Capitulo 10

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Por fin había llegado el jueves. Los días habían pasado demasiado lentos, mi obsesión para llegase el momento de reunirme con Dayane me había pasado factura. Mi relación con Andrea se empezaba a deteriorar, nos comportábamos como compañeros de piso, apenas nos veíamos y cuando lo hacíamos cada uno estaba en sus cosas.

Había puesto al corriente a Carlotta sobre lo sucedido el fin de semana pasado. Se había alegrado tanto de que por fin hiciésemos las paces que me pidió reunirnos las tres y quedar a tomar un café, yo le dije que por mí no habría problema. Le comenté algunos detalles por encima del reencuentro, no quería que tampoco supiera todo lo que pasó. Era Carlotta, estaba segura de que me haría preguntas incómodas. Sé cómo es ella, si le hubiese dicho que dormí junto a Dayane en la misma cama hubiese venido corriendo a casa para que le contase todo en primera persona con pelos y señales, a cotilla no le ganaba nadie.

Quería ir arreglada al encuentro y tras vaciar mi armario y no gustarme nada de lo que me ponía, al final opté por llevar un traje chaqueta y unos tacones. No sabía qué planes teníamos después de realizar su sesión de fotos y no quería darle una mala impresión, quería que me viese guapa. Cogí el bolso y salí por la puerta.

El taxi que pedí minutos antes paró en frente de un edificio que quedaba cerca de la Piazza della Scala. Durante el trayecto había recibido un mensaje suyo diciéndome que ya se encontraba en el lugar y que habían adelantado la sesión fotográfica. Me pidió perdón y me comentó que al pasar por recepción preguntase por ella.

Atravesé la puerta giratoria del edificio y me dirigí al mostrador. Mantuve las manos cerradas para mitigar los nervios que avanzaban por mi cuerpo.

- Hola, buenas tardes. – La mujer sentada detrás del mostrador me ignoró, parecía concentrada. Sus grandes ojos ocultos por unas gafas de pasta no parecían despegarse del ordenador. Insistí de nuevo. – Quería saber dónde puedo encontrar a Dayane Mello, no sé si podrías ayudarme.

Mi voz sonó autoritaria, al escuchar el nombre de Dayane realizó contacto visual conmigo.

- ¿Eres Rosalinda Cannavó?

Por fin había logrado obtener su atención.

- Si.

- Acompáñame, por favor.

Se levantó de la silla y me invitó que la acompañase hasta llegar al ascensor que se encontraba al final de un pequeño pasillo.

La chica pulsó el botón número siete y se dio media vuelta dejándome sola. El corazón iba a salirme del pecho, noté como mis labios estaban resecos y tuve que pasarme la lengua por ellos. No podía controlar la ansiedad que emanaba de mi cada vez que iba a verla.

Las puertas se abrieron y encontré en frente de mi un especio completamente abierto. La planta en la que me hallaba no tenía tabiques, solo podías ver algunos de los pilares que sujetaban el edificio. Había bastante gente moviéndose de un lado para el otro, no sabía qué hacer ni a dónde ir. A lo lejos divisé una cara que me resultaba familiar, era Paola, la representante de Dayane. Giré sobre mis talones y caminé hacia ella.

- Paola, perdona que te moleste. – Volteó a verme y no parecía sorprendida de verme frente a ella, seguramente Dayane tuvo que explicarle que yo iba a estar ahí. - ¿Sabes dónde está Dayane? Nos íbamos a reunir antes en la entrada, pero me envió un mensaje diciéndome que iba a empezar antes.

- Ya está trabajando, allí está.

Señaló con el dedo un rincón del cual no me había fijado antes. Varias modelos posaban en ropa interior mientras un fotógrafo les daba instrucciones de cómo colocarse. Al lado del set Dayane estaba junto con un chico. Él le señalaba en el ordenador algunas imágenes que no pude divisar desde la distancia en la que me encontraba. Llevaba puesto un sujetador rojo de encaje junto con unas braguitas a juego. Estaba apoyada en la mesa y no paraba de tocarse el pelo moviéndolo de un lado a otro. Noté como el calor subía por mi cuerpo y mi boca se tornó seca, no pude evitar morderme el labio.

Paola gritó intentando captar su atención y ella miró hacia nuestra dirección. Una sonrisa apareció en su rostro revelando su perfecta dentadura. Caminó lentamente hasta llegar a mi posición y yo lo viví como si de una película a cámara lenta se tratase. Dejó un pequeño beso cerca de la comisura de la boca y a mí se me cayó todo, mis piernas eran flan.

- No, no sabía que la campaña era de ropa interior. – Comencé a tartamudear y a pellizcar mis dedos. - Estás guapísima.

- ¿Tú crees? – Su pregunta sonó a provocación. Me guiñó un ojo y me arrastró con ella hacia el set. – Puedes quedarte por aquí, no voy a tardar mucho. Relájate.

Me senté junto al chico que anteriormente estaba con ella y Dayane se fue con las demás modelos para seguir con la sesión. Vi cómo se colocaba entre dos chicas y quedé fascinada del atractivo que emanaban todas.

El fotógrafo no paraba de moverse y de dar indicaciones para encontrar el mejor ángulo. Al cabo de un rato, parecía bastante contento por el trabajo realizado hasta que pidió a una de estas chicas que dejase su lugar porque quería algunas fotos de Dayane con la modelo rubia que se encontraba junto a ella. La complicidad entre ambas era evidente, cuando se quedaron las dos su química traspasaba la cámara, parecían compenetrarse y no tenían reparos en tocarse cuando así el fotógrafo lo indicaba.

Me molestó cómo las bromas no paraban entre ellas, estos celos enfermizos no me hacían ningún bien y lo sabía. Quise desviar mi atención fijando mis ojos sobre un punto fijo. Sus risas me trajeron de vuelta a la realidad, habían terminado.

- Siento la tardanza, Rosa. – Dayane se encontraba a mi lado y llevaba puesto un albornoz. No lo tenía muy bien atado porque una parte de su sujetador sobresalía. – Dame un par de minutos para vestirme y te invito a tomar algo.

Asentí con la cabeza y me quedé esperándola. Pensé en lo diferente que era su vida con respecto a la mía, ella que tenía un trabajo estable y una libertad que envidiaba, yo en cambio, no sabía ni dónde soplaba el aire. Me encontré perdida en mis pensamientos hasta que su voz retumbó a mi lado.

- ¿Nos vamos? – Me tocó suavemente la parte baja de la espalda con la mano y me llevó junto a ella hasta el ascensor. - Podemos ir a un bar que queda cerca de aquí a tomar algo. He avisado a Giulia, espero que no te moleste.

Giulia. Su presencia me había trastocado los planes.

- No te preocupes, no pasa nada.

La verdad es que no tenía muchas ganas de ver a Giulia. Apenas tenía relación con ella, solo la había visto un par de veces después de salir en la casa en algún que otro evento.

Cuando se abrieron las puertas del ascensor y entramos, el silencio nos invadió. Me aclaré la garganta y mis ganas de preguntarle sobre la modelo de antes me vencieron.

- ¿Quién era la chica rubia que posó contigo?

Me di cuenta de que había sonado a celosa y Dayane claramente lo notó.

- Una amiga, llevamos muchos años trabajando juntas. – Se había cruzado de brazos y sus cejas se alzaron en una interrogación. - ¿Estás celosa?

Había un poco de chulería en su postura corporal y en su pregunta, me cabreó su actitud. No la contesté y por el rabillo del ojo vi como intentaba ocultar una media sonrisa. Las puertas del ascensor se abrieron y cuando me preparaba para salir se acercó por detrás y sentí como su aliento pegó muy cerca de mi oreja.

- No tienes motivos. – La piel del cuello se me erizó al instante. – Tú siempre estarás en primer lugar.

Y con esa frase se adelantó por mi izquierda y emprendió su camino hasta llegar a la calle.

Rosmello - La última oportunidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora