Mirio siempre entreno para ser un gran Caballero debido al no tener magia, asta que su vida cambia para siempre al conocer a un chico que tiene una salud y enfermedad que le a maldecido la vida y lo único que desea es...
Tamaki estaba asustado y confundido, no sabía donde estaba ni como había llegado a ese lugar.
Lo último que recuerda es que estaba huyendo de un Villano que intentaba atraparlo y luego se desmayó. Todavía le dolía la cabeza, pero trataba de calmarse y pensar en lo que había pasado.
Cuando despertó se dio cuenta de que estaba ha costado en una cama que parecía ser de dos plazas con unas mantas suaves y cómodas. A pesar de que las cortinas estaban cerradas, vio un poco de luz del sol por lo que supuso que era de mañana.
Como lo atacaron en una tarde, se sorprendió del tiempo que estuvo durmiendo y supuso que fueron entre 10 u 12 horas. Se revisó el cuerpo y vio que tenía vendas y parches en sus heridas aun que su ropa estaba un poco rasgada.
Inmediatamente el pánico lo atormento, lo más probable es que la persona que lo reviso ya sabia lo de su sangre Dorada.
El miedo y el pánico solo se hicieron más fuertes y no pudo evitar imaginar las peores cosas que podría hacerle la persona que lo atendió y descubrió, en el mejor de los casos lo vendería al mejor postor.
Rápidamente intento levantarse de la cama, pero sus piernas le fallaron y cayo al suelo. Se golpeó la cabeza y luego un fuerte golpe en la puerta lo alerto, viendo que una persona misteriosa se acercaba rápidamente a él.
No podía ver muy bien debido al golpe, pero parecía que la persona frente a el era musculoso y de gran tamaño. El hombre estaba a punto de tocarlo cuando se detuvo aparentemente sin una razón.
Tamaki intento levantarse, pero sus piernas le fallaron debido al miedo y duda, el hombre pareció volver a la normalidad mientras Tamaki intentaba alejarse de él.
- No tengas miedo no pienso hacerte daño.- Dijo el hombre frente a él, su voz era tranquila y amable, lo que calmaba un poco a Tamaki. Sin embargo todavía trataba de alejarse.
Mirio intentaba acercarse al joven en el suelo, pero este estaba temblando y Mirio no quería hacer nada que lo asustase o incomodase.
Se miraban atentamente asta que Tamaki se tocó el pecho con fuerza y una fuerte tos apareció. Mirio rápidamente tomo al chico en sus brazos y lo subió a la cama.
Mirio se asustó pero no perdió la calma, rápidamente le dio un remedio que podría calmar esa tos y se acercó a el mientras lo ayudaba a calmarse. Lo tenía envuelto en sus brazos mientras el chico se calmaba y recuperaba los sentidos.
Tamaki pudo ver el rostro del hombre que lo estaba abrazando y sus ojos mostraban preocupación y tristeza.
Aunque al principio Tamaki estaba asustado por estar en los brazos de una persona desconocida, mientras pasaba el rato sintió que los brazos del hombre eran cálidos y cómodos y lo hacía sentir seguro por primera vez en años.
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