La familia de la Rosa

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La Señora de las Rosas era una persona completamente diferente a lo que los chicos se habían imaginado. Era una mujer con porte y caminaba con elegancia, algo que claramente sus hijos habían heredado. Era muy correcta para hablar, tenía unos excelentes modales. Las personas de servicio la respetaban y ella era amable con ellos, los trataba con el mismo respeto. Sus hijos la admiraban, era una de las gobernantes más respetadas en toda la dimensión. Nunca se involucraba en escándalos, era muy solidaria con aquellos que lo necesitaban. Un ejemplo a seguir. Durante todo el tiempo que los chicos estuvieron ahí, ella los trató como si fueran parte de la familia.

Mientras estaban en el estudio, los cinco chicos le contaron a la Señora de las Rosas cómo fue que terminaron en la Dimensión de las Flores, también como sus hijos los habían tratado con amabilidad y los habían ayudado en todos esos días. Ella los escuchó con atención, sin interrumpirlos, pero algo que llamó la atención de Arán era que su madre jamás le quitó la mirada a Pablo, lo cual le parecía un poco extraño.

―¿Así que encontraron una de las llaves?― preguntó después que los chicos terminaran su relato.

―¿Hay más de una llave?― preguntó Miguel, sorprendido al igual que los demás.

―Sí, no sabría decirles cuantas hay. Verán, hace cien años, cuando los guardianes aparecieron en busca del hombre de negro, tuvieron una reunión con todas las gobernantes de las regiones. Ahí, ellos revelaron cierta información sobre el hombre de negro, las dimensiones, los espejos y las llaves. Los guardianes anunciaron que esconderían los espejos, mientras que las llaves, serían ocultas entre las dimensiones. Así que nadie sabe dónde están las llaves, y tampoco los espejos. Aunque para ser sinceros, es extraño que en su dimensión estén todos juntos, deberían estar dispersos como en el resto de las dimensiones.

―¿Quiénes son los guardianes? ― preguntó Pablo.

―¿Cree que el hombre de negro pertenezca a nuestra dimensión y es por eso que todos esos espejos estén ahí?― preguntó Teo.

―Tampoco se sabe mucho de los guardianes, solo que son los encargados de cuidar las diferentes puertas que conectan a las dimensiones. No eran unas personas muy habladoras― lo dijo como si los recordara― Y contestando a tu pregunta― dijo mirando a Teo― la verdad no lo sabría, pero por lo visto, no tiene consigo alguna llave, sino, ya estuviera aquí. Tal vez solo puede cruzar portales que estén abiertos.

―¿Entonces hay un portal abierto en nuestra dimensión?

―Es posible. Tengo entendido que son miles de ellos, tal vez aún no han podido esconderlos todos.

Todos se quedaron en silencio por unos momentos, en vez de aclarar las dudas que tenían, otras nuevas aparecieron, ¿Quiénes eran en sí los guardianes? ¿De dónde venían? ¿Cuántos portales había abiertos en su dimensión?

―Si apareció en nuestra dimensión, eso quiere decir que podría lastimar a alguien― dijo Teresa después de un largo silencio, todos voltearon a mirarla.

―No lo sé― contestó Miguel― Mi abuelo nos contó que él y sus amigos lo habían visto hace casi cincuenta años y nunca más volvió a aparecer.

―Hasta que nosotros visitamos la mansión― dijo Pablo.

―¿Pero cómo? ¿Cómo sabía que nos encontrábamos ahí?― preguntó Alonso.

―No lo sé, además, apareció después de aquellas campanadas― mencionó Teo.

―Nada de esto tiene sentido― dijo Alonso y todos asintieron.

―Creo que primero deberíamos enfocarnos en encontrar el espejo que nos lleve de regreso― dijo Teresa.

Después de aquella charla en el estudio, la Señora de las Rosas les indicó a los chicos que lo mejor sería que se prepararan para la cena, debido a que se estaba haciendo tarde. Los cinco regresaron a sus habitaciones, mientras que Izán y Arán se quedaron un momento más con su madre.

La Mansión de los EspejosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora