6. omega

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La manda se hallaba cazando, pero esta vez más allá del arroyo, lo único que mantenía sus aromas ocultos en el inmenso bosque.

Pero ya era hora de que explorarán esa zona, no podían vivir siempre dentro de lo conocido. Sin embargo, estaban tomando precauciones, y YeonJun había cubierto a cada uno de sus miembros con sus feromonas, y su aroma era tan hostil que hasta su propio Omega se sentía algo incómodo. Aún así, Beomgyu comprendía que era un riesgo que debían correr, y aunque quisiera esconder lo mucho que el aroma fuerte y hostil de su Alfa le calentaba, todos se hallaban en las mismas condiciones.

Sobre todo un sonrojado Soobin y muy consciente de su propio Alfa, el cuál de vez en cuando entrelazaba sus manos y se frotaba contra su duro cuerpo para marcarlo con su aroma. Lo cuál realmente tenía mudos a Beomgyu y Huening, después de todo, en sus manadas, dejar que un Alfa impusiera dominancia sobre otro Alfa era un insulto y casi siempre terminaba en una lucha entre lobos hasta que alguien lograba separarlos. Y Huening juraría que se trataba de instinto o el orgullo de los lobos primitivos y animales que vivían en su interior. Aunque toda esa teoría se había ido por el arroyo en un santiamén.

Podían incluso sentir las feromonas avergonzadas y sumamente tímidas del lobo de Soobin. Y para YeonJun era la cosa más adorable, por eso no dejaba de molestarlo solo a él, con la excusa de que al ser Alfa su aroma era muy fuerte. Solo para verlo convertirse en una bolita de nervios y miradas de ojitos llorosos cada vez que se acercaba a él.

Beomgyu intentó no burlarse de Soobin a pesar de que moría por hacerlo, porque podía decir con una simple mirada que el toque íntimo con otros lobos no era su especialidad, y no sabía como manejar muy bien la cercanía romántica de sus miembros. Y eso solo podía significar una cosa: su manada no había formado lazos con él. Posiblemente el Alfa había nacido dentro de una manada conservadora, en donde creyeran fervientemente que los Alfas no necesitaban tonterías como lazos o conexiones, ellos eran fuertes y para nada delicados o frágiles. Y todos esos pensamientos lograban apretarle el corazón de manera dolorosa en el pecho, Soobin no había recibido amor de manera correcta.

— ¿Huelen eso? —la voz de Huening rompió el silencio sepulcral que se había instalado en el bosque desde que habían dejado su hogar. Inmediatamente todos se giraron hacia el Beta, el cuál se hallaba en guardia y con la mirada perdida en algún punto de la Tierra, quieto y atento. Detuvieron el paso inmediatamente y guardaron silencio, dejando que sus instintos tomaran el control poco a poco —. Huele a tierra fresca.

— Estamos en el medio del bosque.

— Es diferente, es como si estuviera cubriendo un olor dulzón que pica en la punta de mi nariz —argumentó el Beta, dirigiendo sus ojos hacia YeonJun, como preguntándose por qué no sentía el mismo aroma —. El aroma a tierra húmeda esta camuflando otro, aunque no puedo sentir la presencia de nadie más que nosotros aquí en el bosque.

— Es un lobo, definitivamente —interrumpió YeonJun, sorprendiendo a todos —. Un lobo lo suficientemente inteligente para esconder su presencia y aroma, y pasar desapercibido.

— Pero, ¿por qué un lobo que está solo se escondería? Es época de apareamiento y de los lobos para establecerse. Un lobo en esta instancia está desesperado por unirse a una manada lo más pronto posible antes de que el invierno llegue y se haga más viejo —razonó Beomgyu. La realidad de los lobos que no lograban encontrar una manada era triste, pero siempre podían volver y refugiarse con su anterior familia, convertirse en los destinados a cuidar de los cachorros, o servir de diferentes maneras al resto de los miembros. Estos eran apodados como los Ancianos. Incluso las manadas jóvenes y fuertes estaban dispuestas a recibir Ancianos que cuidaran de los Omegas embarazados o hicieran labores como curanderos y demás.

— Quizá huye de algo —aportó de repente Soobin, con una mirada inquieta. Rápidamente se giró a su Alfa y con los ojitos al borde de las lágrimas suplicó: —. Debemos ayudarlo.

— Si huye de algo, sería peligroso acercarnos a ese lobo que es un objetivo del cuál no sabemos absolutamente nada. Pero no podemos dejarlo así —afirmó Beomgyu con la mirada perdida y algo asustada, el hecho de que un lobo se encontrara sufriendo por culpa de otros lobos le hervía la sangre.

— Solo lo huelo a él, eso significa que es el único lobo al menos por ahora —informó el Beta, mirando fijamente a su Alfa.

YeonJun por otro lado se sentía sumamente orgulloso y presionado por ambos lados, su manada entera lo observaba con miradas agudas y cautelosas. Cada uno de sus miembros sentía la misma necesidad que él de salvar a ese lobo desconocido.

— Bueno, manada, ¿Qué estamos esperando? Hay que ayudar a ese lobo antes de que anochezca.

Los rostros de sus miembros se iluminaron en cuestión de segundos, y el ánimo en la manada comenzó a ser más brillante y cálido. Acordaron dejar que Beomgyu dejara salir sus feromonas para cubrir al resto y no ahuyentar al lobo, después de todo un Omega solo no era solo tentador y llamativo sino extraño, el lobo probablemente se acercaría sin que se lo pidieran o tuvieran que obligarlo en el peor de los casos.

Beomgyu intentó evitar que sus feromonas delataran lo caliente que sus miembros le ponían, pero ya todos se habían dado cuenta y se encontraban más que complacidos y alegres, a costa del sonrojo en las mejillas y orejas del Omega, que se mantenía en su trabajo intentando ignorar sus miraditas sugerentes y traviesas.

Debían dejar de tontear y concentrarse en ayudar al lobo por más delicioso que el aroma de Beomgyu fuera.

De repente, el aroma apenas sutil que solo YeonJun y su Beta sentían, salió disparado en su dirección, y el bosque entero se llenó de feromonas. Feromonas de Omega. Todos insultaron sin reparo, ¿Qué demonios hacía un Omega solo y escondiéndose en plena de apareamiento y sometimiento? ¿Le habían hecho algo? ¿Estaba herido? ¿Acaso lo perseguían?

De algo estaban seguros, el Omega no aceptaría a nadie más que a Beomgyu, después de todo el Alfa había dejado salir su aroma hostil y el Omega se había mantenido inmutable e imperceptible, con claras intenciones de no querer unirse a ninguna manada.

Guardaron silencio a pesar de que morían por compartir sus pensamientos que muy probablemente eran similares, pero se mantuvieron en sagrado silencio y continuaron acercándose al Omega oculto más y más, con Beomgyu a la cabeza, quien caminaba con suma precaución, advirtiéndoles con simples miradas que no debían de adelantarse ni llamar la atención o el Omega podría escapar.

Las feromonas de Beomgyu enviaron un amigable saludo. Saludos, curiosidad, intenciones de encontrarnos. Las cuales fueron respondidas por una respuesta positiva, pero solo eso. El lobo estaba siendo cauteloso.

— Será mejor que se escondan mientras avanzo, está cerca —informó Beomgyu. La manada se dispersó y el Omega sintió al otro lobo cada vez más cerca. Hasta que ambos se divisaron entre los árboles, y Beomgyu le regaló una sonrisa acogedora y amigable, a pesar del rostro serio e inmutable del otro lobo. Era lindo y cada centímetro en su rostro destacaba y le hacía sentir algo excitado esa penetrante mirada que lo estudiaba de pies a cabeza sin pudor. Su sonrisa flaqueó.

— ¡Hola! yo— pero el Omega rápidamente lo interrumpió con una voz que se le hizo encantadora a pesar de lo seca que sonó.

— Puedo oler al Beta y a tus Alfas, ¿acaso crees que soy idiota?

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⏰ Última actualización: Jul 01 ⏰

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