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3. anxious

Habían pasado dos calurosos días desde que Huening los había llevado a su hogar provisorio y los Alfas se habían instalado en ese hogar tan cálido y agradable. Desde ese momento en el que ambos Alfas aceptaron al Beta en la manada, todos se sentían acogidos y completos, envueltos de un calor reconfortante y vivaz que les hacía suspirar inconscientemente. YeonJun no creyó jamás ser capaz de sentir semejante paz y plenitud en su corazón como lo estaba haciendo ahora con su manada a su alrededor haciendo cosas cotidianas que había visto a la manada de su padre hacer en el pasado.

Se sentía suyo.

Su familia.

Y se moría por seguir añadiendo nuevos miembros a su manada, conocer nuevas personalidades y necesidades, explorar sus pasatiempos y expresiones, sentimientos y acciones. Así como se moría por conocer aún más a sus dos miembros actuales.

Le era imposible no sonreír de oreja a oreja cada que tenía esos pensamientos. Si bien aún no los había marcado porque no hacía demasiado que se conocían, YeonJun anhelaba que ellos decidieran si quedarse con él o seguir en busca de una manada. Aunque lo segundo le ponía bastante triste y molesto, no quería que se vayan.

— ¿Sería bueno que hoy vayamos de caza? —alzó la voz por sobre los cantos de los pajaritos fuera del hogar y el viento que movía las ruidosas hojas de un lado a otro. Los tres se hallaban en lo que se podía considerar la habitación común. El amplio espacio de esa habitación contenía pieles suaves y enormes que cubrían suelo y paredes sin fin. Y Soobin y Huening se encontraban en el suelo hablando entre risas de un tema al que le había perdido el hilo de la conversación hace rato.

Ambos pusieron su atención sobre él casi al instante, emocionando a su lobo por inercia. Ambos podían incluso ver al Alfa de la manada mover su cola de un lado a otro alegre de tener la atención de sus chicos.

— He estado intercalando entre las zonas en donde voy a cazar, también he intentado no ser repetitivo para que las presas no recordasen mi olor —informó Huening con expresión pensativa.

— Muy inteligente, pequeño —halagó YeonJun palmeando su cabeza con cariño y sonriéndole con orgullo. Las orejas del Beta rápidamente se bañaron de un rojo brillante que a los Alfas se les hizo adorable—. Aunque, ahora somos dos Alfas por lo que quizás sea más complicado mantener tu estrategia y conseguir que sea exitosa.

— Es cierto —apoyó Soobin —, pero podemos simplemente ir viendo sobre la marcha, hay muchas maneras de ocultar nuestro olor lo suficiente para pasar desapercibidos.

— Es cierto.

— Bien. Está hecho, ¡hoy iremos de caza en manada!

Y quizás era la emoción en el rostro y la vocecita del Alfa lo que hizo a Soobin y Huening sentir una abrasadora alegría y excitación. O el hecho de que ya no era una caza para sobrevivir por cuenta propia. Ya no estaban solos, eran una manada e iban a estar juntos el uno para el otro de ahora en adelante.

Y eso se sentía bien.

Cazar en grupo era demasiado divertido, y YeonJun jamás en su vida creyó sentir tal plenitud en su corazón al ver a su Alfa y Beta, ambos correr junto a él y saltar entre los árboles para perseguir a la presa. Juntos. Se hallaban los tres persiguiendo una presa que luego cenarían, en compañía del otro, y se sentía tan hogareño y correcto. Ese era su lugar en el mundo, no le cabía duda alguna.

Lograron atrapar montones de conejos y hasta un enorme jabalí, que Soobin se encargó de llevar a la cabaña mientras charlaban estrategias para próximas salidas de caza en grupo. Había sido sumamente fácil y cómodo porque ya no se encontraban solos frente a animales salvajes, tenían el apoyo de otros dos compañeros que agilizaban el trabajo. YeonJun podía sentir las feromonas burbujeantes de felicidad provenir de sus compañeros. Infló el pecho de orgullo y continuó halagando a las bolitas de vergüenza y sonrojo en las que se habían convertido su Alfa y Beta en cuestión de segundos.