Jungkook recogió su sujetapapeles de la camioneta y se giró para mirar la antigua casa. Se apoyó en la puerta de la camioneta, dispuesto esperar a Taehyung. Pensó en cómo le había abierto la puerta aquella mañana; con el pelo echo un desastre y vestido únicamente con una camiseta blanca y fina que apenas cubría sus esbeltos muslos. Tenía esa mirada soñolienta, de recién salido de la cama tan sexy.
El corazón le había dado un jodido vuelco cuando le abrió la puerta. Había sentido el impulso repentino de coger su adormilado cuerpo, subir las escaleras hasta la habitación y sentir el cálido cuerpo de Tae abrazado al suyo. Se preguntó qué se sentiría al despertarse junto a él, tras haberle hecho el amor durante toda la noche.
Maldijo entre dientes y se arregló los pantalones, que ahora le quedaban más ajustado en la zona de la entrepierna, si no dejaba de empalmarse cada vez que pensaba en él, las reformas que hubiera que hacer iban a ser un infierno. Ni siquiera era su tipo; era igualito a Yugyeom, odiaba los pueblos. Y eran tan distintos como el día y la noche: Taehyung representaba el glamour, la sofisticación y las fiestas; él los pantalones vaqueros, las camisetas y los bares de la vuelta de la esquina. Ya había pasado por aquello una vez, y no tenía intención de volver a hacerlo.
No iba a cambiar de opinión sólo porque fuera sexy, oliera a las mil maravillas y tuviera un cuerpo sobre el que estaba deseando poner las manos. Había hombres más que de sobra deseando enrollarse con él, sólo que aún no había tenido tiempo de buscarlos.
Tendría que empezar a buscar tiempo; y pronto. En cuanto se hubiera tirado a tres o cuatro, se olvidaría de Taehyung por completo.
En aquel preciso instante, el objeto sus pensamientos abrió la puerta principal. Se había recogido el pelo en una coleta pequeña, del que salían algunos mechones dándole un toque desenfadado. Llevaba unas bermudas verdes y una camiseta de manga corta con las letras I love Seúl que apenas cubría su lisa y acanelada tripa.
Jungkook tuvo que tragar saliva con fuerza al ver lo que creyó que era un piercing en el ombligo. Mierda, eso sí que era sexy. Cubrió su dolorosa erección con la tablilla sujetapapeles y trató de apartar de la mente la idea de lamer aquel ombligo perforado en su camino hacia lo más íntimo de Taehyung.
Taehyung sonrió con su característica sonrisa cuadrada, y casi acabó con él. A pesar de la dura vida que había estado llevando en Seúl su rostro seguía siendo el de un inocente chico de pueblo.
Empezaba a sentir cómo el corazón le latía en los huevos. Cálmate, compañero -pensó intentando desviar sus pensamientos- No vas a conseguir nada ahora, y mucho menos de Kim Taehyung.
Aquello iba a ser muchísimo más difícil de lo que pensaba.
La casa Kim había pertenecido a la familia de Taehyung desde antes de la Guerra de Corea. Sus antepasados se remontaban a principios del siglo dieciocho. Cada vez que pensaba en venderla, el corazón se le llenaba de culpabilidad y remordimientos. ¿Pero qué otra cosa podía hacer? Aquella casa, aquel lugar habían sido el sueño de otra persona. ¿Acaso sus sueños no eran igual de importantes?
Para Taehyung, aquella casa grande y blanca siempre había sido su acogedor hogar. Allí de pie, al final del camino asfaltado que llevaba a la casa, Taehyung centró toda su atención en la imponente estructura. Las altas columnas que había a cada lado de las escaleras del porche soportaban el peso del tejado sin esfuerzo. Las flores de la abuela, siempre perfectamente cuidadas, sobresalían de las jardineras hechas a mano y encaladas que había en las ventanas, al igual que de los maceteros que se dispersaban por el porche.
—Vamos a tener que reemplazar estas maderas, que están podridas —dijo Jungkook, señalándolas a medida que se acercaban a la casa y subían las escaleras del porche delantero—. Habría que raspar y volver a pintar toda la fachada exterior.
Taehyung observó la pintura desconchada de los listones de madera que había en la parte delantera de la casa, testigo silencioso del paso del tiempo. A pesar del deterioro, la casa seguía siendo maravillosa.
Al menos eso le parecía a él. Para el comprador en potencia, no era más que una casa vieja que habría que reparar. Para Tae, era un hogar. No, no era su hogar. Su hogar había sido su abuela, y ella ya no estaba allí. Ahora, su hogar era Seúl.
Taehyung le dio el visto bueno a la valoración del exterior que había hecho Jungkook. Sabía que la casa necesitaba reparaciones. La abuela la había mantenido impecable, pero una mujer mayor, que vivía sola, poco podía hacer por mantener el exterior de la casa en condiciones,
Por suerte, sus amigos y vecinos le habían ayudado a mantener el exterior, pasándose con regularidad para podar los árboles y los setos y quitar las malas hierbas. La exuberante belleza del paisaje seguía estando igual, con los cerezos inclinados sobre el largo camino que llevaba a la entrada principal; como dando la bienvenida al visitante. Tanto el camino como la entrada de la casa estaban bordeados de azaleas y camelias, que mostraban sus brillantes colores cada primavera.
Jungkook le dió a Taehyung su portapapeles y sacó una escalera extensible de su camioneta. Subió con rapidez hasta el tejado y él quedó impresionado por la seguridad con que parecía pisar el terreno. Era como una pantera, puro músculo, nervio y gracia. El mero hecho de ver cómo se movía, hizo que el corazón se le acelerara y que las hormonas se le rebelaran. De pronto, una oleada de deseo le sacudió e hizo que su miembro empezara a pedir atención.
Nunca antes se había excitado sólo con mirar a un hombre. ¿Qué demonios le estaba pasando?
Deja de actuar como un adolescente, por Dios. Sólo está andando por el tejado, ¡ni que te estuviera haciendo un striptease! Aunque la idea de ver cómo Jungkook se desnudaba en el tejado de su casa le hizo gracia. Menos mal que desde donde estaba no podía verlo reir.
—Habría que cambiar todo el tejado —dijo, mientras bajaba por la escalera.
No, no debía fijar la vista en su firme trasero mientras bajaba.
—Supongo que tendrás más de una gotera dentro, porque faltan varias tablillas. Ahora, cuando entremos, comprobaremos los techos y paredes.
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Verano en Daegu // KookTae
RomanceVolver a Daegu es lo último que Kim Taehyung querría hacer, pero tras la muerte de su abuela Taehyung hereda la casa familiar la cual necesita vender para poder llevar a cabo su sueño: abrir su propio teatro en Seúl. Taehyung se ve obligado a contra...