Me lo estaba pasando realmente bien, bailar con Carlotta me resultaba bastante divertido, sus pies no acertaban a encontrar muy bien el ritmo de las canciones y a mí me entraba la risa cuando al terminar la música aseguraba que no había otra como ella bailando.
Dayane y algunas amigas de la novia estaban con nosotras formando un círculo vitoreando cada dos por tres a Carlotta para que se colocase en el medio y nos enseñara sus mejores pasos de baile, aunque quería estar al lado de Day sabía que no era el momento, muchos ojos estaban pendientes de todos y cada uno de nuestros movimientos, entre ellos el de Andrea.
No había apartado ni un segundo su mirada de donde nos encontrábamos y comencé a encontrarme un poco inquieta, su cara reflejaba disconformidad por lo que estaba ocurriendo a nuestro alrededor. Se podía observar que no lo estaba pasando realmente bien y cada vez que su rostro se fijaba en Dayane una sombra en sus ojos empezaba a hacerse más oscura. Quise olvidar estos pensamientos centrándome en lo verdaderamente importante, disfrutar de lo que quedaba de la noche.
Después de horas de bailes y conversaciones que ya me resultaban aburridas, notaba cada vez el cansancio en mis músculos. Se lo hice saber a la novia, la boda había sido estupenda, pero yo ya no tenía fuerzas para quedarme hasta el final, había escuchado que iban a ofrecer hasta un pequeño desayuno pero mi cuerpo me dijo basta, no estaba acostumbrada a las fiestas y añoraba una cama en la que poder descansar. Mi mente desconectó del lugar y centré toda mi atención en escanear toda la pista mientras aguantaba a mi amiga borracha diciéndome que me quedase, un cuerpo de espaldas a mí me llamó la atención, Dayane estaba en la barra pidiendo otra consumición, era incansable y no parecía estar agotada, sentí la necesidad de despedirme de ella antes de irme al hotel.
Llegué a su lado y le di un pequeño empujón que le hizo sobresaltarse, su boca se transformó en una sonrisa radiante cuando se percató que estaba junto a ella. Levanté tímidamente mi mano dirigiéndola discretamente a su omoplato y finalizando mi recorrido tocando las puntas de algunos de sus mechones que le caían en cascada, me gustaba la suavidad de su pelo y cómo desaparecían entre mis dedos, jugué con ellos intentando ponerla un poco nerviosa mientras notaba como su mirada se intensificaba.
- Y aquí tiene el gin tonic para la señorita.
El camarero apareció delante de nosotras con su mejor sonrisa arruinando el momento. Inconscientemente giré mi cuerpo para enfrentarle y dedicarle una de mis miradas poco amigables, él al ver mi reacción subió los hombros dándose la vuelta para atender a otro cliente.
- No me digas que te has puesto celosa del camarero.
De nuevo centré toda mi atención en mi acompañante cuyo gesto no mostraba ninguna expresión, aunque sus ojos sí que denotaban una pizca de diversión.
- Eso no es verdad. – Me había pillado y puse mi mejor cara de ofendida. – Ni en mil años tendría celos de él ni de nadie.
Una carcajada fue lo que recibí de su parte. Se llevó la bebida a la boca mientras comenzaba a repasarme con sus ojos, noté como los nervios afloraban dentro de mí, me gustaba cuando me miraba de esa manera.
- Si te digo que él ni nadie me interesa y que sólo tengo ojos para ti ¿me creerías?
Se había acercado peligrosamente pasando su dedo por mi cuello realizando un peligroso viaje alrededor de mi clavícula hasta descansar su palma de la mano en mi hombro, chupé mis labios ante su insinuación.
- Me voy.
Su mano dejó de jugar y calló por inercia.
- ¿Dónde te vas? ¿Te vas ya, a casa?
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Rosmello - La última oportunidad
FanfictionEs la última oportunidad de Rosalinda de recuperar lo que más desea.