⇉ [ 🔥 ; ❛ Rᴇɴɢᴏᴋᴜ ɪs ᴛʜᴇ ᴛʏᴘᴇ ᴏғ... ❜

🔥 𝟜𝟞.

Rengoku es el tipo de novio que adora darte besos mientras estás desprevenida.

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Afilabas tu espada con mimo, sentada en el borde de la base vuestra casa, muy concentrada en no arañar la espada, pues conocías de sobra las consecuencias...

Mientras tanto, un joven de cabellos rubios con mechas rojizas se acercó a ti, por detrás. Observó por encima del hombro lo que hacías, curioso.

—Vaya, _____... ¡No sabía que tu Nichihiro fuera morada! ¿Es un color raro?

No necesitaste ni ladear la cabeza para saber de quién se trataba. Sonreíste tranquila.

—No, Senjurō, no es morada —sonreíste calmada y cerrando tus ojos, sin haberte molestado por la confusión del chico—. Es púrpura, y sí, es bastante rara. Se dice que simboliza el universo: su misterio, capacidad y amplitud. Pero no se sabe mucho más, ya que nadie ha vivido para contarlo.

Continuasteis vuestra conversación con viveza y alegría. Adorabas charlar con el pequeño hermano de tu novio. Senjurō era un sol. Sin embargo, tan enfrascada en la charla cómo estabas entonces, no advertiste alguien a tus espaldas.

No obstante, notaste algo rozar tu hombro, por lo que ladeaste la cabeza en esa dirección.

—¿Kyō? —preguntaste, suavemente.

Momentos después, quisiste volver a poner tu rostro en su posición inicial, pero algo lo impidió.

Kyōjurō, que se encontraba a tu derecha, plantó un sonoro beso en tu mejilla derecha. Y no contento con eso, plantó otro sobre tus labios, agarrando la parte posterior de tu cabeza con su mano izquierda.

No te dio tiempo a corresponder aquel beso, pues separó sus labios de los tuyos velozmente.

—¿Qué hacéis, chicos? —preguntó, como si no hubiese pasado nada.

—E-Este...

—¡Hermano! ¿Sabías que la espada de _____ simboliza el universo?

—¡Claro que sí! ¡Me sorprendí mucho al enterarme!

Sí, desde luego había vuelto a su carácter alegre y entusiasta.

Lo único que hiciste durante el resto de la charla con los dos hermano Rengoku fue acariciar con tus dedos tus labios y tu mejilla y continuar afilando tu espada con garbo.

Ahg, parecías idiota.

Pero bien que cambiarías tu propia espada por otros dos besos de tu novio Rengoku Kyōjurō.