Septiembre, 1994
Debía hacerlo, necesitaba ayuda porque no podía hacerlo sola, no se trataba de una duda para el examen, que muy segura de sí, resolvería por sus propios medios. Con un poco de temor se introdujo a la enfermería y para su suerte, se encontraba deshabitado por pacientes, pero no de la enfermera Pomfrey, que muy concentrada, verificaba pociones del estante. Consideró por un momento darse la vuelta en el mismo silencio con el que entró, pero la pizca de valentía que la llevó allí, la hizo hablar.
-Madame Pomfrey.
La mujer sobresaltó sorprendida, casi soltando la poción que en ese momento sostenía; crece hueso, pudo reconocer Hermione.
-¡Señorita Granger! me ha dado un susto –dijo acercándose. –No la oí entrar. Por lo general esas puertas –señaló en el momento –rechinan ruidosamente.
-Estaba abierta –aclaró.
-¿Qué desea? Alguna poción revitalizadora. –se aventuró a concluir. Conocía lo dedicada que era la joven con respecto a sus estudios y sobresaturarse de deberes, tal vez, la habían agotado por primera vez.
Sus manos comenzaron a temblar y las retuerce para detenerlos. Cuanto necesitaba en ese momento, el tan vanagloriado coraje de su casa, que muy a su pesar, no venía a ella. Viendo la preocupación dibujándose en el rostro de Madame Pomfrey ante su silencio, apremiante, le aseguró, que se encontraba bien.
-¿Entonces de que se trata, Señorita Granger? –articuló, dudando de las palabras de la joven. - porque no toma asiento –amable sugirió. -Puede que no sea grave, pero me parece que le está tomando tiempo mencionarlo.
Hermione cabizbaja, hizo lo sugerido y Madame Pomfrey, también desde su lugar, esperó pacientemente.
En su cabeza accionó, que la actitud que presentaba, no era la que había ensayado por largo rato, donde se repitió hasta el cansancio, que aparentar seguridad lo haría menos penoso a los oídos de la enfermera.
-Creo... –se detuvo al instante por un segundo. No estaba usando las palabras correctas. Lo confirmó unas cinco veces con la poción –Estoy embarazada. –soltó, quieta y en la espera de una reacción por parte de la bruja.El ceño se frunció lentamente, para luego parpadear con insistencia.
- ¿Qué está diciendo, Señorita Granger? –cuestionó, no creyendo haber escuchado correctamente y, a su vez, estaba segura de la confesión. En tal caso, una muy mala broma por parte de la joven, pero una mirada apreciativa la hizo desechar lo último, pues se trataba de Hermione Granger, la alumna más ejemplar que habitaba Hogwarts. La muchacha vivía reprendiendo las malas acciones de otros alumnos y un claro ejemplo, eran los pocos portados gemelos Weasley. De ellos se podía esperar cualquier cosa con sus bromas. Si lo sabría ella, que sanaba con demasiada recurrencia, los efectos segundarios de las pobres criaturas que tenían la desdicha de toparse con esos dos.
-Estoy embarazada –repitió.
-Te oí la primera vez, niña, –dijo y soltando un suspiro, que Hermione no supo cómo interpretar, aguardó apacible a Madame Pomfrey, que se acercaba hasta tomarla de las manos en un claro gesto condescendiente –pero me sorprendió que esas palabras vinieran justo de usted, señorita Granger. Es el señor Potter o... –quiso saber notablemente incomoda. Se trababa de jóvenes, si, y no era ajena a la sexualidad muy activa de grados mayores, no en vano, sus estantes guardaba pociones anticonceptivas y existía una clase de pociones extra para las señoritas sobre la preparación de la misma, todo con el firme propósito de evitar una situación no deseada. –el señor...
Hermione negaba con la cabeza.
–Ellos son mis amigos. –aclaró de inmediato. Si le creyó, Madame Pomfrey no dio indicio de lo contrario. Podía pensar como le plazca y Hermione estaba bien con eso. –Y me gustaría que ni ellos, ni nadie, lo supiera. Por favor, Madame Pomfrey.
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Secretos compartidos
Fiksi Penggemar-Qué te une a él -preguntó sin más. "Compartimos un secreto" -quiso responder ella. Ante los ojos de Voldemort, las fallas de Lucius ameritan castigo, sin importar las consecuencias que dejen al paso. Lucius/Hermione.