Dando en el clavo

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Sin duda había sido el mejor fin de semana en años. Me sentía bien, extrañamente bien. ¿Sabéis de esas personas que te hablan sin que tú hables primero, esa clase de personas que te abrazan antes de que digas nada, y que te aceptan tal y como eres? mis amigos eran esa clase de persona, y no sé qué hubiera sido de mí sin sus ánimos en esas situaciones en que todo sale mal. Por eso me gusta compartir con ellos mi alegría cuando salen bien. Aunque por desgracia, ya tocaba irnos de allí.

Esperaba poder disfrutar un poco más de la paz de ese lugar. Debo admitir que se había convertido en mi lugar preferido en el mundo, además de mi cama cuando deseo dormir.

Reinaba el silencio.

"No sé cuanto tiempo más vas a seguir fingiendo que no es él."

Hey rob. Cuánto tiempo.

"Calla y disfruta de esto. Luego, como siempre, las cosas empeorarán. Deberías aclarar las cosas ahora. Y para ya de ir contra el mundo"

Te equivocas. A mí no me ocurre absolutamente nada malo. No aquí, no ahora. Estoy intentando vivir por una vez. ¿Sabes lo que es vivir sin miedo Rob? porque yo no tengo ni idea de como dejar de temer, y menos a un miedo invisible, que no es real, pero que sigue golpeando día tras día en mi mente, recordándome que siempre está ahí. Oculto. Tras lo invisible, como unas simples risas que pueden acabar mal.

Tengo miedo Robbie. Miedo de mí misma. Miedo de perderlos, de alejarlos de mí.

Tengo miedo de vivir, Robbie. Todos están pendientes de lo que hago o dejo de hacer para criticarlo o hablar sobre ello. Y cuando no lo hacen , estoy sola, soy invisible y por una vez siento que puedo respirar, porque entonces no existo en una realidad oprimente. Nadie se preocupa por mí, al menos no de una manera que no me angustie o me instigue a responder qué me pasa en realidad. Y sinceramente, mírame, estoy hecha un asco. No duermo bien por la noche, no sé vivir, no sé hablar sin cambiar de tema cada dos malditos segundos. No sé relajarme, siempre tengo los músculos en tensión. Siempre.

Temo mostrarme tal y como soy, puesto que en las pocas ocasiones que lo he hecho, me han hecho daño. Y no solo memalisa. Ni siquiera yo misma creo en mí a veces. Todos me dañan aunque sea de manera involuntaria, incluso el silencio me duele. ¿ Tú crees que estoy de humor para esto?

"Díselo, porque luego no habrá manera de hacerlo. Dile que le quieres, porque despúes será demasiado tarde. Lo sé hasta Yo."

"Haz esto", "haz lo otro". Has crecido como una especie de conciencia, una maldita conciencia pegada a mí. Quizá seas tú la que no me deja vivir en paz.

"Por favor, no empieces. Solo quiero ayudarte, no eres feliz así. ESPERA. NO HAGAS ESO, DUELE. POR FAVOR, PARA, TE ESTÁS HACIENDO DAÑO, ROSE."

-¿Rose? oh, así que estabas aquí.

Austin. Me ha encontrado.

- Estoy harta. De verdad. Muy harta.

- Shhh. Tranquila. Te entiendo.

Le miré profundamente a los ojos en busca de tal entendimiento.

- No digas que lo entiendes si no lo entiendes.

-Eh, calma. ¿Te has tomado ya tu medicina?

- No. y no la quiero.-Dudé. Pero lo dije.- Tampoco a ti. Siento haberte mentido.

Austin respiró hondo.

- No pasa nada. no me esperaba esto, eso es todo, pero me quedaré más tranquilo si te tomas tu pastilla.

- La verdad, yo tampoco me lo esperaba.

-Tómatela.

- No. Robbie quiere quedarse.

Mi ya no-novio abrió mucho los ojos.

-¿Has vuelto a hablar con Roberta?

La respuesta era simple, así que contesté:

-Sí. Me ha dicho muchas cosas últimamente.

-Por favor Rose. Tómate la medicina.

-No.

-Por favor. Aunque sea como amigo, hazme caso.

-No.

-Hazlo.- Alack apareció por detrás de Austin.

El silencio volvió a apoderarse de todo.

- ¿Qué? no tienes derecho a decirme que debo ha...

-¡Cuidado!

No sé muy bien si lo dijeron los dos a la vez, pero me resbalé por el precipicio. Me duele todo. Sigo cayendo. Le temeré a muchas cosas pero no temo a la muerte. Creo que hay césped donde voy caer. Me duele la cabeza, muchísimo.

Y luego, mi visión se nubla y todo se vuelve una extraña mancha oscura, roja quizás.

Rojo pasión. Rojo sangre.

Pero soy yo la que me está mirando desangrarme sobre el césped. Y tengo frío. Mucho frío.

Me estoy riendo de ella. De mí. Y no sé por qué. Ojalá pudiera parar.

Le grito riéndome:" ¡PATOSA!

Veo abrir sus labios una vez más o eso parece. Se mueven en un susurro apenas perceptible, pero la entiendo: "Idiota".

Simplemente le respondo: Te lo dije. Deberías habérselo dicho. Deberías haberle dicho lo que sentías.

Un conejo con traje mira un reloj y pasa corriendo junto a mí. Me tira de la manga y hace que le siga.

-"¡ES LA HORA DEL TÉ!"- grita como loco.

-Que sea la hora que quiera.- Respondo tranquilamente, mientras me siento en una seta gigante. ¿O es un hongo?

El conejo se enfurruña y señala un punto detrás de mí. Soy yo, o mi antigua yo. La que está muerta. Señala con la mano un punto en el infinito. Vuelvo a mirar. Apunta hacia una madriguera. El conejo ya no está.

-¿En serio? ¿el país de las maravillas? Estar muerta promete.

-Ohwohooo.-UN OSO. UN enorme oso amarillo está tomando miel de un tarro. La lame y me ofrece un poco con la zarpa.

-¿Whooo?

-No gracias querido, ya he quedado para tomar té.

El oso se encoge de hombros y sigue zampando miel.

Salto en la madriguera. Siento que vuelo y soy etérea. Floto.

Aterrizo de culo, en un almohadón de hojas, que no son para nada mullidas.

Solo a ti se te ocurre poner hojas de pino en este ridículo sueño. Aunque más bien es una pesadilla. Y eso si estoy soñando, porque si no...

Los ratones ya estás sirviendo las galletas, y mi querido sombrero con plumas está sobre la silla. Me lo pongo.

El conejo blanco viene.

-Ya estás en casa. No te preocupes.

Los ratones me miran. Me provoca risa mirarlos, me siento observada y dejo de reír un segundo. El más gracioso me mira con sus ojos de canica negros y me dice:

-Despierta por favor.

Y yo, por educación, le hago caso. Y me despierto.

My favourite roseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora