Capítulo 5

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El olor del bacon hizo que su estómago rugiera. Observó cómo cocinaba Jungkook, al tiempo que se bebía su café a sorbos. Joder, era un espectáculo digno de contemplar. Estaba de espaldas a él, de manera que podía ver perfectamente su espalda, ancha y fuerte, y sus musculosas y finas piernas. Llevaba unos vaqueros desgastados y una camiseta blanca con las mangas remangadas lo que hacía que se vieran sus tatuados y musculosos brazos, esta se ajustaba perfectamente a su espalda y a su vientre dejando poco a la imaginación. Si esa clase de hombres fueran su tipo, se habría abalanzado sobre él de inmediato.


Menos mal que Taehyung estaba tan concienciado en otros aspectos de su vida que no necesitaba grandes romances ni sexo. Aunque también era cierto que no sabría distinguir un buen polvo ni aunque lo tuviera delante de sus narices. Así lo había elegido él, pero no podía evitar arrepentirse de vez en cuando, sobretodo cuando tenía a semejante hombre rondando en su cocina.


Vagando en sus pensamientos, se sobresaltó y miró a Jungkook con recelo al ver que éste se inclinaba para poner el plato de desayuno delante suyo. Se sentó en la silla que había junto a él y comenzó a comer. De pronto se sintió hambriento, cogió su tenedor y se metió un primer bocado en la boca. Sorprendentemente, estaba buenísimo.


—¿Cuándo has aprendido a cocinar? —le preguntó entre bocado y bocado.


—No es tan difícil. Hace mucho que aprendí a cuidar de mí mismo; la verdad es que aprendí a cocinar después de mi divorcio.


—No sabía que hubieras estado casado. ¿Cuándo os divorciasteis? —Por alguna extraña razón, le molestaba el hecho de que hubiera estado casado.


¿Pero por qué? Ni que hubieran tenido un tórrido romance durante el colegio, ni ningún tipo de romance. No habían sido novios, ni siquiera habían salido nunca juntos... ¡y no había sido más que un beso!


Sigue recordándotelo, Taehyung.


—Hace unos tres años. —Alzó la vista y sonrió—. Nos conocimos en la universidad. —Ante la cara de asombro que puso Taehyung, dijo—: Sí, fui a la universidad. Y me licencié, también.


Había tantas cosas que no sabía de Jungkook. Como dónde se había metido el último año de colegio; no volvió a verle después del baile.


—Era un chico de pueblo y pensé que nuestros caminos iban en la misma dirección. Pero me equivoqué. Nos casamos durante nuestro último curso de carrera y lo traje aquí cuando creé Jeon Construcciones. Ni siquiera había pasado un año y ya estaba soñando con otro tipo de cosas, mayores y mejores.


—¿Qué tipo de cosas? —De acuerdo, quizá Taehyung tampoco hubiera querido quedarse en Daegu, pero aquello no significaba que ningún otro chico de pueblo pudiera ser feliz allí.


—Quería lo que no podía darle. Lo que no quería darle, mejor dicho. Una gran ciudad, centros comerciales de fantasía, prestigio y mucho dinero. Y supongo que pensó que la vida conmigo no le reportaría lo que creía necesitar. Así que se marchó. Tampoco es para tanto.


Jungkook había respondido a su pregunta de forma poco realista; como si no le importara en absoluto nada de lo que estuviera relacionado con el que un día fue su marido.


—¿Así que dejaste que se fuera, así, sin más?


Sus ojos se encontraron con los de él, no había emoción en sus rasgos.


—No iba a tratar de aferrarme a alguien que sería mucho mal feliz en cualquier otro lugar. De todas formas, tampoco nos amábamos de verdad así que, ¿para qué prolongar lo inevitable? Yo era feliz aquí, en Daegu, y él no. Soñaba con una gran ciudad y yo no pensaba trasladarme. Fin de la historia.


Taehyung empujó su plato hacia un lado y se reclinó en el asiento meditando las palabras de Jungkook. ¿Por qué era tan feliz allí? Parecía tan inquieto, cuando estaba en el colegio. De acuerdo, nunca había sido su mejor amigo, pero habían compartido varias clases, y siempre le pedía que le ayudara con los deberes.


El hecho de que le pidiera ayuda siempre le había sorprendido, pues era un chico muy inteligente. Siempre que le preguntaban en clase se sabía la respuesta. Las veces en que le ayudó, hablaron de qué les gustaría hacer una vez se hubieran graduado; decía que tenía grandes planes. Quería viajar, ver lugares exóticos, hacer cosas que jamás podría hacer allí. Por aquel entonces, su plan era salir de Daegu y no volver nunca más. Y era cierto, se había ido... pero había vuelto. Taehyung se preguntaba qué le habría hecho cambiar de opinión.


—¿No decías que querías salir de aquí después del colegio? Pensé que querías viajar.


Jungkook asintió y bebió un sorbo de café.


—Sí, eso quería. Y lo hice; vi mundo, tal y como quería. Viajé mucho y luego volví a casa.


—¿Por qué volviste? —Siempre pensó que era como él; que querría salir de allí y no volver a mirar atrás. Él no había mirado atrás; pero él no sólo había vuelto la vista atrás, sino que había vuelto.


Recogió los platos y vasos, los puso en el fregadero y se acercó a él deteniéndose a escasos centímetros. A Taehyung le daba miedo hasta respirar, pues sabía que olería a recién duchado y mucho más apetecible que el desayuno que acababa de prepararle.


Apoyó los brazos a cada lado de la silla, obligándolo a alzar la vista y mirarle. Lo miraba fijamente, evaluándolo, como si pudiera leer sus pensamientos y sentir sus emociones. Ridículo, teniendo en cuenta que eran prácticamente unos extraños.


—A veces, lo que crees que quieres hacer con tu vida no se parece en nada a lo que de verdad quieres. Vístete, Taehyung. —Se dirigió hacia la puerta principal—. Voy a comprobar la fachada de la casa. Ven a buscarme cuando estés listo y veremos qué arreglos necesita esta casa.

En cuanto cerró la puerta principal, Taehyung se levantó de la mesa y subió a cambiarse. ¿Dónde habría ido cuando dejó Daegu, hace tantos años, y qué habría estado haciendo? ¿Qué podía hacer volver a alguien que había soñado con viajar y vivir aventuras, a alguien que había estado contando los meses que le quedaban para salir de allí? ¿Adónde se fue y por qué volvió?

¿Y por qué demonios le importaba tanto? Decididamente, no sacaría ninguna respuesta en claro hoy.

Se detuvo al llegar a su dormitorio, preguntándose una vez más por su curiosidad. ¿Qué más le daba qué hubiera estado haciendo Jungkook? No le interesaba desde un punto de vista sentimental; Jungkook no era más que alguien quien conoció en el colegio y que ahora estaba haciendo un trabajo para él. No le importaba qué hubiera estado haciendo, ni por qué su matrimonio no funcionó.

Además, él era todo lo que había estado esquivando toda su vida. Un hombre como su padre. Guapo, encantador, un rompecorazones. Y no iba a dejar que nadie le rompiera el corazón. Lo había mantenido a salvo durante casi treinta años y ni un solo hombre se había acercado lo más mínimo. El único que alguna vez pareció abrirse paso hacia su corazón estaba ahora esperando fuera, en su jardín, a que fuera.

Deja de suponer. Deja de hacer preguntas. Deja de preocuparte. Tenía que concentrarse en utilizar la experiencia y las habilidades de Jungkook para dejar la casa de la abuela —no, su casa— como nueva.

En cuanto lo hubiera hecho, podría marcharse de Daegu.

Verano en Daegu // KookTaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora