2: La presa del lobo

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Luego de casi una hora de incertidumbre y oscuridad, el automóvil se detuvo y fui arrastrado hacia un lugar que sentí como una fría construcción. Sentí el olor a humedad y moho, así como escuché algunos gruñidos en el interior. Seguía el sonido de una puerta de metal oxidado abriéndose y finalmente el de mi cuerpo cayendo sobre el piso.

Me quitaron la venda de los ojos y en medio de la fría oscuridad pude ver los de un hombre con una máscara de gas acercándose. Llevó una mano hacia el borde de mi abrigo y descubrió la piel de mi cuello. Revisó primero de lado derecho y luego el lado izquierdo.

—No está marcado— confirmó luego de su análisis.

Se refería básicamente a que yo nunca había tenido relaciones. Cuando un omega se aparea con un alfa, este lo reclama con una mordida en el cuello que deja una cicatriz y a la vez forma un vínculo muy fuerte entre ambos. Así el alfa siempre sabe cómo se encuentra su omega.

Me dio algo de tristeza pensarlo. Si yo tuviese a alguien, él ya sabría dónde estaba yo, ya habría venido por mí quizás y hubiese evitado todo este molesto y terrorífico escenario.

También pensé que él, esa persona idónea y amada, podría estar preocupado en casa, preguntándose al principio si yo me había ido porque así lo quería... y si tuviésemos hijos estaría junto a ellos, consolándoles.

Los alfas herbívoros suelen ser muy cariñosos y protectores, a diferencia de los carnívoros que, según decían, eran fuertemente sexuales y territoriales.

Quizás era mejor así... ahora mismo era solamente yo él que pasaba un mal momento, sin un alfa que se preocupe y sin hijos que lloren mi ausencia. No sabía que era peor, si las posibilidades ausentes o la realidad presente.

—Desvístelo — dijo alguien desde el radio en el bolsillo delantero del sujeto—. La ropa cubre un poco su olor.

Pensé que soltaría mis manos y me quitaría el abrigo. Había olvidado por completo que los carnívoros casi carecían de sentido de humanidad y paciencia. Sin importarle nada rasgo mis ropas con las manos y si hallaba alguna dificultad usaba los dientes.

El frío no tardo en erizar mi piel y una vez semi-desnudo en el suelo y solamente con los interiores puestos intenté acercar los jirones de ropa que tenía cerca. Fueron apartados bruscamente y el carnívoro lanzó un gruñido.

—Incluso con esta mascara, tu olor es insoportable. No me imagino como será cuando entres en celo— dijo peligrosamente cerca.

—No te acerques a él— le ordenó la voz desde el artefacto—. Recuerda que es la comida de NamJoon.

Suspiró molesto.

—No malinterpretes las cosas. Para nosotros, ustedes significan diversión y alimento. Los cazamos, jugamos con ustedes tomamos lo que queremos y luego los despojamos de todo, también de su vida. — Alejándose, cerró la puerta de hierro y me habló tras de esta—. No intentes escapar. Tenemos a otros cinco carnívoros aquí para devorarte en caso de rebeldía. No sé si lo has entendido, pero ya sea a manos de NamJoon o nuestras, este es tu último día de vida.

Cerré los ojos y esperé a que se alejara.

Pensé en muchas cosas. Mis padres, mi hermano, una amiga de la infancia que ya había formado una bonita familia... sí, había algunas personas que me echarían en falta, si es que llegaban a saberlo. Oh por favor, si ese tal NamJoon llagaba a destrozarme, solo le pediría que fuese en un lugar alejado donde nadie encontrara mis restos y no le pidiesen a mi madre que los reconociera.

No quería darle un dolor tan grande como ese.

Incluso si estas eran mis últimas horas de vida, al menos podía pensar en cosas buenas.

Cerré los ojos nuevamente, cayendo dormido.

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— ¡SeokJin! ¡SeokJin!

— ¿Dónde estás? ¿Estás jugando a las escondidas?

— ¡Jin!

Escuchaba los llamados de mi familia a mis espaldas. En esa época vivíamos carca de la línea divisora, refugiados en una de las casonas hechas por los omnívoros para resguardarnos. Tenía doce años y quería salir. Salir y por un segundo sentir que era libre como Yuko. Ella provenía de una familia de omnívoros y por mucho tiempo ayudaron a mi familia.

Llegué hasta un bosquecillo no muy lejano. Adentrándome un poco más encontré una barda divisora. Era una zona alejada y esperaban que ningún carnívoro anduviese por ahí y que a ninguna persona con sentido común se le ocurriera cercarse. Había muchas trampas del otro lado para evitar que los carnívoros pasaran ese punto, pero por lo demás esa era su única medida de seguridad.

Fue entonces cuando escuché un ruido y lo siguiente que vi fue un oso enorme correr desesperado hacia mí. Se notaba que llevaba días sin comer y yo era una buena opción para él.

Metiéndome en los arbustos para confundirlo llegué a adentrarme aún más en ese bosque. Ya oscurecía y el oso no tardaría en encontrarme. Casi podía escuchar su respiración. Ya estaba cansado y solo me quedaba refugiarme tras de una roca. Me sentía perdido, desorientado y asustado.

— ¡Hola! ¿Quieres ser mi amigo? —me saludó alguien. ¿A quién se le ocurre saludar de forma tan feliz cuando hay un oso cerca? Elevé la mirada y apenas conteste a su saludo.

—Uhm... hola yo...

De repente el oso llegó hasta nosotros, alzándose sobre sus patas traseras y mostrándose cuan peligroso era. Dio un manotazo al suelo hacia el lugar donde me encontraba. Creí que estaba perdido pero en un abrir y cerrar de ojos había aparecido a unos metros más allá, completamente ileso.

— ¿Qué dices? ¿Quieres ser mi amigo?

Le miré. Tenía los ojos más bonitos que había visto en mi vida, celestes como el cielo y su cabello me recordaba al color de las estrellas.

— ¡El oso! —grité viendo como el depredador se acercaba nuevamente.

El chico estrella apenas se giró a mirarle. Mantuvieron una pelea de miradas por un largo y tenso minuto. Increíblemente vi al oso retroceder como si aceptara su derrota.

— ¿Eres un herbívoro, no? —dijo divertido cargándome en sus brazos y llevándome—. Ustedes son pésimos en esto de cuidarse.

— S-supongo...—contesté algo extrañado.

—Ahora eres mi amigo y debes venir cada día a jugar conmigo.

—Pero... ¿y el oso?

—Oh, hay muchos de esos por esa zona. Pero no te preocupes, yo te protegeré. Hasta los osos saben con quién van a meterse.

—Ya veo...

Una vez cerca de la entrada al bosque, me devolvió a tierra firme.

— ¿Cuál es tu nombre? —preguntó.

—Seokjin.

—Seokjin—repitió recordándolo—. Me gusta, ese nombre es muy bonito.

Dicho esto se retiró de nuevo hacia el bosque. Le vi alejarse y estiré una mano hacia él.

— ¡Espera! ¿Cuál es tu nombre? —pregunté al muchacho.

Este apenas se giró y sonrió marcando el final de mi sueño, que más bien parecía un recuerdo escondido y resguardado del mundo y de mí mismo.

Cuando abrí los ojos, vi que tenía el brazo extendido y me aferraba fuertemente a alguien.

—NamJoon—dijo sonriendo ampliamente y mostrando sus afilados dientes en contraste a sus luminosos ojos zafiro—. Mi nombre es Namjoon.

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Supongamos que Nam tiene los ojos azules jeje y quizás un poco de cabello largo ( hasta los hombros)   

Hunter (Omegaverse/adaptación Namjin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora