Eran las doce de la noche y yo me moría del sueño. Dayane se había dormido nada más cenar en un lado del sofá y tenía sus pies cerca de mis muslos. No pude evitar tocar su tobillo con las yemas de mis manos cuando se removió en el sofá y apoyó uno de sus pies sobre mis piernas. Me daba pena desvelarla, pero no sabía dónde iba a dormir y no podía aguantar tener los ojos abiertos ni un minuto más.
Mi móvil comenzó a sonar, era Andrea. Me había olvidado por completo de él durante todo el día. Tuve que colgarle, no quería hablar ahora mismo y por culpa del tono de llamada Dayane se despertó.
Contemplé cómo se desperezaba y se estiraba por todo el sofá. Me encontré sus dos piernas en mi regazo y de su boca salió un pequeño suspiro de cansancio. Se llevó sus manos a los ojos frotándoselos y se retiró el pelo de la cara, parecía una niña pequeña que acababa de despertar.
- Me he quedado dormida, ¿verdad? – Vi cómo se avergonzaba al reparar en la postura en la que se encontraba. – Soy un desastre como anfitriona, me duermo y no permito que hagas lo mismo.
Se incorporó y me dedicó una media sonrisa.
- No te preocupes, no tengo mucho sueño.
Mentí. No quería que se preocupase por mí.
- Vamos a la cama que mañana hay que madrugar. Tengo que enseñarte la ciudad, Rosalinda.
Me causó gracia cómo había pronunciado mi nombre, haciendo hincapié en la "R". Dayane se levantó rápidamente del sofá, pero yo me quedé en el mismo sitio contemplándola. Repararé en la primera frase que había pronunciado. ¿Dormir en la misma cama? Era la segunda vez en el día que me había dejado sin palabras. No, no y no. Yo tenía previsto dormir en el sofá sin molestar a nadie, tranquilita, y ahora me rompía los esquemas dando por hecho que íbamos a estar durmiendo las dos en la misma habitación, compartiendo la misma cama.
- No pongas esa cara, Rosa. No muerdo. - ¿Estaba coqueteando conmigo? Todavía no me estaba creyendo sus palabras. - Ahora somos amigas ¿no? En la casa hemos dormido muchas veces juntas. Además, ¿qué problema habría?
¿Qué problema habría? Por mi mente volaban millones de acciones que podrían suceder si dormía junto a Dayane. Era cierto que había estado deseando durante todos estos meses poder estar de nuevo con ella en una cama, pero ahora que me lo estaba pidiendo no sabía que contestarle. Todo podía salir mal, no era una buena idea.
- No lo sé Dayane. No quiero herir tus sentimientos y que pienses que estoy interesada en ti.
Estúpida. Su petición me había desestabilizado y tuve que responder de la peor manera sin pensar. Cuando solté esas palabras solo las quería volver a meter dentro en mi boca de idiota. ¿En qué estaba pensando cuando dije esa frase?
La cara de Dayane era un poema, se tornó a blanca y noté cómo chasqueó la lengua. En el mismo momento me arrepentí de haber dicho aquello y quise disculparme. Ella se dio la vuelta camino a la habitación y yo corrí tras ella.
- Espera Dayane. Lo siento. – Intentaba que me perdonase. - Soy una idiota. No sé qué es lo que estaba pensando cuando te he dicho aquello. Sé que yo no te gusto y no sé por qué te he atacado con ello. He entrado en crisis cuando me has pedido dormir contigo. Perdóname, por favor.
Intenté suplicar que me escuchase, pero ella me dijo que se iba a dormir a la habitación y que si necesitaba usar el baño éste se encontraba al final del pasillo.
Posteriormente entró de nuevo al salón con una manta junto con una almohada soltándolos sobre el sofá sin mucha delicadeza.
- Buenas noches. Que descanses. – Su tono sonó como un cuchillo y yo solo pude agachar la cabeza.
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Rosmello - La última oportunidad
ФанфикEs la última oportunidad de Rosalinda de recuperar lo que más desea.