La luz de la mañana entraba por la ventana y un calor sobrehumano me envolvía.
Claro que era sobrehumano, ya que Kyle estaba acostado a mi lado, con su mano en mi estómago.
Dentro.
De.
La.
Jodida.
Blusa.Comencé a chillar y golpeé a Kyle. Él sólo abrió un ojo y me sonrió.
—Buenos días, preciosa.
— ¡¿Qué te pasa?! ¿Qué haces aquí? — grité.
— ¿Extrañaba a mi rubia favorita? — contestó mas a modo de pregunta que de afirmación.
— Oh, claro, vé a decirselo a Sarah.
— ¿Estás celosa?
— ¡No!
— Claro que sí — dijo. Quería borrarle esa sonrisa de satisfacción de una bofetada, pero sabía que no serviría de nada. Me dolería más a mi que a él. Pasó una mano por su cabello rubio y sus ojos celestes me miraron con intensidad.
— Tienes que ir al instituto — dijo con el ceño fruncido.
— ¿Y? — contesté. Los vampiros no iban al mundo humano con frecuencia, ya que algunos no podían controlar su sed de sangre, así que tenían jornada completa en la Academia de Ingeria.
— Vas a llegar jodidamente tarde si no levantas el culo de la cama y me dejas llevarte.
Miré el reloj y me di cuenta de que Kyle tenía razón. Faltaban diez minutos para las ocho y sólo llegaría con velocidad vampírica. Ni siquiera el camino de las hadas me servía ahora mismo, así que simplemente asentí, me paré, y le tendí la mano. Me importó una mierda que ni siquiera me haya lavado los dientes, ya conseguiría unas mentas. ¡Hey! ¡Tampoco es que fuera a besar a alguien! Kyle sonrió, me tomó la mano, pero, en menos de lo que canta un gallo, pasó su brazo por debajo de mis rodillas y me cargó. Antes de poder protestar, comencé a sentir el aire golpeando fuertemente mi rostro. Enrollé mis brazos en su cuello y escondí mi cara en su pecho. Seguramente lo estaba disfrutando. No es que yo no.
Cuando ya me estaba poniendo cómoda, Kyle frenó de golpe.— Sé que estás cómoda, preciosa. Yo también. Pero sonará el timbre en tres, dos, uno...
La alarma de advertencia sonó y salté de los brazos de Kyle, le di un beso en la mejilla, y corrí a mi clase de filosofía. Estaba segura de que si miraba hacia atrás, Kyle estaría sonriendo.
Sonreí.
—¿Viniste con el sexy vampiro?— Ash se puso a mi lado y movió las cejas de arriba hacia abajo.
—¿No se supone que los lobos y vampiros son archienemigos?— dije, desviando la pregunta.
—Claro que sí, pero eso no significa que él no sea sexy.
—¿Estaban hablando de mi?— Adam sonrió y se puso a mi lado.
—Oh, vamos. Sabes que no estábamos hablando de ti— contesté rodando los ojos.
—Uno nunca pierde la fe.
Iba a mencionar el hecho de que Kyle se encontró esta mañana en mi cama, pero Mac pasó por delante nuestro, entrando a la clase.
—¡Oh, Romeo, Romeo! ¿Dónde estás que no te veo?— gritó Adam sarcásticamente, refiriéndose a Mac. Toda la clase se dio media vuelta y lo miró. Con Ash nos partíamos de la risa. Es por eso que él era nuestro mejor amigo.—¿No estamos en filosofía? ¿Uno no puede ser poético? ¡Siempre están diciendo que quieren un Romeo!— Ash se comenzó a reír aún más fuerte y yo intenté calmar mi risa para ayudarlo un poco.
—Adam, acabas de citar a Julieta. No a Romeo— susurré en su oído.
—Ah... ahora todo tiene sentido.
Seguimos riendo camino a nuestros asientos, pero las carcajadas cesaron cuando Mac estaba sentado a mi lado.
—Hey, Jude— dijo sonriendo como si hubiese dicho el mejor chiste del mundo. Rodé los ojos y me senté a su lado.
—Smith— dije secamente. Ash y Adam susurraron algo entre sí y se sentaron en la fila contigua. El profesor hablaba sobre los poemas con los que trabajaríamos este semestre y no pude prestar atención a lo que decía en ningún momento.
Mac se acercaba cada vez más a mi y hacía que nuestras rodillas se chocaran. Si tensaba un poco más mi mandíbula, el hueso saldría a la superficie. Estaba concentrando todas mis energías en la mesa, no en otra parrte. Estoy segura de que si lo miraba, mis ojos comenzarían a recitar un conjuro por sí mismos y lo volaría a la China. Su mirada me ponía de malas y todos a mi alrededor lo estaban notando. El ambiente estaba repleto de energías negativas.
—¿Qué?— dije con los dientes apretados, mirando hacia el frente.
—¿Por qué no me miras?— susurró. Por el ravillo del ojo, vi cómo inclinaba la cabeza hacia la izquierda.
Porque si te miro, mis ojos se tornarán violetas y te aseguro que sabrás qué se siente volar.
—Me pones incómoda— dije.
—Bueno, es que me gustas.
Mis ojos se abrieron como platos y lo miré.
—Oh, no, no, no. No de esa manera. Me refería a que me gusta mirarte. Pareces guardar un secreto.
Suspiré aliviada pero, rápidamente, terminé de procesar la frase.
—¿Secreto? ¿A qué te refieres?— murmuré. Estaba segura de que si Mac prestaba atención, vería a mi corazón volar hacia mi garganta.
—Por ahora, no lo sé.
Ash tenía su cabeza apoyada en su mano, y el pelo recogido detrás de la oreja. Esa era su postura cuando estaba escuchando conversaciones ajenas y, por su postura, sabía que estaba escuchando la nuestra.
Genia. Si seguía así, nunca iba a poder terminar tranquila una clase en la que estuviera Mac.
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Hey, Jude
General FictionLas historias de amor suelen ser demasiado cliché y llamarte Jude, como una canción de los Beatles , suele ser demasiado raro. No conozco a nadie que se llamé así. No soy nueva en el Instituto, no soy la chica que nunca se ha enamorado, ni soy una...