2. Cuello blanco y serie adolescente.

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—Un momento, pero ¡si acabas de bostezar! — Reth, con los brazos alzados sobre la cabeza imitando a Drácula, los dejó caer a los costados. Unos colmillos muy blancos relucían en su boca —. ¿Qué pasa? ¿La idea de estar cerca de la muerte no te pone?
—Oh, deja de hacer mohínes. Pero, en serio, ¿el pico de viuda?¿La tez pálida? ¿La capa negra? ¿De donde haz sacado todo eso, de la tienda de disfraces?

Se irguió por completo y me fulminó con la mirada.

—Te voy a chupar ese cuello tan blanco hasta dejarte sin vida.

Suspiré. Odiaba a la mayoría de los vampiros. Se creen tan finos... No les basta con descuartizarte y comerte como los zombies. No, también quieren que sea sexy, pero ¡no tiene nada de sexy! Bueno, en los que poseen glamour* existe un componente erótico, pero ¿qué hay de esos cuerpos cadavéricos? Carecen por completo de atractivo, aunque la verdad es que sólo los hechiceros lo ven.

Siseó. Se disponía a abalanzárseme sobre el cuello, pero lo paralicé con una descarga eléctrica. Esta clase no consistía en matarlos. Además, si tuviera que usar un hechizo diferente para cada paranormal, me pasaría el día pensando en cuál utilizar. Las descargas eléctricas son la solución perfecta para todo tipo de paranormales.

Reth se contrajo en el suelo, inconsciente. Tenía un aspecto un poco patético y hasta me dio pena. Imagínate a tu abuelo, y ahora imagínatelo con veinticinco kilos menos y doscientos años más. Acababa de paralizar a un tipo así.
Concluida la tarea, sujeté el tobillo de Reth y le subí el pantalón hasta que la piel quedó al descubierto. Detestaba ver aquellos tipos su piel blancuzca y sus cuerpos marchitos y arrugados. Comencé a recitar el hechizo que se supone que debería usar en estas situaciones. Él abrió los ojos de inmediato.

—¡Ay! — Se llevó las manos al tobillo, y retrocedí—. Sólo estamos combatiendo cuerpo a cuerpo para la clase, no te lo tomes tan en serio, Jude,
—Está bien, yo sólo...

Se arrojó sobre mi. Me aparté y tropezó con un escalón.

—Eso no ha salido muy bien.— dijo desde el suelo.
—Y no creo que te convenga enfrentarte a mi. ¿Has oído el hechizo que estaba recitando? Si de repente se te subiese la temperatura corporal por... no sé... un incremento de sangre humana, sentirías como si agua bendita recorriera tus venas.

Con expresión horrorizada, miró hacia su tobillo.

—Ninguna marca. Además, estaba a punto de activar el temporizador para saber dónde estas exactamente, por si de alguna manera logras opacar la sangre humana en tus venas con adrenalina.
—Y yo te partiría el cuello como si nada.— dijo sin demostrar demasiado entusiasmo.
—Inténtalo si quieres, pero te paralizaría por al menos tres días.— No respondió, de modo que continué donde lo había dejado—. Si atacas a los humanos, serías exterminado. Si intentas burlar al hechizo, serías exterminado. Me hubiese encantado poder terminar el conjuro.

La última frase había sido un detalle nada sutil.

Reth estaba abatido, sentado en el suelo, tratando de asimilar la información. Le tendí la mano.

—¿Te ayudo? — Al cabo de unos instantes me la tomó. Lo ayudé a levantarse; los vampiros no pesan nada. Ventajas de no tener fluídos internos.— Vamos a decirle a el profesor Steve que te pateé el culo.— Pobrecito. Estaba avergonzado de veras. Asintió con expresión hosca y se marchó.

Terminar la "tarea" de Armas y Combate me había costado menos de lo que había esperado. Perfecto. Era de noche y hacía un frío de mil demonio, y la blusa blanca de cuello ancho no ayudaba mucho que digamos. Además, la trenza rubia que me colgaba hasta media espalda cantaba un montón. Quería largarme de allí. Luego de comunicar mi exitoso trabajo por el comunicador de la Academia, (una especie de móvil sin cámara, y sólo hay de color blanco. Vamos, una sosada), me dirigí a mi casa.

Camino a mi departamento, Reth intentó sorprenderme de nuevo saltando sobre mi cabeza, pero en menos de lo que canta un gallo, ya tenía una bola de electricidad en mi mano.

—¡Apártate!— exclamé—. Si vuelves a salir sin el glamour, daré parte de ello.— Cuando los vampiros habían pasado por varias etapas de la vida, comenzaban a deteriorarse y por eso usaban el glamour. Sin ello se verían como un par de huesos con piel colgando por aquí y por allá. Pero cuando usaban glamour, Dios santo, sí que eran atractivos.
Una alarma nos interrumpió. Algo se había escapado. Un duendecillo peludo, con la boca abierta y saliva ácida colgándole de los dientes afilados, se daba el piro a toda velocidad en nuestra dirección.
Lo observé en cámara lenta. El duendecillo iba a por mí con un destello furibundo en los ojos. Dio un salto, pero le propiné tal patada que fue a parar a los brazos del trabajador que lo perseguía.

—¡Gol!— exclamé. Mierda, qué buena era.
—Gracias.— dijo el trabajador, cuya voz sonó apagada detrás de la máscara.
—Y que lo digas.— contestó Reth. Me apetecía preguntarle por Kyle y de paso saber si él sabía algo al respecto sobre la familia de Mac... Entonces me acordé de la hora que era.
—¡Mierda!— Volví a entrar en la Academia y me dirigí hacia la sona de residencia. Ya era muy tarde como para pasar sola por el camino de las Hadas. Pasé por delante del trabajador y el duendecillo furioso. Al cabo de unos instantes, coloqué la mano sobre la almohadilla de la puerta y esperé a que se abriera. Reth no me había seguido, Me alegré. Bueno, también me sentí un poco desilucionada porque no obtendría mis respuestas hoy y eso hizo que me enfadara conmigo misma.

Entré corriendo, contenta de que mi habitación casi inhóspita de la residencia estuviera a unos veintidós grados, y me dejé caer sobre el sofá morado. Encendí el televisor de pantalla plana y le escribí un texto rápido avisándoles a mis padres que pasaía aquí la noche y por la mañana iría directamente al Instituto. 
Suspiré aliviada. Skins, mi serie para adolescentes favorita,acababa de comenzar. El episodio de esa noche prometía mucho: Sid iba a confesarle sus sentimientos a Cassie pero Michelle y Tony no tendrían una buena noche. ¿De donde se sacaban esas historias?

Hey, JudeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora