Exoplanetas y Contacto (FINALIZADO)

La muerte

Échthra, el Vengador, [¿arriesga?] su vida viajando [¿escondido?] al planeta de Los Superiores.
Los Superiores.

Cuando Laura me contó esta historia me quedé atónito. João había aportado respuestas muy profundas a su gran inquietud sobre el origen de la Vida, no solo en la Tierra, sino en todo el Universo. Comprendí que todos estos años que mi querido amigo había estado sin hablarme, se había dedicado a realizar un descubrimiento extraordinario. Él siempre había ido por delante de los demás, y todos estos años había mirado más allá de lo que nadie hubiera podido imaginar.

Experimenté sentimientos agridulces. Satisfacción por un trabajo tan apasionante, y un inmenso orgullo por el privilegio de haber conocido a ese hombre genial. Nunca dejó de ser mi amigo. Nunca. Black Stars estaba al acecho y al distanciarse de mí simplemente quería protegerme. Hasta en eso fue un hombre excepcional. Yo hubiera querido hablar con él en torno a una buena botella de vino de Bengaluru, pero ya no era posible. Había fallecido. Nunca más sería posible. Conocía bien ese sentimiento que ya había experimentado con la pérdida de mi padre.

Acudí al funeral. Jacinto Cortado le otorgó la Medalla Dioscórides, distinción que solo había recibido en el pasado la doctora Hortensia Mayo. Fueron momentos emotivos, apenas pude contener las lágrimas. Muchos científicos habían acudido a despedir a este gran hombre de ciencia. Se pedía que sus restos reposaran en la Órbita de las Personas Ilustres, pero, cumpliendo sus últimos deseos, se procedió a la incineración de su cuerpo para que sus cenizas fueran esparcidas sobre la superficie lunar.

Por desgracia, en honor a la verdad tengo que mencionar que hubo grupos cercanos a Black Stars que criticarían en los medios de comunicación la concesión de la Medalla Dioscórides a João, al que consideraban un genocida por los conflictos que habíamos conocido entre los seres vivos nativos de Baraka y los superpulpos colonizadores, como si la desaparición de esas formas de Vida del centro del Mar del Cráter no se hubiera debido a una colosal erupción volcánica, un fenómeno meramente natural.

Durante las exequias acompañé a Laura del Olmo todo el tiempo. La directora del Centro de Control había venido desde la Tierra para despedirle. Se sentía muy emocionada, al igual que yo. Ella era la única persona con la que João tuvo contacto real durante sus últimos años.

Tras finalizar la ceremonia solemne, Laura y yo conseguimos, no sin esfuerzo, zafarnos de Marcelo, el escolta que siempre me seguía. Había demasiada gente en el evento y eso nos ayudó. Salimos a dar un paseo por el campus de la universidad. Yo había estado más de cincuenta años trabajando estrechamente con Laura, y habíamos vivido muchas experiencias juntos. Aunque teníamos mucho de lo que hablar, durante un rato nos dedicamos a pasear callados. Estar con ella era para mí lo más parecido a estar con João. Finalmente, decidió romper el silencio:

—Siempre recordaré a João. En sus últimos meses de vida, Black Stars sospechó de él en las redes, e infectó su intercomunicador con el virus. João luchó todo lo que pudo, pero era ya un anciano y supongo que las alucinaciones determinaron su deterioro final.

Una ola de indignación sacudió todo mi cuerpo. No podía creerlo. João había sido asesinado por esos malnacidos.

—No temo por mi vida —continuó Laura—, no me queda mucho por vivir, ya pasé de los ciento diez años. Nada arriesgo con el trabajo que queda por hacer.

—¿Queda trabajo por hacer? —pregunté inocentemente.

—Mateo, tenemos que seguir. Él te protegió para que pudieras continuar su labor. Hagámoslo por João.

—Por João, Laura, por João —dije, sin entender muy bien a qué se refería, pero, por João, lo que fuera.

—Definamos un objetivo —dijo—, y volvamos a explorar los mundos extrasolares. Por João. Como en los viejos tiempos, Mateo, pero sin sembrar, no repitamos los errores cometidos en Baraka.

La búsqueda del exoplaneta objetivo no era fácil. La estrella de Luyten, la estrella de Kapteyn, la estrella de Teegarden, Ross 128, GJ 1061, Wolf 1061, GJ 832... Hay muchas estrellas cercanas con candidatos interesantes, pero todas son enanas rojas. El recuerdo de mis veinte años perdidos con Jamsa en Próxima Centauri me alejaba de ellas. Solo hay unas pocas del tipo solar. De las estrellas decentes cercanas, tenemos Alfa Centauri A y B. La primera (A) no muestra nada interesante, apenas dos planetas enormemente calientes, demasiado cercanos a su estrella; la segunda (B) es la estrella del planeta Baraka y ya había sido estudiada por João. La siguiente es Epsilon Eridani, un sistema muy joven donde se ubica Naranga, el planeta naranja, ya estudiado por Néstor. En Epsilon Indi A, Karachi es el planeta de los Superiores y también lo habíamos estudiado. Estaba desesperado: tampoco 40 Eridani A y 70 Ophiuchi A y B parecían aportar nada interesante...

—Podríamos estudiar el planeta Sahara, pero no creo que sea un buen objetivo —comenté inseguro. Orbita en torno a la estrella 61 Cygni A. Sahara es un planeta desértico, con muy poca agua. Si tenía mares, eran mares de dunas. Ya sabemos que demasiada agua en un planeta puede ser malo para su habitabilidad, pero muy poca agua tampoco es bueno. Es verdad que este tipo de planetas pueden tener «trampas frías», pequeñas zonas en las que se acumula el agua y pueden ser habitables, igual que en los desiertos de la Tierra, en los que puede haber oasis. Sin embargo, en la mayoría de su superficie son áridos e inhabitables.

—¿Tau Ceti? —sugirió Laura.

—En el sistema de Tau Ceti no había ningún planeta que pudiera ser mínimamente habitable. Es otra cosa... —dejé de hablar, al comprender súbitamente que era posible. Era una idea atrevida, pero podía funcionar. A pesar de las dificultades.

En el envejecido rostro de la centenaria Laura del Olmo se dibujó una sutil sonrisa.