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Dayanne esperaba intranquila dentro del carruaje mientras la doncella se acercaba a la imponente entrada en busca del Conde.

Clara no estaba acostumbrada a tanto protocolo, ella siempre fue una criada en las mansiones de los burgueses. Ellos tenían una forma diferente de comportarse, sus costumbres eran menos estrictas, por eso al ver tantas trabas y espera inútil para que los sirvientes dieran una simple razón, le parecía absurdo, sobretodo por la espera a la que estaba sometida en esos instantes su ama.

Sin duda los nobles pasaban de estirados.

Después de un rato de estar de pie esperando respuesta, el hombre que acompañaba la noche anterior a Lord Waterford abrió la gran puerta.

—Mi amo está disponible para atender a la señora Hamsley.

El aire sofisticado de aquel anciano mostraba que su estadía con los Browning no era de hacía poco.

—Gracias, ya mismo iré por mi señora.

Dayanne ya había pasado de la intranquilidad al desespero, odiaba esperar y más si estaba en un cuarto de dos por uno. Ante todo era una dama, por eso no se atrevió a entrar e invadir la privacidad de él, como había hecho con ella la noche pasada.

Al Clara abrir la puerta para indicarle que Lord Waterford estaba disponible Dayanne había vuelto a tomar un color rojizo en las mejillas, ya estaba decidida, pero igual era vergonzoso.

No había emitido palabra desde que se había bajado del carruaje, estaba más concentrada en mirar los pasillos de ese palacio que en hablar. Los cuadros que adornaban las paredes por poco eran los mejores del continente. Talvez de ahí que Carlos se interesará en la pintura.

Era impresionante la cantidad de piezas de arte que decoraban cada estancia. Se sentía como en un museo, no tendría queja alguna si debiera estar visitando más seguido el palacio Browning.

No entendía mucho el porqué los Browning tenían tanto dinero y poder, mientras que Carlos tenía una arca menos cuantiosa. Su madre solía llamarlo parásito, una palabra muy fuerte para un hombre que estaba tratando de tener algo propio, bueno, eso era lo que había escuchado de Isabelle en una de sus tantas conversaciónes.

—Señora Hamsley... Un placer tenerla de visita — Carlos se levantó de su puesto tan pronto como la mujer entro. —Digame ¿Tomó alguna decisión?

—Clara, me esperas afuera del estudio.

La doncella aunque sorprendida por la petición su señora, acepto y no entro, se quedó afuera pensando una sola cosa. Su señora se estaba volviendo loca, ¿Cómo se quedaría sola con un hombre? Sobretodo en casa ajena.

Ya en privado y con una mirada inquisitiva por parte del dueño de la mansión, Dayanne soltó lo que tenía por decir, aunque se avergonzara al decirle, prefería eso que andar con rodeos.

—Lord Waterford, acepto el trato.

—Si... — nada le alegraba más que esas palabras, su pintura estaría nuevamente con él... pero faltaba algo—¿Porqué cambio de parecer?

—Necesito conocer acerca del amor...

Carlos quedó sin palabras al escuchar a Dayanne, no entendía nada de lo que trataba de decir ¿Amor?

—No te estoy entendiendo, nada.

—No necesitas entender, con que yo aprenda a conocer sobre el amor, el romance y esas cosas me doy por bien servida.

—No, si necesito entender ¿Cómo voy a enseñarle algo que ya debe saber?

—El hecho que sea viuda no me hace conocedora de ese sentimiento... Yo... Nunca he sentido nada de eso por nadie y espero no sentirlo — la forma en que se expresaba ella confundía más a Carlos —Pero, quiero saber cómo nace, porque, como sabes que amas a alguien, que se siente y si es verdad que el amor todo perdona.

Esa última frase la había escuchado en una conversación entre Isabelle y Christine, esa vez, igual que ahora, no sabía nada, así que solo se limitó a oír pero, ¿Porqué debían las personas perdonar si se suponía había amor y el amor era puro?

Aunque quizás ya estuviese entendiendo un poco, pero talvez la razón por la que Clara debía perdonar a Virkam era por algo más caritativo o ¿No?

¡Rayos! Ya se estaba confundiendo más.

—¿Dije algo malo?

—No — Carlos miro a Dayanne fijamente tratando de ver alguna pizca de duda, pero al parecer la mujer no lo estaba molestando —Es solo que me parece curioso que una mujer joven como usted nunca halla experimentado este sentimiento.

—¡Perdón! Lord Waterford, no sabía que las mujeres debíamos ser experimentadas en este tema, aún habemos mujeres que desconocemos de este sentimiento — Dayanne se levantó de su puesto dispuesta a irse —Creo que me equivoqué de persona, con permiso.

—No, espere — era su oportunidad para recuperar la pieza sin ningún problema, además tampoco sería nada del otro mundo explicar sobre eso o ¿Si? —Esta bien, haremos el trato, yo fui quien le dijo que me pidiera cualquier cosa.

Claramente nunca se imagino que fuese eso, pensó quizás que sería algo material o más complicado.

De las tres mujeres que había conocido el último año, se imagino a Dayanne como las más cuerda, pero sin duda le había quitado el puesto a Christine.

Ahora debía explicar algo que ya estaba roto en su interior.

—Perfecto Lord Waterford ¿Cuando empezamos?

Carlos miro a Dayanne y suspiro profundo ¡Que rayos iba a hacer!

—Cuando usted diga señora Hamsley.

—Que le parece ya.

—¿Qué? — no siquiera sabía que decirle, definitivamente las mujeres, querían todo de una vez  —¿Si nos reunimos mañana estaría bien? Para yo ordenar mis ideas, además usted puede...

Carlos miraba a los lados, sin saber que decir ¡Claro! Que mujer no entendería una novela romántica.

—Leer esto...

—Una novela romántica, bueno que más, no es lo que quisiera pero, tengo que tener la mente abierta, no — tomo el libro en sus manos, abrió en una de las páginas y vio que su trabajo iba a ser arduo —Mañana traeré la obra cuando venga a mi primera lección

Dayanne salió más tranquila, la vergüenza había pasado a un segundo plano. Aunque no sabía que estuviese pensando Carlos de ella en estos momentos, no le importaba, solo esperaba ayudar a solucionar los malentendidos entre Virkam y  Clara.

Lord Waterford aún daba vueltas por la biblioteca, ya no le importaba entender para que rayos le había pedido eso, ahora lo que no sabía era como rayos se daba una lección sobre el romance.

—Milord ¿Acaso la señora Hamsley no vino a entregarle la pieza? — pregunto el mayordomo a su amo quien no hacía otra cosa más que jugar con un vaso de ginebra.

—Efectivamente vino a eso... Gregor — respondió por impulso —¿Como definirías el amor?

—El amor es algo intangible y volátil Milord, dudo que se pueda responder sin tomar en cuenta la experiencia propia.

—Yo digo lo mismo, en mi caso el amor es lo más cercano al dolor.

Cómo explicarle a una mujer sobre el amor cuando su experiencia no era la más acertada para tomarla de ejemplo.

Claro, había tenido uno que otro romance, pero eran tan insignificantes en su vida que no contaban como amor o algo parecido. Ahora se encontraba en una encrucijada y no tenía idea de cómo salir, aunque... La mujer aparentemente no sabía nada de ese sentimiento, así que quizás sería fácil tomar ciertos atajos y mirar el amor desde otra perspectiva.

—Milord ¿Qué tiene en mente? — pregunto el confundido mayordomo —¿Se trata de la señora Hamsley?

—Si Gregor... — Carlos dejo de jugar con el vaso y tomo el líquido de un sorbo —Gracias al error de otro, debo ser el tutor de esa mujer.

El mayordomo miro aún más confundido a su amo ¿Qué cosas le enseñaría un caballero como él a una dama como ella? No es que su amo fuese un mal ejemplo de hombre, pero sin duda la mujer mostraba la clase y el porte de una verdadera noble. Así que no sabía de qué hablaba su señor.

Pacto Nupcial. (Serie Noble Desamor IV)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora