Fragilidad

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Capítulo VI

Llevaba días en ese estado y en todo ese tiempo Sasuke no se había alejado de su lado, solo lo necesario, a pesar de las súplicas de sus padres quienes miraban impotentes como su hijo languidecía y su salud se deterioraba debido al estrés y el cansancio de haber pasado varias noches sin dormir.

Casi un mes y medio sin respuesta, y eso mermaba sus esperanzas poco a poco. Aún recordaba aquel día, ella había actuado de una manera tan extraña, estaba fuera de si y lo que había dicho, bueno, aún había muchas preguntas que quería hacerle.

—Hinata— Murmuró su nombre mientras tomaba su mano entre la suyas y depositaba un cálido beso sobre ella.

—Hijo—

—Dime madre—

—Ya ha nacido tu primogénita— Él se quedó sorprendido y volteó a ver a la mujer que estaba de pie junto a la puerta.

—¿Está bien?—

—Si, nació muy sana y... ¡No comprendo!— Dijo entre lágrimas.

—¿Que no puedes comprender?— Cuestionó poniéndose de pie y acariciando el largo cabello de la ojiperla.

—¿Porque tuviste que traicionar a esta muchacha? ¿Que no te das cuenta? Ahora deberás dejarla e irte con la madre de tu bebé— Era verdad, tenía que regresar a Sakura y dejar a su aún esposa, pero se sentía tan culpable por este hecho.

—Aún no es tiempo, Hinata volverá a mi—

—Sasuke...—

—Ella despertará pronto y quiero estar aquí cuando lo haga, no puedo ni quiero dejarla, ¿podrás comprenderme, madre?— Dicho lo anterior, volvió a tomar asiento, mientras Mikoto, con mucha pena de verlo así, salió sin decir nada más.

—Hinata, despierta, por favor—

☆゜・。。・゜゜・。。・゜★

"Por favor..."

Abrió los ojos de golpe y aún en su mente resonaban estas palabras, buscó al dueño de esa voz tan inconfundible, pero en vano, estaba completamente sola.

—Sasuke— Suspiró a la nada, intentando recuperar infructuosamente el sueño perdido.

Pues creía que el dormir mucho le daba, de alguna forma, la garantía de volver a la realidad de sus anhelos, aquella en la que conoció a ese hombre, al cual había llegado a amar con un amor tan profundo y tan ardiente, que quemaba.

☆゜・。。・゜゜・。。・゜★

El reloj marcaría ya las cuatro de la tarde, y como tantos otros días, aguardaba ansiosa por la llegada de su esposo.

Esta espera normalmente se prolongaba hasta las ocho de la noche, que era la última hora de visita y en la cual, al no verlo entrar por la puerta, sus ilusiones se disolvían como la nieve entre las manos.

Pero trataría de ser paciente, algo de por sí difícil.

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