YeonJun se paró a un lado de Soobin y dejó salir sus feromonas con algo de vergüenza después de esa escena que se habían montado frente a un desconocido.
El Beta entendió y caminó hacia ellos rápidamente, importandole poco si se veía desesperado, porque de todos modos así se sentía realmente. Acercó su rostro hacia el cuello expuesto y algo bronceado de Soobin y bajó hacía su vientre sin titubear, arrodillándose con lentitud. Allí acercó su nariz al miembro del Alfa y olió sin tapujos, dejando escapar risitas cada que el Alfa se estremecía por su culpa. Continuó oliendo el resto de su cuerpo y cuando se encontró a sus espaldas le fue imposible no lamer suavemente su hombro desnudo, lo que hizo saltar al Alfa alarmado de no ser por la mano de YeonJun que lo devolvió a su sitio con una sonrisita emocionada.
Siguió con YeonJun, quien se encontraba tan excitado y ansioso que sentía que en cualquier momento y ante cualquier toque se vendría. Olfateó su espalda y apreció su cuello con una inmensa sonrisa, percibía todo en él sumamente puro y delicado. Sus feromonas igual de impacientes y sensuales que él, comenzaron a alzar su miembro, intentó no prestarle atención, pero el aroma del Alfa era tan varonil y embriagador, era dulce como ningún otro, incluso más dulce al del otro Alfa. Era atrayente y sino usaba toda su fuerza de voluntad podía perderse y dedicarse el resto de su vida a inhalar esas feromonas y dejarse hacer sin problemas. Giró en el cuerpo del Alfa y se detuvo a centímetros de su rostro.
Los ojitos brillantes y las pupilas dilatadas del Alfa se encontraban desorbitados pero fijos en él. El Beta se hizo pequeño en su lugar, al percatarse de la mirada profunda y oscura del Alfa, toda la confianza que hace un momento sentía desapareció y sumisamente agachó la cabeza para observarlo a través de sus largas pestañas negras, que YeonJun sintió el impulso de tocar.
Reunió el poco valor que le quedaba y se agachó frente al Alfa, y allí, en su entrepierna olió algo que lo descolocó así como enloqueció a su lobo por igual. El líquido preseminal se escurría del miembro erecto del inquieto Alfa, y la tela se hallaba tan pegada y húmeda que era casi transparente. Pasó saliva intento apaciguar el deseo ferviente de su territorial lobo, quien le suplicaba que metiera ese miembro en su boca en ese mismo instante.
Y realmente se moría por hacerlo. Se moría por chuparlo y lamerlo y saborearlo hasta el punto de enloquecerlo. Se moría por complacerlo y superar sus espectativas. Pero por sobre todo se moría por marcar con su aroma cada centímetro de su cuerpo y reclamarlo como suyo.
Su Alfa.
Ambos Alfas tenían sus miradas pegadas al Beta, sin querer perderse un solo movimiento.
El Beta acercó su nariz al miembro y aspiró con violencia, embriagándose del aroma a sexo que el miembro de ese Alfa exudaba en grandes y ardientes cantidades. Los pequeños rayos de sol que se filtraban por las hojas de los árboles en constante movimiento por la brisa veraniega, pegaban sobre sus sudorosos cuerpos y todo era tan caliente que comenzaba a ser abrumador y asfixiante, pero se sentía correcto.
Sacó su lengua y tocó el miembro con la punta, provocando una serie de violentos espasmos en YeonJun que se le antojaron adorables y dieron justo en sus bolas. Sabía que se encontraba en terreno peligroso, estaba tocando a un Alfa que técnicamente aún no le había aceptado como parte de la manada, y debía tener cuidado porque el Alfa bien podía sentirse excitado por su comportamiento así como podía considerarlo una falta de respeto y molerlo a golpes en ese preciso momento.
Sin embargo, las feromonas de ese Alfa le quitaban poco a poco los diminutos restos de juicio que quedaban en él.
Podía sentir al lobo del Alfa ronronear y gimotear de forma desesperada y tan sexy. Quería complacerlo tanto, no había una sola fibra de su cuerpo que no le suplicara tomar las caderas frente a él y meter ese pene en su cálida boca. Sentía derretirse de solo pensar en lo bien que se iba a sentir su Alfa con una de sus mamadas.
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Hombres Loboen donde yeonjun debe irse y dejar su familia atrás, a su manada. salir al exterior y formar su propia manada, su propio hogar al cuál proteger y cuidar.