La brisa era reconfortante, el aire fresco era como medicina para su mente. Acababa de escuchar a Virkam y estaba asombrada de como terminó su historia.
No sabía mucho acerca del romance, bueno, en definitiva no sabía nada, ni siquiera había leído algún libro que hablase sobre ello, esos libros que la mayoría de mujeres morían por leer.
Sería difícil ayudar en algo cuando no sabía sobre el tema, pero después de conocer los detalles estaba dispuesta a ayudar, porque por si sola su doncella no cedería.
La vista hacia donde estaba el arroyo se veía muy limpia, sabía por su capataz que nadie la visitaba, pero era curioso el camino que tenía para adentrarse.
Al fin y al cabo era su propiedad, así que ato a la yegua en la entrada del camino y empezo a caminar, no tomo muchos metros empezar a oír el agua correr y otros más para quedar frente a frente con aquel hermoso arroyo.
Ahora entendía porque su difunto esposo había prohibido a los trabajadores visitar aquel lugar, ese arroyo era mágico. Quizás en alguna página de uno de esos libros románticos estuviera la descripción exacta de lo que sus ojos veían.
El sonido de las aves y el caer del agua era tranquilizador, justo lo que necesitaba.
Dayanne se acercó a la orilla y rozó con su mano el agua, se sentía cálida pese al suave frío que traía el viento, así que se quitó las medias, las zapatillas y se sentó en una roca que estaba cerca, al parecer intencionalmente, quizas su difunto esposo la hubiese colocado allí para reposar y poder pasar el rato, porque no había duda que él frecuentaba aquel lugar.
Pasaron varios minutos dónde pudo aclarar sus pensamientos y obtener por fin la respuesta de sus problemas.
Solo esperaba que funcionará, porque daría lo único que le importaba ahora por su doncella, algo que nadie de su clase haría.
Dayanne subió hasta la habitación sin siquiera preguntar por su doncella, sabía que estaría caminando de un lado a otro por el cuarto preocupada por su demora, Clara tendía a afanarse demasiado por ella, en parte la entendía, si a ella le pasará algo seguramente sería echada de la mansión, además de que toda la responsabilidad caería sobre ella, pero se preocuparía por ello luego.
Ahora solo quería tomar un baño y cambiarse la ropa para almorzar, debía salir de inmediato.
—¡Señora me tenía con el alma en un hilo! — expresó algo aliviada Clara.
Efectivamente Clara estaba de un lado para otro.
—No te preocupes, solo fui al arroyo y se me fue el tiempo — al parecer no sabía que estaba con Virkam y tampoco pensaba contarle.
—El arroyo... ¿Qué arroyo? — Dayanne levantó sus cejas y sonrió con picardía —Mi señora como se le ocurre, le puede pasar algo... No es que le esté prohibiendo, no, sería iluso, pero señora, usted no debe andar sola y menos tan lejos.
Clara no sabía dónde estaba ese sitio, pero había oído por los demás sirvientes que ese lugar estaba prohibido para ellos, además que estaba sobre los límites de la propiedad, por esa razón le daba pánico que le llegara a suceder algo a su ama en un lugar lejano y sin compañía.
—No te preocupes, es muy seguro — respondió Dayanne algo adolorida por ese terrible corset —¡Cielos! Esto debería estar prohibido.
—¡Que cosas dice señora!
—Es una tortura, aceptalo.
Dayanne no era fan de la moda, hasta el día de su boda su madre era quien le asesoraba, luego de casarse fue algo complicado ya que si antes de aquel enlace no le veía gracia verse bien, después de eso era mucho peor. No soportaba a su esposo y el verse bien solo hacia que él quisiera acercarse más a ella, así que optó por usar prendas básicas y simples.
Dayanne no demoró en su baño, pero si en buscar un vestido adecuado para visitar a quien le ayudaría a entender esos asuntos amorosos, bueno... Esperaba que aceptará ya que no podía decir que no a lo que le pensaba ofrecer.
Hasta que no quedo conforme con su apariencia, Dayanne no salió de la habitación. Algo había aprendido de Christine y eso era a sentirse hermosa.
—Quedo muy bella señora ¿Saldrá hoy?
—Si, después del almuerzo saldremos a visitar a Lord Waterford... Aunque no tengo idea en dónde vive.
Clara quedó en silencio total ¿Qué pensaría hacer?
—Preguntare al ama de llaves si sabe dónde es la mansión Browning o a algún otro empleado, tan pronto sepa algo le avisaré al capataz para que prepare el carruaje.
—Por favor, necesito salir lo más pronto.
No había enviado misiva, tampoco algún lacayo para avisar, solo esperaba que la recibiera así como ella lo había recibido la noche anterior. Aunque tenía de excusa que no sabía su dirección para avisar. Bueno, también esperaba que estuviera.
El par de horas que demoró un lacayo en traer la información de la mansión Browning fueron eternas para Dayanne, incluso pensó en no hacer nada, pero, Isabelle se veía feliz por estar al lado de William. Christine aunque sin amar a su esposo, había dejado claro que se sentía feliz de formar una familia. También su madre mostraba una miseria muestra de alegría cada vez que miraba a su padre, aunque seguramente fuese por costumbre.
Ella no conocía nada de ese sentimiento, pero quería que su fiel doncella sonriera y sabía que al arreglar las cosas con el capataz, obtendría aquel resultado. Además ella podría también entender ese problemático sentimiento llamado amor.
—Ya está listo todo Milady, tenemos la ubicación y el carruaje está esperando.
Dayanne se había sentado en un gran sillón que daba vista hacia los campos, estaba tan concentrada que no sintió a su doncella sino hasta que ella le tocase el hombro.
—Que... Me asusté estaba distraída ¿Está todo listo?
—Si señora, ya está preparado el carruaje.
—¡Perfecto! — ahora esperaba que no viviera muy lejos de allí — ¿A dónde vamos?
—... A los terrenos del respaldo...
¿Qué? Tanta espera para que el susodicho viviera en los terrenos colindantes. Bueno, quizas podría alguna vez buscarlo sin dar toda una vuelta.
—Con eso no nos demoraremos en llegar.
Unas millas más allá Dayanne se debatía sobre como decirle a un hombre que le explicará y le enseñara a entender algo que se suponía todos sabían, o al menos conocían.
¿Sería algo muy estúpido hacer eso?
Y si dejaba eso así y mejor leía una de esas absurdas novelas, talvez sería menos vergonzoso.Sus manos jugaban nerviosas con sus dedos. Estaba a minutos de pedir algo demasiado infantil a un hombre y hasta ahora se daba cuenta lo ridículo que iba a hacer.
—¿Se encuentra bien señora?
Iba a pedir algo que una mujer en esos tiempos jamás pediría, sería humillante pero... Quería ver en Clara ese brillo en los ojos que ella jamás tendría.
—Si...
Iba a entregar algo que realmente quizo por la felicidad de una simple sirvienta y eso... La hacia sentir tranquila, incluso se sentía feliz porque estaba haciendo lo correcto.
Acababan de entrar en territorios de los Browning y su rostro se tornaba rojizo, pero sus facciones se suavizaron al contemplar aquel paisaje multicolor.
El terreno de aquella familia aunque no más grande que su propiedad, demostraba todo su poder económico, la mansión, eso era todo un palacio, no por nada pertenecía a los Browning. Esta familia había amasado una gran cantidad de dinero a lo largo de su ducado.
Aunque no se podía decir que Carlos, el heredero del ducado Waterford, contara con la misma solvencia económica, ya que al heredar el condado de su tío, este dejo más deudas que activos. Por ahora y a duras penas podia mantenerse con lo mínimo que exigía la creme de Londres. Esperaba que con los últimos negocios pudiera empezar su vida de manera independiente, aunque aún lo veía lejano. Así que por ahora, debería seguir dependiendo de su padre.
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Pacto Nupcial. (Serie Noble Desamor IV)
RomantizmDespués de su trágica historia de amor, Carlos se aleja y decide ocultarse en el arte. A veces la soledad es la mejor compañía, pero... Quizás no está tan solo como él cree. ¿Sé puede enamorar un hombre con solo ver de lejos a una mujer?