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La manada no daba crédito a lo que estaban viendo.

Simplemente no sabían que hacer.

Sus lobos se removieron inquietos por la ferviente necesidad de parar el sufrimiento de aquel Omega tan pequeño e indefenso. YeonJun maldijo una y mil veces mientras se ponía de pie e intentaba tranquilizar al lobito con sus feromonas. Estaba seguro de que el bosque entero estaría ya lleno de ese aroma agrio en el que podía sentir la angustia y la tristeza en las que el pequeño estaba hundido. Sus sentimientos habían comenzado a calar en su lobo, hasta el punto de sentirlo como propio.

La tristeza y el efecto que está tenía sobre otros dependía del lobo. YeonJun había presenciado a toda su manada volverse locos y violentos cuando uno de los Omegas mayores perdió a su pareja destinada y se sumió en una depresión que llevó a todos en picada a un hoyo negro de desesperación. Habían sido días oscuros, pero otros no se lo habían tomado de manera tan intensa, de hecho muchos Betas se habían encargado de cuidar de la manada en lo que el Omega lograba recuperarse. Se encargaban de mimar y cuidar de todos, habían sido un gran pilar y su padre les estaba agradecido de por vida.

Soobin en este momento se hallaba envuelto en sollozos y lágrimas que no dejaban de bajar de sus ojitos redondos. Tenía una expresión de desesperación y angustia, y sabía que era porque no podís comprender qué estaba ocurriendo.

Pero Huening no le dio tiempo a pensar un minuto más. Tomó su rostro y en su frente dejó descansar suavemente sus labios.

Una fragancia protectora y serena se desprendió del Beta, y pronto el Alfa se vio tan inmerso en el Beta y su sonrisa cálida llena de amor, que sus ojitos dejaron de llorar y se dedicó a mirar embelesado los finos y rosados labios de su compañero.

YeonJun infló el pecho de orgullo. Su Beta había actuado con total naturalidad y calma, que hasta había logrado tomarlo por sorpresa. Es decir, se esperaba que un Beta reaccionase así, pero creía que eso se obtenía con la práctica, de errores y de triunfos. Sintió unos pequeños dedos colarse en la palma de su mano hasta la punta de sus dedos, y comenzó a tirar de su aturdido trasero hasta donde se encontraba Soobin.

Huening besó su nariz con dulzura y suavidad, y una sensación abrumadora comenzó a florecer en su pecho intensamente. Se sentía sanado en tantos aspectos y el Beta solo había dejado un beso en la punta de su nariz. El roce se había sentido tan caliente que hasta podía decir que su rostro entero se hallaba rojo de la vergüenza.

Soobin no se encontraba mejor.

Había sido un microsegundo tan íntimo, el recuerdo de las largas pestañas de su Beta le hizo cosquillas en el estómago.

Ambos Alfas observaron embobados a su Beta avanzar tranquilo hacia el árbol donde se encontraba el Omega.

Sabían que estaba hablando, porque veían su sonrisa y sus labios moverse y formar palabras, solo que se hallaban inmersos en una paz jamás experimentada, y no tenían ni la más mínima intensión de salir de ese trance acogedor.

De un momento a otro el cauteloso Omega se desplazó ramas abajo, con algo de torpeza y timidez, que a los Alfas se les antojó adorable y les fue imposible no observarlo embobados.

Una vez ambos pies tocaron el suelo, Huening tuvo que gruñirle a sus miembros para que no se movieran de su sitio si no querían espantar al pequeño Omega. Ambos hicieron caso a regañadientes y se limitaron a bufar y gimotear en el suelo a la espera de ambos.

— Hola Beomgyu —el Omega fingió que la sonrisa y los ojitos brillantes del Beta frente a él no le habían derretido el corazón por completo. Lo observó algo desconfiado, pero no parecía tener intensiones de huir según Huening. Se veía muy curioso y adorable moviendo su naricita respingona de arriba a abajo, como intentando memorizar los distintos y nuevos aromas que se le presentaban. Haciéndose el tonto dejó salir sus feromonas más dulces y coquetas de golpe, sonrojando al Omega que había estado observando sus piernas descaradamente unos segundos atrás. Beomgyu desvió la mirada tan rápido como pudo, e ignoró el calor que se había instalado en su rostro y cuello.

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