Capítulo 7: Celos

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– ¿Qué chingados haces aquí?

– Ay, pero que recibimiento– dice entrando de una vez.

– Eleonora, tu deberías estar en el centro, no aquí– la sigue.

– No la estaba pasando bien ahí, preferí salirme– lo mira.

– ¡Hazlo por tu hija, carajo!– le grita.

– ¡No me grites, José Luis!

Altagracia se encontraba esperando al empresario sobre la cama tal cual la había dejado cuando oye unos gritos. Inmediatamente se sienta en el borde de la cama busca su brasier y su blusa para volver a vestirse. Sale del cuarto arreglando su cabello y se asoma por las escaleras para oír mejor.

"¡Yo hago lo que quiero con mi pinche vida, José Luis!"

"¡Pero es por tu hija, Eleonora! ¡Jamás haces nada por ella!"

Gritos iban y venían y la doña ya se había dado cuenta de quién estaba abajo con el empresario. Se sentía una tonta por haber caído en los brazos de José Luis sin pensar en que él seguía teniendo una familia.

Baja las escaleras y apenas llega al descanso de ésta, los ojos de Eleonora enfurecidos se estrellan en los de la rubia.

– Ah...¿Es por esto que me querías encerrada, José Luis?– le reclama al ver a Altagracia.

– Altagracia– dice al voltearse para verla– Discúlpame, yo no sabía que...

– Está bien, José Luis– se acerca al sofá, toma su bolso y su abrigo– Me despides de Alma.

La doña camina hacia la puerta y José Luis corre detrás de ella sin importarle en absoluto la presencia de su esposa en la sala.

– Altagracia, espérate tantito, por favor– dice tomándola del brazo antes de que suba al carro.

– ¿Qué quieres, José Luis?– lo mira.

– No te vayas así, por favor.

– José Luis, está tu mujer aquí. Ay Dios– se toma la cabeza mientras aún sostiene la llave para abrir el carro– Yo no debí haber aceptado meterme en tu cuarto.

– Pero era lo que ambos queríamos– acaricia su rostro y pega su cuerpo al de ella dejándola contra el coche– Altagracia, no sabes cuánto ansío sentirte otra vez– dice sobre su boca.

– Para que luego tengas que irte con Eleonora...– voltea el rostro para no mirarlo.

– Necesito que entiendas que ella no es nada para mí, que solo estoy con ella por mi hija– busca su mirada– Que a la que quiero tener conmigo es a ti.

Altagracia mira hacia la entrada y ve a Eleonora parada en el umbral de la puerta observando todo a brazos cruzados. Era una situación muy incómoda y la rubia no iba a exponerse a pasarlo mal otra vez.

– José Luis, es mejor que entres. Tu esposa te espera.

Se aleja de él y entra en el coche dejándolo de pie junto a la puerta de éste.

Cuando Altagracia finalmente se retira del lugar, José Luis camina hacia la entrada y ve a Eleonora parada frente a él observándolo.

– ¿Contenta?– la mira y pasa por su lado.

– Tu querías que viniéramos para estar con esa zorra– lo sigue– ¿Verdad?

El empresario, al oír esa expresión sobre Altagracia, se voltea de inmediato y la mira con recelo.

Eternamente tuyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora