14.-¿Swapped?

35 1 0
                                    

Era jueves  y ya era mi décimo suspiro que se perdía en la nocturnidad. Había, por casi todos los medios posibles, intentado contactar a Alack, hablar con él sobre su mensaje para al menos obtener una explicación decente pero el muy tozudo no quería contestar a mis mensajes. Había decidido prolongar mi propia tortura mental y personal hasta que lograra hablar con él, pero me temo que esto va a dañarme interna y permanentemente. No es por el estúpido baile al que seguramente iría con mis locos amigos. No es por el vestido que llevaría o no; por mí iría en jeans, pero me temo que eso rompería la "estética" y seguramente me echarían de allí entre miradas asesinas llenas de rímel y delineador y una maligna melissa riéndose y difundiendo falsos rumores sobre mí.

Pero todo eso me importaba un comino. Era por él. Todo por mi maldita manía de encariñarme, y no debería. Le tomé aprecio demasiado rápido, pero era imposible no quererle, y sus fans lo sabían tanto o más que yo. Me sentí patética e identificada con las protagonistas de las novelas, una idiota insistente que seguramente le estaba molestando y que le dió un par de besos que quizá fueron apenas nada para él. Quizá estaría mucho mejor con cualquiera de sus enamoradas fangirls, chicas que piensan igual que yo que es el chico guaao, y son mejores en algunos aspectos que él necesita y quizá yo no tengo. Tienen el mismo derecho que yo de conocerlo a él, a Alack Black, EL youtuber. Porque él no era un youtuber cualquiera, sin lugar a dudas podía afirmarlo. Y que haya jugado conmigo después de todo seguía siendo un error bastante humano, pero no dejaba de romperme el corazoncito que escondía tan celosamente de todos y se alojaba en lo más profundo de mi ser, enterrado en mi pecho cual cofre del tesoro, pero que él se había ganado en poco tiempo y yo no sabría ni explicar cómo. Por ser tan caballeroso. Por ser rebelde y distinto. Por ser algo exótico y nuevo, como la ilusión de un niño al abrir un regalo de navidad. Lo único que le faltaba a Alack era venir envuelto en papel de regalo. Había tanto misterio en él, y tanto que yo quería saber,que no estaba segura del punto en el que empezaba mi curiosidad sana y se mezclaba con las inevitables e insanas ganas de saberlo absolutamente todo . Me enganché a él como si fuera una necesidad vital, como respirar, y ahora sufría las consecuencias de ello, pero lo asumía. Era mi error el necesitarlo tanto.

Entré en internet, aún era las nueve de la noche, bastante temprano teniendo en cuenta que he pasado algunas noches despierta hasta las tantas, intentando dormir inútilmente, pero ya sabía que no iba a poder. Por más que intente dormir voy a terminar llorando con los auriculares y la  música puestos, la única que me entiende de verdad y no me juzga. La única que comprende cuánto dolor almaceno dentro por todo el tiempo de mi corta existencia;16 años, suficientes como para saber cómo lo que fácil viene, fácil se va. Entré en youtube. Respiré hondo y tecleé dolorosamente su nombre. Miré todos y cada uno de sus vídeos casi como si fuera una cadena perpetua para mí, hasta que muerta de cansancio y de sueño me tumbé en la cama donde, aún con los auriculares puestos y entre sollozos me repetía que esto era normal, que solo era una humana más con el corazón roto que estaba ciega de dolor y que era normal desahogarse con lágrimas. Que había sido fuerte pero había explotado. Que mi vida era envidiable para algunos y yo envidiaría a otros. Pero existe la envidia mala y la envidia sana.

Es, como bien dijo otro famoso youtuber que me ayudaba haciéndome reír al ver sus vídeos,  Daniel Howell, un sentimiento que puede ir para bien o para mal. Tu amigo puede tener un cupcake, y tú desear tener uno también, sin preocupaciones y alegrándote por él. En ese caso es envidia sana. El problema viene cuando la envidia es mala y te desean que se destruya el cupcake. Creo que viene siendo un problema bastante gordo en el mundo, sobretodo con Melissa. Cada vez me costaba más avanzar así por el sendero que me había marcado la vida. Nadie me entendía y yo no sabía como explicarme, simplemente lo que tenía que ser era y así seguiría. Yo me entendía a mí misma (mayormente) y eso era suficiente.

My favourite roseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora