- Me encantaría quedarme aquí todo el día, hablando sobre mí y nada más que mí, pero tengo cosas mejores que hacer. - Se levantó y recogió sus papeles, mirando a Jungkook desde lo alto, que seguía meciendo el columpio suavemente. - ¿Y no se supone que estoy pagándote para que hagas algo, o pretendes hacerme perder el tiempo y no hacer nada?
- ¿Por qué no echas un vistazo a lo que he hecho y luego ya me dices si lo consideras dinero bien invertido o no?
El numerito de los papeles había sido nada más llegar a casa, y no se había fijado en lo que había estado haciendo Jungkook todo el día. Ahora que se lo decía, vio que había reemplazado las tablas del porche de las escaleras que estaban rotas, y que había pintado la puerta de entrada, al igual que todo el porche.
Había trabajado como nadie y él ni siquiera se había dado cuenta. Si se hubiera fijado antes, habría visto que la camiseta y las bermudas de Jungkook estaban sucias y llenas de pintura. Estaba sucio, sudoroso, lleno de polvo... y absolutamente estupendo. El sudor hacía que sus musculosos brazos y sus hombros brillaran, y la mancha de suciedad que tenía en la mejilla no hacía sino acentuar la belleza clásica de sus facciones.
El mero hecho de mirarle hacía que se sintiera raro: le dolían partes del cuerpo que nunca antes le habían dolido. Y para colmo, hacía como que le interesaba, quería que le contara cosas acerca de él y de su vida, como si de verdad estuviera interesado. No, no pensaba caer en la trampa.
Lo mejor era que mantuvieran las distancias; daba igual lo que quisieran su cuerpo y su corazón.
- De acuerdo, veo que has hecho un buen trabajo - contestó, poniendo especial cuidado en decirlo con tono brusco- Ahora, si me disculpas, tengo cosas que hacer. Puedes recoger tus cosas y marcharte cuando consideres que hayas acabado. - Le despidió dándole la espalda de pronto, se apresuró a entrar en casa, cerrando la puerta tras de si.
Se apoyó contra la puerta cerrada y se avergonzó de lo que acababa de hacer. Ese mal genio no era típico en él. Debería haberse dado cuenta de lo duro que había trabajado Jungkook en la casa; debería habérselo agradecido y, en su lugar, le había insultado; a él y a su trabajo.
¿Qué demonios le pasaba?
Tampoco debía irse muy lejos para saber la respuesta. Cuando estaba cerca suyo se ponía nervioso, le hacía sentir cosas que no que ría sentir. No podía pensar en nada más que no fuera huir. Echar a correr. Que era precisamente lo que Jungkook decía que hacía cuando estaban cerca. Y tenía razón; aún seguía corriendo.
Frustrado y enfadado tanto con Jungkook como con el mismo, corrió escaleras arriba y se sentó en la cama. Le corroía la ansiedad reprimida; demasiadas emociones como para poder asimilar le revolvían las tripas.
Relájate, Taehyung. Deja de darle tantas vueltas... Ya, como si aquello fuera a suceder nunca.
Sólo había una forma de que se calmara. Necesitaba descargar adrenalina, y sabía que sólo lo conseguiría a través del sexo. Y puesto que no había perspectivas de que aquello sucediera, tendría que ponerse en manos de sus vibradores.
Nada como sus trastos que daban vueltas y sus juguetes de gelatina para liberarse sexualmente. Al menos podría pensar en Jungkook y en lo que podría haber pasado entre ellos, pero allí, en la seguridad de su propia habitación.
Jamás sabría que sus fantasías sexuales giraban en torno a él, que se imaginaba que era él quien lo follaba cuando se tiraba a su vibrador.
Sólo con pensarlo se excitaba de arriba a abajo. Suspirando ávidamente de anticipación, se tumbó sobre la cama y abrió el cajón de su mesilla de noche.
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Verano en Daegu // KookTae
RomantikVolver a Daegu es lo último que Kim Taehyung querría hacer, pero tras la muerte de su abuela Taehyung hereda la casa familiar la cual necesita vender para poder llevar a cabo su sueño: abrir su propio teatro en Seúl. Taehyung se ve obligado a contra...