Capitulo 3

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Atalía Romanteur

La dureza del piso y el maloliente olor me reciben en una sombría mañana. Suelto un quejido antes de levantarme. Mi cuerpo arde en dolor.

Miro por la ventanas, recuerdo todo en cuestión de segundos y la tristeza que sentí ayer se convierte en la mas dolorosa irá.

La puerta se abre sin necesidad de hacer nada y una figura masculina se divisa entre lo oscuro del cuarto.

Los peores farsantes de mierda. Nunca juegan limpio y su fuerte es el engaño y las mentiras.

Mis manos arden en magia y poder y sin pensarlo lo atacó. La llama azul arde en mi cuerpo.

La magia fluye de mi ser, los sentimientos se juntan y de eso el sale disparado del aire.

Cuando estoy a punto de tomar la espada en el suelo que cayó de la mano de alguno, impacto con la pared.

Volteo y veo a la chica del bosque, la horrible cicatriz se extiende por todo su rostro. A pesar de lo oscuro de la habitación se distingue fácilmente

—Bonita cicatriz—suelto con sarcasmo—te aseguro que si te hago otra te verías de puta madre.

La habitación se alumbra y entrecerró los ojos por la molestia.

El gruñido de el chico me hace voltear a verlo, lo miro de arriba abajo levantando mi ceja. Se ven tan fresco como si nada hubiese pasado.

—No le veo el caso a secuestrarme y hacer todo lo anterior solo por tenerme aquí.

No doy indicios de miedo o superioridad, una actitud altanera ahora mismo no sería lo conveniente, y las debilidades en mi se acabaron, unas simples palabras falsas y pum, los engañados serán ellos.

—Digamos que le da un toque más divertido, ¿No crees?—responde pesar de su tono sarcástico el odio está presente en su mirada.

—Todo esto va más allá de una simple diversión Gaelick—otro hombre entra a la habitación y lo reconozco, es el hombre del Bosque.

Mi curiosidad es obvia y me guardo las preguntas, ellos son las personas en las que nunca debes confiar.

Si ese supuesto problema por así decirlo, afecta a mi corte es un claro peligro.

El chico llamado Gaelick vuelve a hablar como si adivinara mi pregunta y dice:

—Con el paso del tiempo lo sabrás—sonríe a mi dirección antes de darnos la espalda y irse.

Miro a mi alrededor antes de intentar salir del lugar, no veo caso de seguir aquí, con la muerte de Nairea, no hay nadie que esté al tanto de mi Corte.

Las puertas se cierran inmediatamente, cuando intento correr a la salida, la repentina oleada de aire hace mi cuerpo balancearse.

—No—la voz gruesa me corta.

—¿No?—inquiero con confusión.

—No te puedes ir—su comportamiento es sombrío.

No muestra el mínimo interés en lo que sale de su boca.

Reino de MentirasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora