómo? No lo recuerda. Los minutos se vuelven horas y las horas días. El tiempo no avanza, la cama se siente dura, la escayola lo molesta y el aire está perfumado por un olor tétrico y fuerte: la calma. La calma, tan apacible como mordaz, deja un mal sabor de boca. Pero entre esa peste de calma se esconde, silencioso, un olor aún peor. Un olor inexorable, que no desaparecería ni bañandolo en calma. El olor de la culpa. Pero no importa. Siempre estará Paul para reconfortarlo. Él nunca lo abandonó, como el resto lo hizo... 

Hola AlexDonde viven las historias. Descúbrelo ahora